ECONOMÍA

El futuro de NAFTA sigue en el aire

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Lo que antes se llamaba "terminación", hoy se denomina "renegociación". Y todo el mundo está contento con esta transición. Estamos hablando del cambio del futuro de NAFTA que ocurrió en las últimas semanas. Después de las fuertes palabras de Trump durante su campaña, el final de NAFTA parecía inminente. Ahora, 100 días después de haber sido elegido presidente, sus palabras han cambiado.

Afortunadamente, Donald Trump reconoció la importancia del bloque norteamericano (Canadá y México) para la economía de los Estados Unidos. Según el Washington Post y Los Angeles Times, el Secretario de Comercio Wilbur Ross le mostró a Trump cómo las exportaciones estadounidenses dependían de Canadá y cómo los empleos estadounidenses dependían en gran medida del mercado con México.

Por muy alentador que parezca este cambio de opinión, el futuro de NAFTA todavía depende de las intenciones políticas de Trump y, a veces, de sus caprichos. Y hay un camino muy largo antes de que México, Canadá y Estados Unidos puedan reconciliar las intenciones de Trump con las necesidades económicas regionales. Y no olvidemos que, aunque Trump accedió a negociar el acuerdo, podría cumplir con sus palabras: "si no llegamos a un acuerdo justo para todos, entonces terminaremos con el NAFTA".

La pregunta es: ¿qué se puede hacer para mejorar el NAFTA y, al mismo tiempo, satisfacer los ideales nacionalistas de Donald Trump?

Para las negociaciones que comienzan en agosto, es importante pensar en grande pero también cuidadosamente. Los analistas Mack McLarty –el jefe de gabinete de la Casa Blanca de ClIGNORE INTOn– y Penny Pritzker –Secretaria de Comercio de Obama– argumentan que la administración de Trump debe olvidarse de aumentar los aranceles o tomar cualquier medida que afectaría directamente al mercado de los Estados Unidos. En cambio, sugieren un par de ideas que beneficiarían a los tres países: en primer lugar, incluir más industrias que son importantes para los Estados Unidos. Segundo, fortalecer las normas laborales y ambientales. Y tercero, fortalecer la seguridad regional y la inmigración.

Aunque las ideas de McLarty y Pritzker parecen razonables y coherentes con las necesidades de los Estados Unidos, no podemos olvidar las intenciones políticas. Por ejemplo, la administración de Trump no pensaría demasiado en las normas ambientales. De hecho, los descartarían y se centrarían más en las normas de inmigración y trabajo. Después de todo, una de las mayores quejas de los estadounidenses acerca del NAFTA es que causó una considerable pérdida de empleos en la industria manufacturera.

Hasta ahora, aunque parece que los Estados Unidos están en una posición de poder, los republicanos no quieren ver ningún sector económico sufrir antes y durante las negociaciones de NAFTA. Y eso todavía depende de Canadá y México. Todavía hay un largo camino por recorrer y, como dijo Wilbur Ross, las conversaciones serán "largas y complicadas".

LatinAmerican Post | Juan Sebastian Torres

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