La polémica detrás del desfile de Schiaparelli: ¿qué tanta responsabilidad social tiene la moda?
La Semana de la moda de Alta Costura en París 2023 inició con la polémica del desfile de Schiaparelli, en el que fueron expuestas tres cabezas falsas de animales.
Foto: Kylie Jenner
LatinAmerican Post | July Vanesa López Romero
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El pasado 23 de enero se dio comienzo a la Semana de la moda de la Alta Costura en París 2023, la cual presenta las colecciones de la temporada primavera-verano de las casas de moda más importantes. Schiaparelli es quizás la más nombrada en lo que va de la semana. Su desfile se realizó el mismo día que empezó el evento y presentó la colección conceptual “Inferno Couture”, inspirada en el Infierno de “La Divina Comedia” de Dante Alighieri, dentro de la que se encuentran los tres diseños que desataron la polémica: vestidos que exponen las cabezas de un leopardo, un león y una loba, todas falsas.
El legado de Schiaparelli
Lo primero que hay que tener en cuenta para entender la polémica detrás del desfile es el legado conceptual que tiene esta casa de moda italiana. Elsa Schiaparelli, la fundadora de la marca, marcó sus diseños con un claro amor e inspiración en el surrealismo, tanto así que varios de sus vestidos más famosos fueron hechos en colaboración con Dalí. Este estilo vanguardista se mantuvo de 1927, año de la fundación de la marca, hasta 1954, año en que la casa cerró sus puertas. En 2014, Schiaparelli recobró vida de la mano de Marco Zanini y en 2019 nombró al diseñador estadounidense Daniel Roseberry como director creativo.
Al día de hoy, Schiaparelli es reconocida por mantener su estilo surrealista, sus cortes asimétricos, el uso de accesorios como eje central y sus diseños arriesgados y adelantados a su época.
La polémica de las tres cabezas
Esa característica arriesgada es, quizás, lo que llevó a Roseberry a pensar en tres vestidos que representaran muy literalmente a los animales con los que Dante se encuentra en el primer ciclo de su viaje en el poema de “Infierno”: un leopardo, un león y una loba que simbolizan la lujuria, el orgullo y la avaricia respectivamente. Tres de las modelos más importantes de los 90 fueron las encargadas de lucir los vestidos en la pasarela: Shalom Harlow, Irina Shayk y Naomi Campbell. Además, Kylie Jenner, una de las mujeres más influenciadoras del mundo, estuvo en primera fila con el mismo vestido que usó Irina Shayk, el de la cabeza de león. Las piezas escultóricas se llevaron toda la atención gracias a su cuidado al detalle, pues daban la impresión de ser cabezas reales que habían pasado por un proceso de taxidermia.
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Si bien la pasarela recibió alabanzas en un inicio, en el momento en el que las imágenes comenzaron a circular en redes sociales, las críticas salieron a la luz y, al día de hoy, no han parado. Los internautas señalaron que las piezas recordaban a los trofeos de los cazadores: cabezas disecadas y colgadas en muros para su exposición. La marca aclaró a través de sus publicaciones en redes sociales que ningún animal había sido herido en la hechura de los vestidos, y explicó que las cabezas habían sido hechas a partir de gomaespuma moldeable, resina, lana y pelo y piel sintética de seda.
Sin embargo, la conversación avanzó y llegó a problematizar el mensaje que podría estar dando esta pasarela en particular, sobre todo en un punto en el que se le está exigiendo a la industria de la moda una responsabilidad ambiental y silvestre. Según quienes critican esta decisión de Schiaparelli, esta colección puede llevar a la compra de ropa hecha con pieles exóticas, a la glorificación de prácticas como la caza y la cosificación de los animales.
Pero, por otro lado, quienes defienden a la marca, abogan porque el mensaje puede ser el opuesto, y que se trata de un llamado a la conservación de la vida silvestre, sobre todo de especies como la del leopardo de las nieves, que se encuentra en peligro de extinción.
Lo cierto es que, tanto la marca como Roseberry han sido claros en que el concepto del desfile está inspirado en la obra de Dante y en ningún momento han declarado que estos tres vestidos en particular tuvieran como fin ser un mensaje a favor o en contra de un movimiento social, como lo es el de la lucha contra el maltrato animal. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, a pesar de que la marca aseguró que no hubo maltrato animal para la elaboración de las piezas, el uso de la lana y del pelo y piel sintética de seda requiere un proceso en el que tanto las ovejas como los gusanos de seda son maltratados.
Si algo queda claro con este debate, es que no toda manifestación artística tiene por qué defender un postulado, y, hasta ahora, parece ser que “Inferno Couture” no lo hace. Sin embargo, sí es cierto que las manifestaciones artísticas sí deben tener una responsabilidad social, sobre todo en una industria como la de la moda, que se sirve de materia prima para sus composiciones. Schiaparelli tuvo esto en cuenta al trabajar con materiales que a simple vista no tienen por qué estar envueltos en un proceso de maltrato animal (aunque sí lo están), pero es evidente que Roseberry tuvo que haber previsto las lecturas que se harían de sus diseños.