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Los retos de Bukele para el 2022

La recuperación de la economía tras la crisis por la COVID-19, el impulso del bitcoin y el manejo de la deuda externa son los principales retos para el presidente de El Salvador.

Nayib Bukele, presidente de El Salvador y de fondo la bandera de este país

Estos son los retos que tendrá Nayib Bukele este 2022. Foto: IG-nayibbukele

LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez

Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, es uno de los personajes más polémicos del 2021. Este año, convirtió al país centroamericano en el primero en adoptar el bitcoin como una divisa de curso legal. El presidente anunció que el país cierra el 2021 con cerca de 1.400 de estas criptomonedas en su poder. Asimismo, este año anunció la construcción de la primera Bitcoin City, que es una de sus principales promesas para el 2022 y supone grandes retos para el país porque se trata de una apuesta muy arriesgada, al tratarse de una inversión volátil que podría dar grandes réditos o fracasar.

No obstante, en contraste a los anuncios de inversión en criptomonedas, el país atraviesa una grave crisis fiscal y de financiación. En realidad, durante el 2021 la deuda pública alcanzó una cifra histórica de $23,347 millones de dólares que representa cerca del 85% del PIB del país. En esta área, en los próximos años debe pagar Letras del Tesoro de la Nación y Eurobonos por más de $1.200 millones. Además, durante meses ha estado en negociaciones tensas con el Fondo Monetario Internacional.

El temor frente a la iliquidez del país para asumir sus pagos hace que se eleve el riesgo. “Las tendencias que vemos para el riesgo económico y el riesgo de la industria se mantienen negativas”, señaló la calificadora de riesgos Standard & Poors en su más reciente comunicado, del 16 de diciembre, sobre la revisión de bancos e instituciones financieras no bancarias. Además, en octubre ya había señalado el cambio de las calificaciones soberanas de El Salvador de estable a negativa por sus necesidades de financiación que cada día crecen más. Solucionar la crisis de la deuda, aumentar la productividad del país e implementar un sistema fiscal más efectivo son necesidades urgentes que deben acelerarse en el 2022.

La Asamblea Legislativa aprobó el Presupuesto General de la Nación por $7,967 millones, con una brecha presupuestaria de $498 millones, para los que tendrá que adquirir una nueva deuda. Lo cierto es que durante el 2021, su economía fue una de las que mejor crecimiento tuvo en Latinoamérica, con un crecimiento del 11,7 % en el tercer trimestre de 2021.

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Sin embargo, el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales asegura que realmente el Estado Salvadoreño deberá financiar $1.209 millones, es decir un 15% de su presupuesto. Además, añade que “La economía salvadoreña crecerá en 2021 más de lo que se esperaba, pero en 2022 volverá a la trampa de bajo crecimiento económico en la que ha estado sumida por más de dos décadas” e indica que son preocupantes los recortes en educación, redes hospitalarias y ayudas a sectores vulnerabilizados, mientras que los salarios de los funcionarios públicos aumentan. Todos estos factores muestran un tinte cada vez más autoritario en el gobierno de Bukele, que hace urgente que se implementen medidas más democráticas en el país y se fortalezcan las instituciones, si no quiere perder el respaldo internacional de otros Estados e Instituciones.

En cuanto a las relaciones con Estados Unidos, cada vez son más tensas. De hecho, durante el 2021, el Gobierno de la Casa Blanca impuso varias sanciones a funcionarios del gobierno de Bukele por temas de corrupción e involucramientos en actividades delictivas. Sin embargo, con la crisis económica, para el país puede ser muy peligroso seguir perdiendo a un aliado tan antiguo como Estados Unidos, pues la presión económica podría empeorar aún más. No obstante, el gobierno ha tenido acercamientos a China, que es muy probable que sean mayores y creen más cooperación o alianzas durante el 2022. Sin embargo, recientemente se anunció un plan de Estados Unidos y México, llamado “Sembrando Oportunidades” para hacer inversiones privadas en Honduras, Guatemala y El Salvador, para generar oportunidades laborales que reduzcan la migración.

Como los demás países del continente, El Salvador no se escapa de la crisis social que ha profundizado la pandemia. De acuerdo con el Banco Mundial “la pobreza extrema, medida como US$1,9 al día, disminuyó de 13 por ciento en 1995 a 1,5 por ciento en 2018” en El Salvador. No obstante, la violencia y la criminalidad en el país es alta y está asociada a las guerras de pandillas y maras que aún marcan el contexto de la nación.

Por otra parte, temáticas de los colectivos feministas, como la despenalización del aborto, cada vez hacen mayor presión en las agendas de los países de Latinoamérica. En este sentido, El Salvador es uno de los países más restrictivos, porque su código penal los prohíbe en todos los casos y establece penas para las mujeres de hasta 8 años de cárcel. De hecho, cada año se condenan a mujeres que incluso han sufrido abortos espontáneos, sometiéndolas a graves situaciones de injusticia. Así que se trata de un tema sobre el que el gobierno no podrá mantener la vista a un lado por mucho tiempo, porque recientemente recibió una condena por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el “Caso Manuela”, en el que se encarceló a una mujer por un aborto espontáneo.

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