América Latina no superará su bajo crecimiento en 2017
Las dificultades económicas de los países de América Latina, que se traducen en un bajo crecimiento generalizado, entre otras tendencias, continuarán en este 2017. Tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial esta semana han proyectado a la baja las expectativas de crecimiento en las economías de la región.
El FMI calcula que América Latina y el Caribe podrían crecer un 1,2 por ciento durante 2017, lo que es un 0,4 punto porcentual menos que lo previsto en octubre pasado, y se proyecta un crecimiento de un 2,1 por ciento en 2018. Estas estimaciones se produjeron durante la revisión de su informe Perspectivas de Crecimiento Mundial, presentado el lunes.
“En América Latina, la revisión a la baja del crecimiento refleja en gran medida una menor expectativa de recuperación a corto plazo en Argentina y Brasil tras cifras de crecimiento que defraudaron las expectativas en torno al segundo semestre de 2016, condiciones financieras más restrictivas y vientos en contra más fuertes para México debido a la incertidumbre relacionada con Estados Unidos, así como el deterioro ininterrumpido de la situación en Venezuela”, reza el documento.
En el caso de Brasil, la economía más grande de la región, la institución disminuyó en tres décimas sus previsiones de crecimiento para este año; se estima que su producto interno bruto (PIB) solo se expandirá un 0,2 por ciento. Sobre Argentina, el FMI asevera que existe una “menor expectativa de recuperación a corto plazo”, pero no se actualizaron sus proyecciones.
México, la otra gran economía de la región, sufrió un gran recorte de 0,6 puntos tanto en el porcentaje de crecimiento económico de 2017, que quedó ubicado en 1,7 por ciento, como para el próximo año cuando se espera que se ubique en un 2 por ciento.
Juan Carlos Moreno-Brid, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que la actitud agresiva del presidente electo Donald Trump altera todos los canales de entrada de divisas de México. “Afecta las exportaciones, remesas, inversión extranjera directa y la volatilidad de los flujos de capital. Todo eso incide adversamente en el clima de negocios de toda la inversión en el país”.
Moreno-Brid también señala que aunque a corto plazo las políticas que pueda implementar el nuevo gobierno estadounidense puedan impulsar el crecimiento económico de ese país, México no podrá beneficiarse de ello si no cambia su modelo de desarrollo.
“En México se necesita un acuerdo político para trazar una estrategia a corto plazo y responderle a Trump, así como para enfrentar la normalización de la política monetaria de Estados Unidos con el alza de las tasas de interés”, asevera Moreno-Brid. “La estrategia a mediano y largo plazo debe ser cambiar la economía mexicana, basada en las exportaciones, a un sistema que favorezca el mercado interno y una política de distribución del ingreso y desarrollo productivo que produzca un mayor crecimiento”.
Por otro lado, el Banco Mundial también reveló el 12 de enero sus previsiones de 2017, en un documento titulado Perspectivas económicas mundiales para América Latina y el Caribe. El informe señala que Centroamérica crecerá a una tasa del 2,1 por ciento este año, mientras que América del Sur solo crecerá crecerá un 1,2 por ciento.
Según las estimaciones del BM, en América Latina y el Caribe se registró una contracción del 1,4 por ciento en 2016, segundo año consecutivo de recesión, y se trata de “la primera vez en más de 30 años que se registra una contracción plurianual”.
Panamá crece, pese a los escándalos
Panamá será el país de la región que más crecerá este año con un 5,4 por ciento, según el banco, seguido de Nicaragua (4 por ciento), Costa Rica (3,9), Honduras (3,5) y Guatemala (3,2).
Carlos Araúz García, economista y hombre de negocios panameño, comenta que esa tasa de crecimiento es fruto de una visión de país que apunta a un modelo económico con poca producción pero centrada en los servicios.
“El año pasado la inversión extranjera en Panamá fue de casi 5500 millones de dólares, lo que supera por mucho al resto de la región”, asevera Araúz. “Hay seguridad jurídica y zonas francas económicas que ofrecen muchas ventajas porque no dependen del cambio político ni de la producción de materias primas. Pero también tenemos deficiencias amplias en educación, una cultura de subsidios y el surgimiento de una corrupción que debemos erradicar”.
Los escándalos de los Panama Papers y la reciente vinculación de la línea 2 del metro de Panamá con los sobornos de Odebrecht han afectado la percepción que tienen los panameños sobre la gestión pública, dice Araúz: “La cámara de comercio y la de construcción indican que muchas empresas han dejado la economía formal por lo que ha venido aumentando el mercado callejero de buhoneros que no aportan a la seguridad social ni pagan impuestos. Si le preguntas a un panameño te va a decir que hay problemas en temas como la seguridad y eso les preocupa mucho”.
Esa separación entre las buenas proyecciones macroeconómicas y la vida cotidiana de los ciudadanos también es patente en países como Honduras, cuya economía, según el BM, debería crecer un 3,5 por ciento en 2017, un porcentaje menor que el de 2016, estimado en 3,7 por ciento.
Hugo Noé Pino, economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) de Guatemala, explica que esas proyecciones deben contrastarse con el crecimiento de la población hondureña, que se ubica en un 2 por ciento.
“Eso quiere decir que en términos per cápita, el crecimiento solo es de 1,5 por ciento, lo cual es insuficiente para reducir el desempleo y la pobreza. Los frutos del crecimiento económico se concentran en pocas manos, eso hace que la situación sea muy difícil para la mayoría de la población. Honduras debería crecer más del 6 por ciento para lograr avances importantes”, advierte Pino.
La contracción venezolana
Como ya es una tendencia desde hace varios años, Venezuela ocupa el último lugar entre las economías de la región. El Banco Mundial prevé una contracción de 4,3 por ciento este año y un tímido crecimiento de 0,5 en 2018. Las tensiones políticas del país, así como los problemas generados por los controles de cambio y precio que han generado un desabastecimiento generalizado y tasas de inflación que, según el FMI, superarán el mil por ciento, son algunas de las características de la crisis del país petrolero.
“Han abusado de los controles, tanto de cambio como los de precios”, explica Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, una empresa venezolana dedicada al análisis del entorno macroeconómico. “Además tienen un grave problema en el frente fiscal: no se respetan los derechos de propiedad, no estimulan la inversión local ni extranjera, y lo único que impulsaba la economía eran los altos precios del petróleo. Cuando ese panorama cambió y bajaron los precios, el país entró en esta espiral de recesión”.
Oliveros afirma que ya son tres años consecutivos en los que la economía venezolana está cayendo en todos los indicadores. El grupo de investigadores de Ecoanalítica ha calculado que van doce trimestres de contracción económica, sin incluir el 2017. “Es una contracción acumulada de casi un 25 por ciento del PIB, es la recesión mas profunda y larga que se ha vivido en Venezuela”, concluyó el experto.