Reseña de “Los Espíritus de la Isla”: Crisis existencial en una isla irlandesa
Nominada a nueve premios Óscar, que incluyen el galardón a mejor película, la nueva comedia negra de Martin McDonagh navega por la angustia existencial desde la ruptura repentina de una amistad. Esta es nuestra reseña de " Los Espíritus de la Isla".
Foto: YT-20th Century Studios
LatinAmerican Post | Juan Andrés Rodríguez
Escucha este artículo
Read in english: Review of “The Banshees of Inisherin”: Existential Crisis on an Irish island
Mientras finaliza la Guerra Civil Irlandesa (1923), al otro lado del mar, en la isla ficticia de Inisherin, empieza un conflicto cuando Colm (Brendan Gleeson) decide de un día para otro terminar la amistad de toda una vida con Pádraic (Colin Farrell), con el motivo de que lo encuentra aburrido. Desconcertado por la crueldad de alguien que creía era su amigo, Pádraic se rehúsa a conformarse con la compañía de su hermana Siobhán (Kerry Condon) y el tonto del pueblo, Dominic (Barry Keoghan), así que persiste en retomar su relación con Colm, quien toma acciones macabras para mantener la distancia.
Con esta premisa, Martin McDonagh ("Tres anuncios por un crimen") construye una atmósfera peculiar, con la musicalización de Carter Burwell, para una historia que aborda la crisis existencial desde el desasosiego con lo familiar y la pérdida de una ilusión. Esta temática, que fácilmente puede resultar lúgubre, es moldeada audazmente por McDonagh con un guion sencillo y divertido, escrito específicamente para sus cuatro protagonistas (Farrell, Gleeson, Condon y Keoghan), quienes hacen un trabajo increíble y meritorio de sus nominaciones.
La soledad en lo familiar
En un principio, "Los espíritus de la isla" nos presenta a Colm como un sujeto estoico y cruel, pero pronto se entiende el origen de esta actitud como una respuesta a la depresión. Brendan Gleeson retrata la vulnerabilidad de su personaje sin recurrir al extremo emocional. Aparenta certeza sobre su decisión, cuando realmente está desesperado por encontrar una salida del desconcierto que le genera el miedo al olvido.
Colm ve en el arte la única forma válida de construir un legado, que entiende como la obra que perdura por siglos. Se concentra, entonces, en formar lazos con músicos para componer una melodía. En medio de su ambición y la angustia por el tiempo, no ve un propósito para Pádraic y por eso lo trata con indiferencia y hostilidad. Ante esta explicación, Pádraic replica que la amabilidad también perdura en los recuerdos de un ser querido y que su meta por dejar un legado no debe implicar renunciar a ser amable.
Esto da relevancia a la coyuntura bélica: ¿No es la guerra la renuncia a la amabilidad en búsqueda de un legado? Esta requiere de la convicción de que es válido causar sufrimiento al otro si permite cumplir el objetivo, declararse vencedor entre las cenizas y perdurar en la historia y memoria colectiva.
En paralelo se encuentra el arco de Siobhán. Kerry Condon interpreta a una mujer de carácter fuerte, alguien que no está dispuesta a aceptar tonterías, pero compasiva ante los sentimientos de otros. En medio de la frustración de ser una persona inteligente, alienada por su entorno, ella reconoce que la búsqueda de la realización personal no debe ser sinónimo de narcisismo, pero que en algunos casos implica tomar decisiones que afectan a unas personas cercanas.
Lee también: Estas son las 5 grandes ausentes de los nominados al Óscar 2023
La pérdida de una ilusión
La insatisfacción de Colm con su vida en Inisherin contrasta con la felicidad que transmite Pádraic desde su primer momento en pantalla. Es un hombre sin grandes ambiciones, que encuentra la plenitud en medio de lo rutinario, como consentir a su mini burra Jenny y compartir una cerveza todos los días con su mejor amigo. Aquí Colin Farrell brilla con una inocencia encantadora que paulatinamente se pierde en el duelo por una amistad. Sus gestos capturan emociones que transitan entre la desilusión, negación, rabia y anhelo de recuperar su lugar seguro.
Como símil de Pádraic está Dominic, un joven imprudente e inconsciente de sus limitaciones, pero que actúa genuinamente con buenas intenciones. Aunque su presencia es corta, Barry Keoghan encuentra el tono perfecto para lograr un personaje entrañable, que se sobrepone a las burlas y abusos de sus pares. Keoghan protagoniza uno de los momentos más desoladores del filme, cuando afronta un rechazo y con el corazón roto debe despedirse de un sueño.
"Los Espíritus de la Isla" explora diferentes formas de combatir la soledad y buscar la plenitud. La aparente solución de un personaje es la causa de angustia para otro. Gracias a las interpretaciones magistrales de su reparto, abundan momentos hilarantes, conmovedores, devastadores y sumamente memorables, que invitan a reflexionar sobre si hemos renunciado a la amabilidad por perseguir una meta y sobre si hemos lastimado en el proceso a un ser querido. "Los espíritus de la isla" se pregunta por el concepto de legado y problematiza la idea de que este sea un trabajo que trasciende nuestra existencia, pero que ignora los recuerdos que dejamos con quienes compartimos.