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Reseña de “Babylon”: la cruda realidad de la industria de Hollywood

Hollywood se ha mantenido en el imaginario colectivo cómo la Meca del cine, un lugar mágico y perfecto, pero esta cinta retrata sin censura, con humor y ritmo, la otra cara de ese mundo. Acá nuestra reseña de "Babylon".

Fotograma de la película Babylon

Foto: Paramount Pictures

LatinAmerican Post | Jose Arnold López Hernández

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Read in english: Review of “Babylon”: the Harsh Reality of the Hollywood Industry

En los últimos años, el cine norteamericano se ha cuestionado, con nostalgia, sobre la industria cinematográfica en diferentes épocas. Tarantino, Paul Thomas Anderson, David Robert Mitchell y Steven Spielberg han recurrido a historias que reflejen los sentimientos que provocan el avance industrial y tecnológico del cine.

La industrialización del cine y su constante evolución es un proceso que se ha retratado de manera magistral en el clásico "Singing in The Rain". Décadas después de esta película, Damien Chazelle realizó con ese mismo espíritu, con el foco esta vez en los protagonistas y no en la industria, "La La Land" uno de los musicales modernos más enternecedores. La película mostraba de forma mágica y especial (solo como lo puede hacer el cine) el ascenso de dos estrellas y sus sacrificios.

Ahora con "Babylon", Chazelle sorprende con la antítesis de su anterior película. La trama está cargada del mismo amor al cine, pero desde una visión madura y existencialista. ¿Es una historia vacía que alaba a Hollywood o tiene algo que decir sobre el estado actual de las cosas? Un poco de ambas. Te contamos en nuestra reseña de "Babylon".

Del circo sin ley y orden a la hegemonía conservadora.

"Babylon" es desde su concepción una película ambiciosa, cruda, divertida e irónica con todo lo que quiere abarcar. En ella se nos cuentan varias historias que se van entrelazando para mostrar el cambio de estatus, la hipocresía de los poderosos y lo difícil del cambio. ¿Eso complica la narrativa y su intención? No del todo.

La historia principal es sobre Manuel "Manny" Torres, un soñador que busca su oportunidad para entrar en este mundo caótico y mágico de la industria de Hollywood. Para ello, su primer encargo es llevar un elefante a la mansión del excéntrico Jack Conrad para su fiesta. Y es en este lugar donde su destino empezará a cruzarse con Nellie LaRoy, una actriz en ascenso, Lady Fay Zhu, una cantante ambiciosa y con habilidades para el diseño, y Sidney Palmer, un trompetista afroamericano comprometido con su música.

Desde sus primeros minutos, se muestra el enfermizo compromiso de la industria por captar la atención y extasiar, tanto al creador como a su audiencia. La película no se detiene en ningún momento para mostrar lo extremista, vibrante y traicionero del sistema industrial que hace películas. Se vale de saltos temporales que marcan el ascenso y caída de cada personaje.

¿Qué tan cruel puede ser este cambio? “Babylon” no tiene miedo de mostrar el ciclo continuo de admiración, desprecio y olvido que sufre toda la cadena de personas que se necesitan para hacer una película. Para ellos y para el espectador, el mundo cambia solo por complacer un ideal. Quienes habitan este mundo han olvidado la razón por la cual empezaron a hacer cine, así que cortan todo lazo emocional o ético. La industria cambia a los personajes a tal punto que los deja irreconocibles, odian lo que les ha pasado, pero aman el arte del cual hicieron parte.

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Una fiesta cíclica, sin descanso y sin fin

El ritmo desenfrenado, que parte principalmente de la alocada y glamorosa vida de sus personajes, alcanza a las imágenes que proyecta, su música y su entorno. De esta misma manera, el deterioro mental, ético, moral y social va creciendo, reforzado por las actuaciones de un grupo brillante y carismático, liderado por una Margot Robbie que dejará sin aliento a más de uno.

A pesar de ser completamente exagerada en su primera mitad, para luego ser un poco más calmada en la segunda, la película logra tener un equilibrio entre el melodrama y la comedia durante sus tres horas de metraje. ¿Excesiva su duración y sus intenciones? Quizás, pero la sinceridad y la pasión de "Babylon" constituyen una ironía: la locura hollywoodense no se puede desligar de la pasión de quienes fueron sus estrellas.

El cine se ha pensado, criticado y analizado como entretenimiento y como arte. La relación de poder, vista desde los que estaban junto a la cámara proponiendo ideas y captando la magia, es lo que hace que sea duro de ver. El público da el poder a las estrellas, las imágenes y el sonido. Se convierte en un negocio que no le debe nada a nadie, incluso cuando parte de esa magia ocurre desde el placer desmedido.

Para concluir, "Babylon" puede sentirse como una película excesiva en todos sus aspectos, pero es una postura comprometida con reflejar ese exceso en pantalla, a cualquier costo. No solo es entretenida, audaz, grotesca y melancólica a la vez, sino también una reflexión sobre la gente que ayudó a hacer la industria para luego ser olvidados. "Babylon"va de la relación entre creador, arte y espectador, que, desde su perspectiva, puede ser igual de ruin e igual de hermosa. La puedes ver aún en cines.

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