AMÉRICAS

¿Qué implica que Wall Street compre deuda de países de Latinoamérica?

La crisis económica surgida a raíz del COVID-19 parece ser el escenario perfecto para entidades financieras que buscan comprar deuda latinoamericana.

Laptop con gráficas de inversiones

La Comisión Económica de América Latina y el Caribe advirtió que la crisis por el COVID-19 es la mayor crisis económica en un siglo para los latinoamericanos. Foto: Unsplash

LatinAmerican Post | Ariel Cipolla

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Read in english: What does it mean for Wall Street to buy debt from Latin American countries?

El mundo cambió por el COVID-19. Por supuesto, no todos pudieron hacerles frente a las enormes pérdidas que implicó en términos financieros. En el caso de nuestra región, la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL) advirtió que se trata de la mayor crisis económica en un siglo para los latinoamericanos.

Si bien este desplome sin precedentes se da en todas partes del mundo, las economías latinoamericanas tuvieron que hacer frente a una crisis realmente grande. Tal vez, por eso, una alternativa comenzó a tomar fuerza para afrontar la capacidad de pago ante semejantes inconvenientes financieros: la deuda.

Los gobiernos se endeudaron a través de bonos soberanos, de forma tal que pudiesen disminuir el enorme gasto fiscal que implicó la redistribución del ingreso para aminorar el impacto de la pandemia. Por eso, algunas entidades pueden aprovecharse de ese financiamiento para comprar deuda, como es el caso de Wall Street. Conozcamos más detalles.

Wall Street y la deuda latinoamericana

Los grandes fondos de inversión se interesan por América Latina, pues suele ofrecer los mejores intereses en comparación con el resto del mundo. Eso explica que el capital privado se dirija hacia nuestra región durante la crisis, siendo una inversión que proviene, al menos en su mayoría, de Wall Street.

La explicación de la necesidad de la deuda se sustenta, como no podía ser de otra manera, en las distintas medidas de ayuda que lanzaron nuestros gobiernos. Desde la BBC advierten que, contrario a lo que se cree, la región no es la que más gastó en términos de PBI, pues se utilizó un 2,4%, mientras que el mundo decidió destinar un total del 3,7%, aproximadamente.

La cuestión, entonces, no pasa tanto por la cantidad de gasto en comparación con el resto del mundo, sino por entender que las tasas de interés de las economías más ricas están en los niveles más bajos de la historia. Por ejemplo, según El País el Banco de México recortó este nivel hasta el 4%, lo cual implica el monto más chico desde el 2016.

Por eso, los países y las empresas prefieren no endeudarse. El inconveniente es que no solamente se endeudarían para cubrir el nivel de gastos en crecimiento por el COVID—19, sino también para refinanciar deudas anteriores. Es decir, tomar deuda para poder hacerle frente a los intereses de las deudas de años atrás.

Para comprenderlo mejor, debemos saber que, en el 2020, la región emitió bonos gubernamentales y empresariales por un valor de 157.000 millones de dólares. Esto no aplica parar las economías argentinas y ecuatorianas, que tienen un bajo acceso a los mercados de deuda internacional, lo cual dificulta la tarea de traer capital extranjero para invertir en sus territorios.

En el caso de estos países, Wall Street decidió excluirlos de la lista de países con acceso al crédito para reestructurar su deuda. Las razones fueron simples: no tienen políticas claras de sostenibilidad. En el caso de la economía argentina, vemos que la calificadora Moody’s reveló que fue la que más cayó entre los países del G20, con una baja del PBI del 10%, en comparación con el 3,3% del resto de países. A la vez, aseguró que será el país con menor crecimiento durante el 2021, lo cual dificulta todavía más la confianza de Wall Street.

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Por eso, para el mercado de bonos resulta realmente atractivo financiar a la región comprando deuda en países emergentes con capacidad de pago. El riesgo sería que las tasas de interés fuera de la región acaben subiendo, pero también una depreciación de los tipos de cambio. Del mismo modo, la fuga de capitales también podría ser un problema, algo que ocurriría si otros mercados se vuelven más interesantes para invertir.

En caso de que la inflación estadounidense aumente, las tasas de interés subirían y América Latina tendría una nueva fuga de capitales. Eso, a la vez, generaría dificultades para conseguir financiamiento del exterior, lo cual continúa con el ciclo de que cada vez menos empresas estén dispuestas a invertir en la región y generar riqueza desde el sector privado.

Justamente, Wall Street había invertido unos 115.000 millones de dólares en deuda de América Latina, mientras que ese valor en todos los mercados emergentes subió a unos 614.400 millones. Sin embargo, el interés depende, como bien mencionamos, de que no haya modificaciones en la política monetaria.

Así, la capacidad del ahorro también puede ser clave para evitar una posible fuga de capitales y una baja en las condiciones económicas de la región. En definitiva, en un momento tan delicado para América Latina y el mundo, donde se necesita la confianza de los mercados para generar las condiciones necesarias para los estímulos fiscales, es clave entender por qué Wall Street se interesó tanto en este lugar.

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