Inseguridad alimentaria en un nuevo sistema internacional
En un año donde la humanidad se ha visto expuesta a múltiples amenazas, regresa una preocupación fundamental de la humanidad: la alimentación.
La llegada de una pandemia global y el declive económico más drástico en la historia contemporánea sólo exponen la debilidad de las instituciones internacionales con la inseguridad alimentaria. / Foto: Unsplash
LatinAmerican Post | Jorge Francisco Vuelvas Lomeli
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Los retos más importantes a los que se enfrenta el planeta en los próximos años serán: los desastres naturales, consecuencia del efecto invernadero, la falta de agua y la radicalización política de la sociedad. Los mencionados retos desembocan en una consecuencia aterradora para la humanidad: inseguridad alimentaria a niveles nunca antes vistos.
Hay teóricos e intelectuales promotores del libre mercado que exponen a la sociedad un mundo inundado de innovaciones tecnológicas, inteligencia artificial, desarrollo económico y el fin de la pobreza, promesas que auto-elogian la labor del poder político y económico trabajando en conjunto para detener una inminente catástrofe global. Sin embargo, la llegada de una pandemia global y el declive económico más drástico en la historia contemporánea sólo exponen la debilidad de las instituciones internacionales y el mercado liberal.
La liberalización del mercado alimenticio y su impacto en la humanidad.
El apresurado adelanto tecnológico y científico, la apertura comercial y la globalización son elementos que no han ayudado a erradicar por completo el hambre y tampoco han garantizado la estabilidad de la seguridad alimentaria en la humanidad. Para el 2015 uno de los objetivos del Desarrollo Sostenible (el objetivo 2) de la Agenda 2030 buscaba poner fin a este flagelo; no obstante en 2020 el contexto internacional hace casi imposible el logro de las metas del mencionado objetivo.
El mismo Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) concluyó que este año todavía existían 135 millones de personas con hambre severa en el mundo “debido principalmente a los conflictos causados por los seres humanos, el cambio climático y las recesiones económicas. La pandemia de COVID-19 podría duplicar ahora esa cifra y sumar unos 130 millones de personas más que estarían en riesgo de padecer hambre severa a finales de 2020”.
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¿Cómo se miden las amenazas de seguridad alimentaria?
Según la FAO, para que un país goce de seguridad alimentaria plena debe cumplir con cuatro dimensiones principales:
- Disponibilidad física de los alimentos
- Acceso económico y físico de los alimentos
- La utilización de los alimentos
- La estabilidad en el tiempo de las tres dimensiones
Por cada una de las dimensiones la Organización de las Naciones Unidas, el Banco Interamericano de Desarrollo y demás organizaciones tienen indicadores que miden la inseguridad alimentaria, y aunque la mayoría de los índices dan efectos adversos al continente Africano, la mayoría de los indicadores de la estabilidad ponen a la región de América Latina como vulnerable.
Esta vulnerabilidad es objeto de la mala gestión de gobiernos inestables de la región, así como la dependencia de mercados internacionales que compran y venden mercancías en nuestrospaíses.
Situación actual de los sistemas de producción
Los sistemas de producción actuales se encuentran inmersos en retos que ponen a prueba su capacidad de sortear la nueva realidad del mercado internacional. En primer lugar la agricultura, está enfrascada en un sistema de dominio de las transnacionales, las cuales provocan una mayor volatilidad de los precios, y al mismo tiempo impiden el crecimiento y desarrollo de la agricultura tradicional sostenible.
Los campesinos y campesinas no dejan de cultivar la tierra en las crisis, para ellos no hay interrupciones porque son los que garantizan la seguridad alimentaria del país, es decir nuestra calidad de vida en la ciudades.#graciascampesino pic.twitter.com/iLbYeKgHfX
— CosechaDigital (@CosechaDigitalC) December 10, 2020
Un ejemplo de lo anterior se vislumbra en México, ya que según el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria del Poder Legislativo, determinó que en 2018 gran parte del maíz que se consume en México es proveniente de Estados Unidos. Esta dependencia se observa de manera práctica al posicionarse la nación mexicana como la mayor compradora de maíz de Washington, y el consumo de este grano interno es cada vez más recurrente.
Perú es otro ejemplo de dependencia alimentaria, ya que según datos de la FAO, este país importa 87% del trigo y 60% de todo el maíz que consume; a esto hay que agregar que no se ha gestionado oportunamente el uso de suelo en esta nación sudamericana, por lo cual se queda a expensas de la especulación de los precios internacionales de alimentos.
¿Cómo afrontar la amenaza?
Un proyecto moral y una aproximación ética del bien común no son la estrategia más óptima para la mejora de la seguridad alimentaria, ya que se deben tomar en cuenta factores que muchas veces el mercado no contempla en los acuerdos comerciales y reglas internacionales. Dentro de los principales factores son: ideologías, culturas, religión, regímenes políticos autoritarios y el nacimiento de nuevos poderes que son inevitables en el sistema internacional (terrorismo, narcotráfico y crimen organizado).
Por ello, la celebración de reglas a nivel internacional debe tener efectos vinculantes, bajo una perspectiva del derecho internacional, que obligue y señale reglas claras de equidad en el mercado y eliminación del hambre, bajo una premisa de equilibrio de poder entre los estados-nación, empresas transnacionales e intereses multinacionales.
La mecanización agrícola sostenible puede reducir la pobreza y lograr la seguridad alimentaria al tiempo que mejora los medios de vida de las personas
¿Cómo podemos hacer que la mecanización en la agricultura sea más sostenible y accesible para los agricultores? pic.twitter.com/Cu5Ml3OKJ6
— FAO Américas (@FAOAmericas) December 13, 2020
Bajo esta nueva realidad internacional, el comercio de alimentos puede ser fortalecido dotando a la FAO de nuevas facultades que regulen las cuatro dimensiones de seguridad alimentaria a nivel internacional, a fin de prever un escenario de crisis global en caso de declive ambiental, conflictos bélicos, pandemias y demás sucesos que amenacen la seguridad alimentaria.
La organización internacional afirma que ampliar la disponibilidad de alimentos y gestionar eficazmente una política agrícola es esencial para mantener la estabilidad alimentaria, para lograr lo anterior se necesita ejecutar políticas públicas que destinen recursos públicos a la agricultura y ganadería; con ello se irá disminuyendo la dependencia del comercio exterior de alimentos y no hay vulnerabilidad respecto a los precios cambiantes en el mercado bursátil internacional.