ANÁLISIS

El Presidente en su Laberinto

Una percepción de la gestión interna y externa de Juan Manuel Santos, el presidente colombiano

El Presidente en su laberinto

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La política de América usualmente se encuentra inmersa en polémicas entre presidentes, pobreza, corrupción, fútbol, migración, cumbia, ¿Pisco peruano o chileno?, cosas que no deberían ser nuevas para la mayoría de nosotros como americanos.  De sentarse a estudiar país por país, podrían gastarse océanos de tinta sobre cada uno de esos temas y otros.

Gabriel García Márquez en 1989 publicó una de sus más recordadas novelas en las que retrata un ejemplo de aquellos temas, ocurrido en el siglo XIX, que fue la caída en desgracia del General Simón Bolívar luego de sus gestas militares en el continente, en las que tuvo que sortear a sus adversarios, el ostracismo y las enfermedades. ¿Cuál de los presidentes latinoamericanos no quisiera ser comparado con aquel personaje de la historia universal? Ninguno seguramente, pero esta corta analogía no fue pensada para glorificar la imagen del actual presidente de Colombia, sino la ironía de alguien que seguramente habría sido visto como un héroe por todo su país pero su principal apuesta lo está llevando a vivir días seguramente difíciles.

Santos, un jefe de Estado que goza de una imagen ampliamente favorable ante la comunidad internacional y ganador del Premio Nobel de Paz, en el país tiene de una aprobación de solamente el 24% según la última encuesta Gallup realizada durante el mes de junio y una oposición que no perdona ninguno de sus movimientos. Simultáneamente, de su antigua “amistad” con Nicolás Maduro quedan solo fotos y videos; actualmente, ante un éxodo de venezolanos a Colombia y la cada vez peor situación de Venezuela, los cruces verbales entre ambos mandatarios se han convertido pan de cada día en las mesas de los nacionales en lo que alguna época fue un mismo país. Además, desde el inicio del proceso de paz con la guerrilla de las FARC, ha sido tildado de débil, de entregar el país al enemigo y hasta de “amigo del terrorismo”, “guerrillero”, y otras más.

Por otro lado, a pesar de la constante labor diplomática de Colombia en Washington hoy con el embajador Camilo Reyes y anteriormente con Juan Carlos Pinzón, se dijo que las relaciones entre ambos países como aliados estratégicos estaban en su mejor momento. A pesar de que Santos realizó una visita oficial a la Casa Blanca en mayo, está quedando claro que Trump no se anda con rodeos, y amenazó con incluir a Colombia en la lista de países no cooperantes con la lucha contra las drogas, dado el aumento exponencial en cultivos de coca durante los últimos años.

Ello supondrá nuevos desafíos para un presidente que no tendrá días fáciles en la Casa de Nariño a falta de prácticamente un año para terminar su mandato.

Latin American Post | Santiago Doncel

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