El primer ministro haitiano, Ariel Henry, ha enfatizado su compromiso de mejorar el control fronterizo y reanudar el diálogo con la República Dominicana para abordar las crecientes tensiones causadas por la controvertida construcción del canal en su frontera compartida .
Foto: X @DrArielHenry
The Latin American Post Staff
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Se desarrolla la dinámica geopolítica: una perspectiva histórica
En el complejo panorama geopolítico del Caribe, la isla Hispaniola, compartida por Haití y la República Dominicana, ha sido a menudo escenario de dramas históricos y políticos. El último acto en esta narrativa en curso es el compromiso del Primer Ministro haitiano, Ariel Henry, de entablar un diálogo con la República Dominicana, con el objetivo de aliviar las tensiones que han estallado por la construcción de un canal en un río fronterizo.
Este compromiso sigue a una larga historia de relaciones tensas entre las dos naciones, marcadas por diferencias culturales, políticas y económicas. La reciente construcción por parte de Haití de un canal en el río fronterizo Masacre (conocido como Dajabón en la República Dominicana) ha tensado aún más estas relaciones, lo que ha llevado a una serie de acciones de represalia por parte de la República Dominicana, incluido el cierre de fronteras y la suspensión de la emisión de visas.
En una medida para abordar esta brecha cada vez más profunda, el Primer Ministro Henry convocó una reunión con autoridades locales en la región noreste de Haití. Esta reunión no fue simplemente otro ejercicio burocrático; fue un paso crítico para reafirmar la postura de Haití sobre la explotación equitativa de los recursos hídricos compartidos mediante tratados internacionales. La reunión, calificada de significativa por el gabinete haitiano, tenía como objetivo evaluar la evolución de la situación fronteriza y explorar soluciones sostenibles al diferendo.
Complejidades históricas: raíces de las relaciones haitiano-dominicanas
Este conflicto fronterizo no es un incidente aislado sino un reflejo de las complejidades de larga data que caracterizan las relaciones entre Haití y República Dominicana. La historia compartida de La Española se remonta a la era colonial, cuando los imperios francés y español dividieron la isla en dos colonias distintas. Esta división sentó las bases para dos identidades nacionales muy diferentes. Haití obtuvo su independencia en 1804 como la primera república liderada por negros del mundo, y la República Dominicana hizo lo mismo en 1844.
A lo largo de los siglos, la relación entre las dos naciones ha estado marcada por conflictos y tensiones alimentadas por diferencias de idioma, cultura y desarrollo económico. La frontera, una demarcación de 224 millas de largo, ha sido a menudo un punto álgido, donde cuestiones de migración, comercio y gestión ambiental crean fricciones.
La construcción del canal en el río Masacre es la última de una serie de cuestiones polémicas. Para Haití, el canal representa un esfuerzo por gestionar sus recursos hídricos de manera más efectiva, una necesidad crítica para un país que enfrenta desafíos ambientales y dificultades económicas. Sin embargo, para República Dominicana, esta construcción es vista como una decisión unilateral que viola sus derechos compartidos de agua y plantea riesgos ecológicos.
La respuesta de la República Dominicana a la construcción del canal, incluido el cierre total de la frontera y la suspensión de la emisión de visas, tiene implicaciones importantes. Perturba el comercio bilateral y afecta la vida de las personas en ambos lados de la frontera. En respuesta, Haití se ha negado a reanudar el mercado binacional y detener la construcción del canal, profundizando aún más el impasse.
Llamado al diálogo: la visión del primer ministro Henry
En este contexto, el llamado del Primer Ministro Henry al diálogo y a un enfoque colectivo es un rayo de esperanza. Su énfasis en evitar decisiones individuales y fomentar una estrategia consensuada se alinea con una visión más amplia de coexistencia pacífica y cooperación. El compromiso con las autoridades locales subraya la importancia de una postura unificada al abordar las disputas internacionales.
La intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA) en este asunto, mediante el nombramiento de una comisión para evaluar la situación en torno al canal, significa el reconocimiento por parte de la comunidad internacional de la gravedad de la disputa. Esta medida de la OEA va más allá de resolver un tema específico. Aún así, también indica la necesidad de un enfoque regional para abordar los desafíos compartidos que enfrentan las naciones caribeñas.
La disputa fronteriza entre Haití y República Dominicana es algo más que un simple canal. Manifiesta agravios históricos más profundos, disparidades socioeconómicas y una búsqueda de control soberano sobre los recursos naturales. Destaca la necesidad de un enfoque colaborativo para la gestión de recursos, especialmente en una región propensa a vulnerabilidades ambientales.
Mediación internacional: un papel crucial
Mientras Haití y la República Dominicana navegan por esta compleja disputa, el papel de organismos internacionales como la OEA se vuelve crucial. Su participación podría proporcionar una plataforma de diálogo neutral, ayudando a mediar en el conflicto y fomentar el entendimiento mutuo. Esta disputa también subraya la importancia de adherirse a los tratados y acuerdos internacionales, asegurando que las acciones tomadas por una nación no afecten perjudicialmente a su vecina.
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El compromiso del Primer Ministro Ariel Henry de dialogar con la República Dominicana es un paso positivo hacia la resolución de un problema de larga data con implicaciones para la estabilidad regional y la cooperación. La resolución de la disputa del canal podría sentar un precedente sobre cómo las naciones caribeñas gestionan los recursos compartidos y abordan los desafíos transfronterizos. A medida que ambos países avancen hacia una posible resolución, el papel de la comunidad internacional para facilitar el diálogo y garantizar que se respeten los acuerdos será fundamental. El camino por delante es complejo, pero con un enfoque renovado en el diálogo y la cooperación, hay esperanza de una resolución pacífica que respete los derechos y necesidades de ambas naciones.