Reseña de “Sin Novedad en el frente”: El valor del uniforme en detrimento de la vida

Con nueve nominaciones a los Premios Óscar, “Sin novedad en el frente” es quizá la principal amenaza de “Argentina, 1985” en Mejor Película Internacional. Muchos van más allá y creen que puede quedarse con la estatuilla de Mejor Película en la ceremonia.

Este relato antibélico llega en el momento indicado de la coyuntura global con la guerra entre Ucrania y Rusia. Este ítem puede ser clave en la repercusión que está teniendo, pero como obra tiene muchos atributos para ser considerada entre las mejores que se han hecho sobre conflicto bélico en los últimos años.

¿De qué va la película?

Basada en el libro homónimo de Eric Maria Remarque, “Sin novedad en el frente” presenta a Paul (Felix Kammerer), un joven que quiere unirse al ejército alemán con la ilusión, vendida por la propaganda gubernamental, de avanzar hasta París durante el remate de la Primera Guerra Mundial.

A través de él, el espectador puede llegar a una idea de cómo pudo ser la cotidianidad del Frente Occidental. Este comando, que duró cuatro años, dejó un saldo de más de tres millones de soldados sacrificados por unos cuantos metros de territorio. Al final, los comandantes no lograron su cometido y en nombre del honor alargaron la agonía de una generación hasta el último minuto. Paul y sus amigos viven en carne propia lo peor que dejó esta guerra de trincheras.

El filme alemán producido por Netflix cuenta con la dirección de Edward Berger y se estrenó en la plataforma para septiembre del año pasado. En los BAFTA, “Sin novedad en el frente” consiguió siete estatuillas, que incluían la de la categoría de Mejor Película, y ahora va por la hazaña en los Premios Óscares.

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El uniforme por encima del soldado

En pocas palabras, “Sin novedad en el frente” retrata cómo en la Primera Guerra Mundial un uniforme tenía más validez que el soldado que lo portaba. En uno de los diálogos, Kat (Albert Schuch) le dice a Paul: “¿Qué sé yo? Soy un par de botas con un rifle”. Esta última frase que resume la premisa principal del filme.

Además, retrata la paradoja implacable que nos plantea la guerra, en la que mucho pasa, pero poco cambia. La esencia humana se convierte en frías cifras que alimentan un reporte; lo individual y particular queda borrado por la destrucción; quienes terminan escribiendo la historia con sus decisiones, aun cuando son los derrotados, lo hacen desde la opulencia.

El esquema del filme pone a Paul como conector principal de las subtramas, pero realmente es Kat quien termina dándole sentido a la construcción narrativa. La historia comienza y termina de la misma forma: un soldado novato recogiendo las identidades de los soldados caídos, todo para darle un sentido final al nombre que lleva.

Además de este subtexto que nos muestra el filme, lo más desgarrador termina siendo los sueños cercenados. Hay demasiada potencia en una de las escenas que con un lenguaje simple toca fibras profundas.

Minutos después de ser herido, Kat recuerda una anécdota de cuando intentó estudiar en la que la profesora le preguntó por una palabra que rimara con “morisqueta”, a lo que él no supo responder. La respuesta se la da Paul: “Escopeta”. Kat nunca pudo terminar sus estudios como sí lo hizo Paul, pero la guerra, la escopeta, los igualó.

La película tiene una fuerza narrativa que se defiende sola, pero la fotografía es probablemente el aspecto más destacado. La simetría que algunas escenas tienen rozan la perfección y el diseño sonoro acompaña este aspecto para volver al filme una especie de experiencia inmersiva.

Con un buen guion y una fotografía deslumbrante, “Sin novedad en el frente” podría dejar en el rezago a filmes de la talla de “Dunquerque” o “Jojo Rabbit” en su género bélico.