ECONOMÍA

La reforma fiscal debe ser prioridad para las economías de América Latina

Según el Banco Mundial, el déficit fiscal es el mayor reto para las economías de América Latina, pues dificulta dejar atrás la recesión

La reforma fiscal debe ser prioridad para las economías de América Latina

En América Latina, la relativa estabilidad cambiaria e inflacionaria es un fenómeno relativamente nuevo. A medida que la región deja atrás la recesión, resulta necesario que haga ajustes estructurales para blindar el progreso que se ha alcanzado de los males del pasado.

Read in english: Fiscal reform must be a priority for the economies of Latin America

Para Carlos Végh, economista jefe para América Latina del Banco Mundial, el ajuste estructural que conduce a este fin es la reforma fiscal, el principal reto macroeconómico que enfrenta la región hoy por hoy.

“América Latina ha tardado unos 30 años en lograr conseguir un control sobre la tasa de la inflación, pero todos los avances están en riesgo si se mantiene el déficit fiscal que se encuentra actualmente presente en la región” declaro Végh, en una presentación titulada ‘Ajuste fiscal en América Latina y el Caribe: ¿costos en el corto plazo, beneficios en el largo?’.

Para América Latina, reducir el gasto público puede resultar crucial para garantizar la continuidad de los avances logrados durante la última década, particularmente en lo que refiere a la inflación, que a pesar de notables excepciones en Venezuela y Argentina, se encuentra bajo relativo control a través de la región.

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Esto se debe a que una reducción en el déficit fiscal ofrecería dos beneficios considerables a las economías latinoamericanas. En primer lugar, permitiría a los países acceder a créditos más baratos que permitan ejecutar obras públicas con impacto directo en la capacidad de producción y el bienestar de la población.

En un segundo lugar, un mejor balance fiscal permitiría a las economías de la región adoptar políticas anticíclicas para aminorar los efectos de los ciclos de la economía mundial; particularmente, el ciclo de las commodities, que condiciona a las economías de América Latina puesto que aún dependen de sus exportaciones de materias primas para mantenerse rentables y en crecimiento.

Finalmente, considera Végh, una reducción en el gasto público también permitiría que los Estados se encontraran en mejor posición para enfrentar desastres naturales, casos en los cuales es necesario tener liquidez en las reservas públicas para actuar de forma inmediata y efectiva.

"Hay que hacer lo imposible por preservar las ganancias sociales y proteger a los sectores más vulnerables" afirma Végh, pues para él, entre el 2002 y el 2015 la región ha logrado un “inmenso progreso” en la reducción de la inequidad y la lucha contra la pobreza.

Un presente muy alentador

A los ojos del Banco Mundial, la situación es grave, según su último informe para América Latina y el Caribe, 31 de los 32 países de la región se encontraron en una posición de déficit fiscal durante el 2017.

Sin embargo, en comparación a lo que se solía esperar de América Latina, el paisaje es alentador y una reducción en el déficit fiscal sería un paso enorme en la dirección correcta para restaurar la confianza de los inversionistas en la región y para continuar reduciendo las brechas sociales.

Mientras que en el pasado la región recurrió a la emisión de moneda como una forma de ajustar los salarios y combatir la pobreza, sin jamás pensar en el daño que esto podría traer por medio de la inflación, Végh asegura que este comportamiento ya simplemente no se ve.

"Eso ha cambiado y ahora estamos en un entorno de inflación baja, con una media del 3,5 % (si exceptuamos Venezuela), frente al 200 % de media de los años ochenta" asegura Végh.

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Un problema de aritmética

Aunque las recomendaciones del Banco Mundial parezcan razonables, uno de los más grandes obstáculos para su implementación radica en la variedad de posiciones políticas que adoptan hoy en día los países de la región. Particularmente, los gobiernos de corte social demócrata, socialista o populista, a quienes les interesa aumentar el gasto público precisamente como medio para reducir la inequidad.

Végh reconoce que el Banco Mundial no puede opinar acerca de política, pero sostiene que el problema del déficit fiscal "no es un problema de ideología, sino de aritmética".

 

Latin American Post | Pedro Bernal
Copy edited by Marcela Peñaloza

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