AMÉRICAS

Colombia protesta al son de las cacerolas

‘Por todo lo que nos une y contra todo lo que nos separa’ fue una de las frases que predominó en las calles de las principales ciudades de Colombia durante el paro Nacional

Multitudinaria marcha en Bogotá en el marco del 'Paro Nacional 21N'.

Multitudinaria marcha en Bogotá en el marco del ‘Paro Nacional 21N’. / Foto: Post Latinoamericano

LatinAmerican Post | Juliana Suárez

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Read in english: To the rhythm of pots, Colombia protested against Duque

El jueves 21 de noviembre, Colombia se convirtió en un escenario de protestas donde cientos de miles salieron a las calles a pedirle mayor acción y justicia al gobierno.

Un bombardeo por parte de las Fuerzas Armadas, que acabó con la vida de al menos 8 menores de edad, y la respuesta del presidente Duque al preguntársele sobre esto (“¿De qué me hablas, viejo?”), llevaron a los colombianos a las calles.

La noche del jueves, primer día del paro Nacional que se espera que se extienda por más días, terminó con miles de personas en las calles de la capital con una cacerola en mano haciendo ruido para demostrarle al gobierno que allí siguen, que no se callan y que los actos violentos no son los que más suenan.

Cada quien desde su ventana, otros se reunieron en las calles e incluso cientos de ciudadanos se dirigieron hasta la carrera séptima con calle 147, ubicación de la casa familiar del presidente Iván Duque, para demostrar, con el 'cacerolazo', que Colombia no va a parar hasta ser escuchada.

 

Durante el día, algunos sectores de las principales ciudades del país, principalmente en Cali y Bogotá, se presentaron algunos disturbios entre la Fuerza Pública y personas que aprovecharon el calor de la protesta para cometer actos vandálicos y violentos. Pero sin importar que unos trataran de opacar la protesta pacífica, el ambiente general fue de paz.

Baile, música, pancartas y banderas de colores fueron los protagonistas en las manifestaciones pacíficas en Colombia que reunían decenas de críticas al gobierno actual y duraron al menos ocho horas. Al unísono de las palabras ‘Sin violencia’, los ciudadanos intentaron rechazar al máximo los actos de unos pocos que devolvían los ataques al ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios) o pintaban locales o estaciones de transporte público. Con cordones humanos conformados desde jóvenes hasta ancianos, la sociedad civil protegía las ciudades para impedir que el odio de algunos se sembrara en las calles.

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En la capital colombiana, por ejemplo, la carrera séptima y otras vías principales se las tomaron estudiantes, colectivos ambientalistas, músicos e indígenas, entre muchos otros grupos que salieron a marchar. Durante toda la mañana y tarde, hasta llegar a la Plaza de Bolivar, la música acompañó a cientos de miles que buscaban mostrarle al gobierno que Colombia está unida en paz para pedir que se respeten sus derechos.

 

 

La decisión inicial de algunas ciudades, como Medellín, fue guardar los escuadrones antidisturbios pues se tenía esperanza de que las manifestaciones serían pacíficas. En otros lugares, como Apartadó, policías y civiles caminaron juntos y los primeros les brindaron bebida a los segundos para hidratarse en medio de la manifestación. En Bucaramanga, hasta las 8pm (hora Colombia), la policía había reportado un ambiente de total tranquilidad que había resultado en cero detenidos, según informó la Policía en Noticias Caracol.

En un sector de Suba, localidad de Bogotá que sufrió fuertes disturbios desde tempranas horas de la mañana, ciudadanos se reunieron con palas a recoger la basura y los estragos que habían quedado en las calles.

 

 

Estos son algunos ejemplos que han dado al pueblo colombiano una razón más para unirse, no solo en contra del gobierno sino en contra de quienes no respetan la protesta pacífica.

Los disturbios

A la luz de las cámaras, terminaron por sobresalir actos violentos por parte tanto de civiles como de la Fuerza Pública.

A pesar de los cientos de miles que marcharon pacíficamente, el final de la jornada dejó una imagen distorcionada de lo que se vivió en las calles. Al final de la tarde, algunos jóvenes irrumpieron en las afueras del edificio del Congreso de la República en la capital del país. Y los hechos violentos que habían sido aislados hasta ese momento se tomaron la primera plana de la manifestación. El ESMAD dispersó a las personas de la Plaza de Bolivar, que hasta ese momento había estado completamente llena, y las primeras horas de la noche se plagaron de imágenes violentas en redes sociales.

Ciudadanos incendiaron las calles, hicieron daño a propiedad privada y establecimientos a lo largo y ancho del país. 

Las calles de Cali se convirtieron en uno de los escenarios más violentos que ha vivido el país en su historia en un hecho de este tipo. Durante el día, el alcalde de la ciudad de Cali, Maurice Ermitage, declaró toque de queda desde las 7p.m., pues desde la mañana había habido una cantidad de disturbios. El toque de queda, que busca impedir que las personas salgan a la calle y permite hacer detenciones a quienes estén incumpliéndolo, creó un ambiente de caos que terminó en balas al aire y saqueos a hogares y tiendas.

Por otra parte, en las horas de la noche también se denunciaron en redes sociales abusos arbitrarios por parte de la Policía Nacional. En días previos, Dejusticia había publicado una información útil para la sociedad civil en la que advertía que la Fuerza Pública solo puede actuar en reacción a hechos violentos y de manera proporcional el hecho. Este no fue el caso de muchos sucesos, en donde jóvenes terminaron afectados por andar en las calles, así no hubiera toque de queda, como sucedió en la ciudad de Bogotá.

No todo fue color de rosa, pero los colombianos han intentado enaltecer los actos pacíficos para que sobresalgan por encima de los hechos violentos que se toman las primeras planas de los medios de comunicación tradicionales.

Después de una larga jornada, Colombia termina con la misma incertidumbre con la que empezó el paro Nacional. A pesar de que miles de ciudadanos están pidiendo al gobierno por causas relacionadas a todos los sectores del país, el gobierno aún no se ha pronunciado frente a las peticiones. 

El presidente Iván Duque se manifestó en una alocución en la que reprochó los actos vandálicos. Sin embargo, poco dijo sobre los pedidos de la sociedad colombiana y los miles que salieron a las calles con pedidos totalmente válidos.

 

 

En vista de que el pueblo colombiano aún no recibe respuestas, se ha convocado de nuevo un cacerolazo este viernes 22 de noviembre. En éste, se espera que la voz del pueblo y el ruido de las cacerolas sea más fuerte que cualquier acto violento para que el gobierno deba responder por las peticiones y no en contra de unos pocos que deslegitiman la protesta.

 

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