ECONOMÍA

¿Qué tiene que ver la teoría del decrecimiento y la jornada laboral?

La teoría del decrecimiento se ha popularizado en los últimos años y ya comenzamos a ver resultados de su práctica. Un claro ejemplo es en la jornada laboral.

Persona sosteniendo un reloj de arena

Foto: Freepik

LatinAmerican Post | July Vanesa López Romero

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Read in english: What does the Theory of Degrowth Have to do with the Working Day?

La economía que actualmente domina nuestro mundo, en un sentido muy teórico, es la del capitalismo liberal, el cual se basa en la idea del crecimiento constante; en otras palabras, es una economía enfocada en aumentar bienes y servicios. El problema con este postulado es que parece creer que los recursos son infinitos, los que han resultado en consecuencias tanto sociales como ambientales. Ante esta problemática, la teoría del decrecimiento económico ha resurgido y se ha popularizado como una buena opción para hacer frente a la crisis climática. 

¿Qué es la teoría del decrecimiento?

La teoría del decrecimiento es una respuesta al crecimiento económico descontrolado que tiene como base disminuir los bienes y servicios a partir de una economía sostenible que tenga en cuenta la preservación de los recursos naturales. Esta se plantea como una disminución regulada y controlada con resultados como el bienestar social y ambiental. 

Además, esta teoría va en contra de lo que se conoce como desarrollo sostenible, y asegura que la sostenibilidad es imposible si se plantea que todos los países alcancen niveles de consumo tan altos como aquellos que están desarrollados. Así, no se trata de aumentar hasta alcanzar el mismo nivel y quedarnos sin recursos, sino de decrecer para llegar al mismo nivel y hacer un uso más adecuado y consciente de los recursos que nos quedan. 

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Los detractores del decrecimiento aseguran que el crecimiento económico, sobre todo el que se dio después de la Segunda Guerra Mundial, es el que hizo que el mundo se enriqueciera, se generará empleo y educación. Y es que si hay algo claro es que este es el momento más rico de la historia de la humanidad, algo paradójico teniendo en cuenta que la mayoría de las personas en el mundo son pobres. Asimismo, los postulados del decrecimiento son en parte problemáticos porque con el COVID-19 se demostró que el decaimiento de la producción y consumo en los países desarrollados y ricos trae fuertes consecuencias en los países pobres y en vía de desarrollo.

Si bien la teoría del decrecimiento tiene su origen en las críticas hacia la industrialización de pensadores como Henri David Thoreau y Lev Tolstoi en el siglo XIX, no fue hasta la década de los 70 que el concepto nace de mano de Nicholas Georgescu-Roegen, un economista y matemático considerado como el padre de esta teoría. Georgescu-Roegen parte de la bioeconomía para asegurar que el modelo capitalista no tiene en cuenta la degradación de la energía y la materia, y que el uso desmesurado de los recursos llevará al planeta a sus límites. Desde entonces han sido varios los expertos que han ayudado a ampliar esta teoría, pero esta no tuvo mucha fuerza para ser algo más que un postulado, hasta hace unos cuantos años. 

Con la creciente concientización del cambio climático, la teoría del decrecimiento también ha ganado popularidad y hoy, frente a las crisis climáticas y de justicia social que vivimos, tiene relevancia no solo en la comunidad científica, sino también en la agenda política de algunos países, por lo que ha sido adoptada por algunos gobiernos del mundo para pruebas piloto. 

El primer éxito de la teoría del decrecimiento

Algunos países en Europa han puesto particular atención a la teoría del decrecimiento y recientemente se dio su primer gran logro en el Reino Unido. A finales de febrero se publicaron los resultados de un estudio que realizó la Universidad de Cambridge y el Boston College en el que participaron 61 empresas que se comprometieron a reducir en un 20% sus horas de trabajo sin la reducción del salario por un periodo de prueba de 6 meses.

Los resultados arrojados mostraron que las renuncias y bajas por enfermedad se redujeron en un 57% y 65% respectivamente y los ingresos de las empresas aumentaron en un 1,4%. Asimismo, el 71% de los trabajadores aseguraron tener menos agotamiento que al haber iniciado la prueba y el 39% afirmó estar menos estresado. Además, 92% de las empresas que participaron en la prueba piloto, mostraron interés en continuar con el modelo de semana laboral de 4 días, en incluso 18 de las 61, realizaron un cambio permanente en las políticas de la empresa. Esta prueba piloto es la punta de la lanza de la teoría del decrecimiento, que asegura que bajar los niveles de producción tiene un impacto en el bienestar social y ambiental sin necesidad de reducir los ingresos y el bienestar económico.  

¿Qué beneficios traería a tu vida?

En orden de bajar los niveles de producción, la teoría de del decrecimiento podría traer más tiempo libre. Como ya lo vimos, en el caso de Inglaterra la jornada laboral se redujo de 5 a 4 días. Este modelo que promete popularizarse aún más podría llegar a países de Latinoamérica muy pronto, pues la región vive un momento de gobiernos de izquierda que han puesto particular atención en el medio ambiente y en la sostenibilidad. En ese orden de ideas, tu salud mental podría mejorar al reducir los niveles de agotamiento y estrés clásicos de la sobre carga laboral. La salud física también se vería afectada, pues las posibilidades de padecer enfermedades respiratorias o asociadas al cambio climático decrecerían gracias a la baja en niveles de carbonización. 

Por otro lado, una de las bases de esta teoría argumenta que con el crecimiento económico quienes se ven más beneficiados son los ricos, que se hacen más ricos, mientras que las clases medias y bajas deben ver sus ingresos quedarse cortos para una vida que cada vez se hace más cara. La ecuación es simple, salarios estáticos en comparación a líneas de productividad y crecimiento en aumento. Con este modelo, que puede llegar a ser adoptado por gobiernos que no necesariamente respondan a ideales de izquierda, la carga y los beneficios pueden llegar a ser más balanceados. 

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