A prácticamente diez meses de haber asumido como presidente, el profesor rural ha sido criticado constantemente y no ha conseguido consolidarse en el sillón presidencial. ¿Por qué la baja popularidad de Pedro Castillo?.
Foto: Presidencia de la República del Perú
LatinAmerican Post | Nicolás Donoso Álvarez
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El 28 de julio del año pasado, Pedro Castillo, profesor y líder sindical, juraba como presidente de Perú, luego de derrotar en una polémica, disputada y cerrada elección a Keiko Fujimori. No podía ser de otra manera en una nación que ha contado con seis presidentes en la última década, y muchos de ellos se han visto envueltos en casos de corrupción y, por lo mismo, no han podido ni terminar sus mandatos en medio de protestas, de un estallido social y de un sinfín de controversias.
Pues bien, Pedro Castillo aparecía como la opción del cambio, con ganas de redactar una nueva Constitución y replicar el proceso que en la actualidad se lleva a cabo (con más de una polémica) en Chile y buscaba transformar el Estado para que este se hiciera cargo de sectores que históricamente han sido opacados o simplemente olvidados por los gobiernos de turno. Según la encuestadora Ipsos, a mediados de abril, Castillo llegó a 76% de desaprobación, la más alta desde que llegó al poder.
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Lejos de cumplir con las altísimas expectativas que prácticamente la mitad del país tenía en él, Castillo ha tambaleado en los primeros meses y ha sido sumamente criticado. No hay que olvidar que fue electo como presidente en una elección muy peleada, como se mencionó con anterioridad. En la primera vuelto lideró, pero apenas con un 18,92% de los votos y con más de 7 millones de peruanos que se abstuvieron de la votación, según las cifras entregadas por la Oficina Electoral de Procesos Electorales (Onpe). Ya en la segunda vuelta venció a Keiko Fujimori, pero con un "fallo fotográfico", pues obtuvo el 50,13% frente al 49,87% de la candidata del Frente Popular.
Incontables cambios de gabinete
Uno de los principales dolores de cabeza para Castillo ha sido su gabinete, y es que desde que nombró al primero el pasado 28 de julio ya ha realizado cuatro cambios, y no se descarta que en los próximos meses realice otro. Cifras que son realmente preocupantes en un país al que le urge la estabilidad y las certezas. Quizás el error más sonado fue cuando nombró a Héctor Valer como primer ministro, congresista a quien la gente asociaba como un hombre extremista. La olla se destapó cuando distintos medios informaron respecto a que un juez le había impuesto medidas cautelares por una denuncia de su hija, en la que hablaba agresiones a ella y a su fallecida esposa.
Valer duró apenas tres días en el cargo de primer ministro, pues tuvo que renunciar y Castillo volvió a reformar su gabinete. Pero esta no fue la única controversia en la que se vio involucrado el presidente, basta con recordar que en su primer gabinete eligió como jefe de Estado a Guido Belido, parlamentario de Perú Libre, admirador del régimen cubano y de las reformas radicales, que apenas duró poco más de tres meses en el cargo. Su brazo derecho renunciaba y Castillo explicaba que esta decisión era "en favor de la gobernabilidad".
Pero esto no es todo, y es que estos cambios parecen girar y chocar entre sí, porque la sucesora de Guido Belido fue Mirtha Vásquez, quien no alcanzó a cumplir 4 meses cuando decidió renunciar de manera irrevocable por lo que ella denomina un "problema estructural de la corrupción del Estado". Y ya se sabe que quien la reemplazó fue Héctor Valer, el desenlace ya se conoce y en la actualidad el presidente del Consejo de Ministros del Perú es Aníbal Torres.
Una aprobación en caída libre
De acuerdo a la información entregada por Datum, Castillo tiene una aprobación de apenas el 12%, mientras que su desaprobación ya llega al 75% a nivel nacional. Este rechazo en Lima alcanza el 80% y los rangos de edad en los que muestra un nivel más alto de desaprobación son en aquellos y aquellas que tienen entre 55 a 70 años, ahí las cifras llegan al 74%.
Estos números reflejan la poca gobernabilidad que ha tenido el líder en todos estos meses, en donde sus constantes cambios de gabinetes, las acusaciones que lo llevaron hasta un juicio político en donde para su suerte terminó con el Congreso rechazando su destitución y los señalamientos por corrupción que han asomado en el último tiempo han dejado al profesor rural en una muy mala posición.
Próximo a cumplir un año en la presidencia y con infinitas polémicas y cuestionables decisiones, Pedro Castillo tendrá que seguir navegando en aguas turbulentas, en un país que requiere y exige gobernabilidad y cambios, pero que, sin embargo, vive en la incertidumbre y en una ingobernabilidad que parece no tener fin. En Perú se viven tiempos difíciles, y aquel profesor y líder sindical que juró como presidente tendrá que estar a la altura de las circunstancias.