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Este es el poder que tiene el fútbol en la política latinoamericana

En Latinoamérica el fútbol ha sido usado como herramienta política y como una forma de reivindicación del orgullo patrio

Este es el poder que tiene el fútbol en la política latinoamericana

El escritor uruguayo Eduardo Galeano, en su libro El fútbol a sol y sombra, expone la belleza de este deporte y la importancia del mismo en la sociedad mundial. Con algunos trazos de poesía y arte, Galeano deja claro que el fútbol es más que un simple deporte, tildándolo incluso de un "dios". Por supuesto, al ser una "deidad", este deporte refiere momentos que han quedado marcados en la historia por su poder sobre la política y orden social de varias naciones. Galeano refiere al caso ocurrido a finales del siglo XX en Italia.

Read in english: This is the power that soccer has in Latin American politics

En 1994, el entonces dueño del AC Milan, Silvio Berlusconi, basó su campaña presidencial en el fútbol. "Silvio Berlusconi prometió que salvaría a Italia como había salvado al Milan, el superequipo campeón de todo, y los electores olvidaron que algunas de sus empresas estaban a la orilla de la ruina", explicó el escritor sudamericano.

Asimismo, el periodista y estadígrafo colombiano Hugo Ocampo Villegas, en exclusiva con este medio, explicó que "el fútbol ha sido capaz de convocar a jefes de Estado; a militares que usaron algunos Mundiales para su imagen, hasta el mismo Papa". De igual forma, aseguró que "el fútbol ha sido promotor de férreos orgullos nacionales", así como "fuente de diplomacia política  y deportiva, incluso, origen de algunos incidentes entre países".  

En otras ocasiones, el deporte rey tuvo gran incidencia en las decisiones y realidad política de un par de países latinoamericanos. Aquí te presentamos dos hechos históricos que tuvieron lugar en Argentina y Colombia.

Videla y el Mundial de Argentina 1978

En la década de los 70, Argentina era uno de los países latinoamericanos víctimas de una dictadura militar resultante de la llamada Operación Cóndor. Según la BBC, dicho plan tenía como objetivo deshacer toda ideología comunista naciente en las naciones del Cono Sur, con Estados Unidos como uno de los principales patrocinadores. "Lo que es indudable es que un plan así sólo era posible en el marco de la Guerra Fría y el fervor anticomunista de los regímenes militares en América Latina", explicó el medio.

Sin embargo, a finales de los 70, las estrategias militares no eran lo suficientemente poderosas como para fortalecer a la extrema derecha en el poder. Por esto, el dictador argentino Jorge Videla decidió abalanzarse por la organización del Mundial de Fútbol de 1978, el mismo que la Selección Argentina ganó.

"Mientras se gritan los goles, se apagan los gritos de los torturados y de los asesinados", dijo Estela de Carlotto, presidenta de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, víctimas de la dictadura. Y es que mientras en los estadios de fútbol se vivía con pasión el juego, en las calles cientos de miles de argentinos sufrían los estragos de la violencia y la represión social.

La corrupción era otra de los personajes principales de esta historia. Según El Clarín, fueron 700 millones de dólares los que usó el gobierno argentino para disipar por algunas semanas la dolorosa realidad vivida en Argentina. Además de otros cuantos "centavos" utilizados en los amaños de partidos, como el que enfrentó al equipo de casa contra el seleccionado de Perú. 

En las semifinales, Argentina debía ganar por una diferencia de cuatro goles a un equipo peruano que en cinco partidos solo había recibido seis goles. El final del encuentro dejó un resultado de seis goles a cero y Argentina como finalista de su propia copa.

"La Argentina de Videla pactó con Francisco Morales Bermúdez, dictador de la época en Perú, la entrega de dos barcos llenos de trigo y, además, hacerse cargo de 13 políticos de su país deportados a Buenos Aires. Siempre que la selección rojiblanca permitiera la victoria albiceleste", detalló el diario Sport.

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Colombia: un empate con sabor a triunfo

Para el Mundial de Chile 1962, la Selección Colombiana era una de las debutantes que iba con la ilusión de simplemente tener una buena presentación. En aquella época, el fútbol de selecciones no era visto aún como algo espectacular en el país cafetero.

De hecho, era tal la apatía a este tipo de torneos que incluso el presidente Alberto Lleras Camargo confundió el fútbol con el baloncesto cuando despidió a la Selección, antes de ir a Chile. "El día que nos fuimos a Chile, el presidente nos dijo: 'Muchachos, que les vaya bien y que anoten muchas canastas'", dijo Efraín "Caimán" Sánchez.

Como dijo Hugo Ocampo: "El fútbol ha logrado afincarse, a través de los años, en la sofisticada política internacional" y la Copa del Mundo de 1962 es un ejemplo claro de esto. En el Gobierno colombiano la actitud cambió en cuanto se dieron cuenta de que dos de los tres equipos a los que enfrentaría la Selección en la fase de grupos eran comunistas: la Unión Soviética y Yugoslavia, además de Uruguay.

El primer partido contra los uruguayos terminó con derrota colombiana de 2-1, lo cual fue insignificante sabiendo que el próximo partido contra la URSS era el decisivo. El 3 de junio de 1962, Colombia alcanzó de manera histórica y heroica un empate a cuatro goles contra la Unión Soviética, o lo que es lo mismo, una victoria del capitalismo contra el comunismo.

"Es un triunfo de la democracia sobre el totalitarismo (…) Espero que la próxima vez triunfe la libertad sobre la esclavitud", afirmó el presidente electo de 1962, Guillermo León Valencia.

Lo que para el mundo del fútbol solo fue un empate más en la historia de los mundiales, para el pueblo colombiano representó una victoria moral sobre una nación que representaba todo lo que no se quería ser en América. ¿Quién dice que la Guerra Fría no tuvo incidencias en la política de Latinoamérica?

 

LatinAmerican Post | Christopher Ramírez Hernández

Copy edited by Diana Rojas Leal

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