La educación virtual y su problema con la deserción de alumnos
¿Cómo lograr que los alumnos tengan una experiencia satisfactoria y no abandonen?.
La educación virtual está representando un problema para estudiantes. / Foto: Pexels
LatinAmerican Post | Ariel Cipolla
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La pandemia del coronavirus impidió que las clases presenciales tomen su curso habitual. Para evitar los contagios, los países decidieron implementar la modalidad de educación a distancia. Algunas instituciones continuarán bajo esta modalidad, incluso una vez que acabe esta cuarentena,. Por ejemplo, la web de iProup destaca que “la educación virtual llegó para quedarse en las carreras de grado”, dado que se diseñan nuevas modalidades de cursada adaptadas a esta circunstancia.
Otra de las posibilidades sería, tal y como destaca el medio La Nación, la incorporación de aulas duales. Básicamente, sería complementar las horas de clase presenciales con las virtuales, a través de videollamadas y programas de gestión educativa online, pero también con la presencialidad de las aulas.
A pesar de las buenas intenciones en términos de enseñanza, todavía surge un inconveniente: ¿hasta qué punto son posibles estas modificaciones? Si bien la educación virtual parece ser el paradigma en el que estamos parados, pero también hacia donde el mundo avanza, toca por ver cuáles pueden ser las realidades materiales que impidan este sistema. Veamos qué sucede.
La educación virtual: desafíos y problemáticas
Cuando hablamos de educación virtual, debemos hacer el foco en el para quién. Según destaca el sitio de La Tinta, las tecnologías “irrumpen como necesidad”, ya que son medios necesarios para acceder a la enseñanza del aprendizaje. No obstante, las desigualdades sociales pueden potenciar escenarios donde existan fracturas para acceder a estos conocimientos.
La imposibilidad de acceder a una computadora, por ejemplo, puede provocar dificultades e imposibilidades de continuar con la cursada. Por ejemplo, el medio de La Nueva de Bahía destaca que se produjo un 17% de deserción escolar en la zona, debido a que tienen dificultades no solamente desde los medios, sino también en la adaptación psicológica a una nueva forma de enseñar.
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Esta situación provocó cambios a nivel estructural de enseñanza y de contenido. Los profesores, por ejemplo, parecen tener una mayor sobrecarga de trabajo, especialmente en la faceta de correcciones, ya que tienen que implementarse nuevas formas de evaluación. Al mismo tiempo, los docentes mismos pueden ser fruto de esa desigualdad de acceso, dado que muchos no pueden tener una buena conexión, un ordenador o ni siquiera sabían utilizar un smartphone.
Así, el alumnado parece quedar afectado por todo un sistema que deriva en un bajo nivel de interacción. El medio de Uno Entre Ríos destaca que existen carencias a nivel de plataforma de videoconferencias, de forma tal que pueda generarse, en la virtualidad, un espacio donde docentes y estudiantes puedan comunicarse “en vivo”.
Siguiendo con la falta de comunicación entre la institución y los alumnos, que es uno de los factores de deserción escolar en esta instancia, la página web de El Doce TV comenta que, por ejemplo, en la Argentina la educación pública sincrónica es casi nula. A pesar de los esfuerzos de los docentes, la realidad de las diferencias en el acceso a la tecnología parece imponerse.
En este punto, conviene decir que la perspectiva actual es la de que, si bien las instituciones barajan ciertos lineamientos, la decisión final la tiene el docente. La puesta en práctica de uno u otro sistema, la comodidad de manejarse con plataformas e incluso el uso activo de las herramientas digitales parece quedar a la deriva del manejo, el conocimiento y las posibilidades materiales de los docentes, al mismo tiempo que ocurre con los maestros.
Por lo tanto, si tomamos en cuenta esto, debemos decir que, a pesar de que esta generación es considerada “nativa digital”, no todos están aceptando esta modalidad. De acuerdo con el medio iProfesional, los alumnos “luchan con dificultades de conexión y falta de equipamiento”, donde a seis de cada diez les gusta poco o nada esta modalidad. Está claro, entonces, que deberán igualarse las oportunidades y optimizar el sistema para evitar la baja masiva de alumnos.