ANÁLISIS

Dejemos de satanizar el Network Marketing

¿Por qué tanto escepticismo? ¿por qué nos sigue dando temor cuando nos hablan de redes de mercadeo? ¿será que no hemos entendido?

Persona trabajando en un computador.

Persona trabajando en un computador. / Foto: Pexels – Imagen de referencia

LatinAmerican Post | Natalia Isaza Chavarría

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Read in english: Let’s stop demonizing Network Marketing

De algunos meses para acá he venido recibiendo invitaciones de varios, por no decir de muchos amigos, amigas y familiares a presentaciones de diferentes negocios. Siempre he tenido una idea del tema del que me hablarán, sin embargo, al principio era muy reacia y los frenaba a todos con un rotundo no, con un “esas cosas no son para mí y no me gustan” pero ¿yo cómo lo sabía si nunca lo había hecho y si nunca lo había escuchado de personas que tuvieran resultados?

Así que un día dije sí, si tantas personas lo están haciendo, algo bueno debe tener. Un par de horas de mi vida escuchándolos solo me dará más conocimiento y sentará las bases para seguir diciendo no, o por el contrario para abrirle las puertas a este mundo. Cuando decidí abrir mis oídos y mi mente, entendí algunas cosas, que creo que son importantes para quitarnos ese sesgo que tenemos con las redes de mercadeo y prácticamente con cualquier cosa desconocida que nos llegue. 

Primero que todo entendí que los networkers estudian, se forman y aprenden como cualquier profesional, la diferencia es que van aprendiendo y haciendo a la par. Entendí que las redes de mercadeo no se tratan de reclutar personas, se tratan de construir equipos, que por el contrario al sistema tradicional, no son equipos competitivos, todos pasan a ser compañeros y apalancamientos, hablando desde el tiempo y desde las habilidades.

También entendí que en este sistema se busca la formación del ser, más que el simple hecho de ganar mucho dinero (que todos así lo queremos, ya lo sé) se trata de enriquecerse no solo económicamente hablando, por eso sus sistemas de educación sobrepasan a la que pudimos recibir en el colegio o en instituciones de educación superior, a los networkers se les forma, entre muchos otros temas, en inteligencia financiera, emocional, liderazgo, gestión del riesgo y creación de equipos, temas pilares para cualquier profesional.

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Siendo muy consciente de que salir de lo tradicional es difícil, entendí que esta es otra forma de trabajar, y que precisamente por eso nos da miedo, por ser diferente. Esta forma de hacerlo nos muestra que no necesariamente tenemos que ser el activo para siempre de nuestros ingresos, que con un buen equipo, si se puede producir mientras se duerme, mientras se está enfermo o en los días libres. Estas redes nos muestran que el equipo que ya dejó de ser competencia, se apalanca y entiende que el crecimiento de uno, es el de todos, porque aquí no se trata de que uno asciende y el otro se estanque, aquí todos los triunfos tienen cabida. 

Lo que mueve a los networkers ni siquiera son esos triunfos o las metas en sí, aunque establecerlas es muy importante, es el proceso, todo el desarrollo mental, espiritual y emocional por el cual, muy conscientemente, deben pasar, para que luego ese crecimiento se vea reflejado en el ámbito financiero, porque es una construcción a largo plazo, a profundidad, que no se trata de simplemente ganar dinero, se trata de mantenerlo y duplicarlo. Para eso hay que tener un largo proceso y aprendizaje en gestión e inteligencia financiera, un punto tan vital en este mundo movido por el dinero, que no lo enseñan en las academias tradicionales. 

Actualmente y hablando desde mi contexto, Colombia, donde el salario mínimo es el más bajo de toda América Latina, nos vemos obligados a estar en una búsqueda constante de otras fuentes de ingresos, ya que este salario no nos alcanza ni para lo básico. Es, entre otros, en estos nuevos mercados (no tan nuevos para el resto del mundo) donde podemos encontrar una buena columna financiera que quizás se pueda convertir en la principal y que más allá de eso, nos permitirá generar otro tipo de relación con el dinero, donde nosotros no trabajemos para él, sino que por el contrario, sea él el que trabaje por nosotros. En ese punto logré verlo tan viable que, junto con muchas otras cosas que me encanta hacer, ahora ese desarrollo integral hace parte de mi quehacer diario. 

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