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‘Hello, I am Kitty’: Los rostros detrás de la comunidad latina de peluche en Times Square

“Mickey Mouse no habla inglés” y “La Estatua de la Libertad está indocumentada” son las frases con las que Joana Toro, fotógrafa colombiana, cautivó a Nueva York.

Joana Toro, fotógrafa colombiana presentando su libro 'Hola, soy Kitty'.

Joana Toro, fotógrafa colombiana presentando su libro ‘Hola, soy Kitty’. / Foto: Post Latinoamericano

LatinAmerican Post | Carolina Rodríguez Monclou

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Joana Toro viajó a Estados Unidos y conoció a Marcela Joya, compañera de habitación de la misma nacionalidad que le comentó sobre una idea: hacer un performance con el maniquí del presidente Obama, bailando salsa en el corazón de Nueva York. Joana se sintió atraída por la propuesta por lo que decidió acompañarla para sacarle algunas fotografías. No obstante, al ser la primera vez de Joana en Times Square quedó asombrada ante la gran cantidad de luces, sonidos, publicidad y letreros que rodeaban el lugar. Observó con detenimiento a su alrededor y empezó a notar que aquellos personajes de peluche hablaban español.

Necesitando efectivo pronto, Joana le preguntó a Berta, una mexicana que lleva en el negocio más de 15 años, si podía unirse a lo que ella misma llama “la comunidad de peluche”. Berta, le dio luz verde y fue así como Joana se sumergió en aquel mundo, el cual, sin saberlo, se convertiría en su gran oportunidad para mostrar su potencial como fotógrafa independiente. Su travesía no solo sería publicada por The New York Times, sino que también sería retratada en el fotolibro “Hello, I am Kitty”.

LatinAmercian Post se reunió con la autora para indagar más sobre su experiencia como Hello Kitty por casi dos años y su interés por la inmigración latina en Estados Unidos.

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LatinAmercian Post: ¿Qué significa “Hello, I am Kity”?

Joana Toro: El nombre del libro es una excusa. Yo uso el “Yo soy”, el “I am” para hablar de otros, y esos otros, ofreciéndose de la forma más vistosa, pero siendo a su vez los personajes más invisibles para la sociedad.

L.P.: ¿Qué migrante detrás del disfraz le llamó más la atención y por qué?

J.T.: El personaje migrante que más me influyó fue Berta porque ella fue la que me dio la oportunidad de trabajar en Times Square.  Fue ella la que me enseñó y me mostró la belleza y rudeza de este oficio.

L.P.: ¿Podría hablarnos un poco más sobre Berta?

J.T.: Es una señora inmensamente sabia, poderosa y dura… me enseñó muchas cosas.

L.P.: ¿Qué disfraz tenía Berta?

J.T.: Tenía el disfraz de Hello Kitty, de Mini Mouse, Mamá Noel…arrendaba diferentes tipos de disfraces.

L.P.: ¿Por qué escogió usted a Hello Kitty?

J.T.: Porque el público que acompaña a Hello Kitty mayormente son niños, abuelitas, bebés. Es un público muy bonito. También, es un personaje con el cual me identifico, me gustan los gatos.

L.P.: ¿Cómo fue esa experiencia de tomar fotos dentro del disfraz?

J.T.: La sensación física de estar en un disfraz es muy relativa. Personalmente, la siento muy incómoda, sentía una claustrofobia impresionante. Estos disfraces son muy llamativos y grandes. Las cabezas son muy pesadas entonces la proporción de tu propia cabeza con la del muñeco ya te deja ahí como mareado. No puedes ver sino por una pequeña ranura y es un mundo de sentimientos. Desde la vergüenza hasta el orgullo, pasé por todo tipo de emociones.

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L.P.: ¿Cuándo empezó a trabajar como Hello Kitty?

J.T.: Yo empecé trabajando como Hello Kity en el Time Square en el 2012, y estuve aproximadamente un año y ocho meses trabajando entre siete y ocho horas al día. Lo bueno de estos centros de turismo es que siempre están llenos, entonces todas las temporadas eran buenas. También se experimentan los cambios de temperatura: el frío extremo y el calor agobiante. Las incomodidades de estar en este armazón de peluche son complicadas y sobre todo cuando es un trabajo que no depende de nadie sino de ti mismo, hasta la cosa más pequeña como ir al baño, se convierte en un reto.

L.P.: ¿Qué significa ser un migrante latino e indocumentado en Estados Unidos?

J.T.: Significa ser invisible, vivir con miedo… pero también significa fuerza, resistencia y resiliencia.

L.P.: ¿Alguna vez imaginó lo grande que llegaría a ser este proyecto?

J.T.: La primera vez que me acerco a esta comunidad de peluche es con un fin económico. No entendía lo grande que estaba frente a mí. Entré en un mundo desconocido donde adquirí como un “magíster” en migración y empecé a entender muchas cosas que no sabía. Con la publicación de este trabajo en The New York Times, se abrieron muchas puertas. Yo, pues, de una forma muy natural dije “Mickey Mouse no habla inglés” y “La Estatua de la Libertad está indocumentada”, entonces estas frases tocaron botones en esa comunidad que no sabía que habían.

L.P.: ¿Qué le dejó esta experiencia?

J.T.: Todo esto fue un aprendizaje en la marcha…sigue siéndolo. Es una responsabilidad enorme decir algo con respecto a lo que está pasando. Los migrantes en Estados Unidos son una fuerza electoral importante, pero hay mucho miedo y desinformación. Este tipo de proyectos ayuda a que se quiten prejuicios sobre los inmigrantes latinos como que son ignorantes, delincuentes, que solo sirven para limpiar, y todas esas situaciones erradas que se escuchan. Dentro de una comunidad puede haber manzanas malas, pero hay mucha más gente haciendo cosas positivas. Entonces, sí, yo siento una gran responsabilidad con respecto al tema de inmigración.

L.P.: ¿Podría hablarnos sobre el debate que abrió este trabajo luego de su publicación?

J.T.: Surgió una discusión local. Había personas que decían “esta comunidad debe irse, está indocumentada, es peligrosa, no deja caminar a la gente, problemas de espacio público, etc”. Mientras tanto, otra parte de la comunidad en Nueva York decía “tienen todo el derecho a trabajar pues es la primera enmienda el derecho a expresarse, y el hecho de que no tengan documentos no les impide ejercer esta expresión”. La ciudad de Nueva York se convirtió en un campo de controversia, entre los que apoyaban a la comunidad de peluche y los que no, y, bueno, ya el desenlace lo verán en el libro.

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