Austria: La extrema derecha acaricia el poder
El ultranacionalismo aparenta ser el más acertado para formar una coalición con el niño prodigio de Austria
Read in English: Austria: extreme right seems one step closer to obtaining power
El conservador Partido Popular (ÖVP) ganó las elecciones del 15 de octubre en Austria con una estimación de voto superior al 31,6%, por delante del Partido Socialdemócrata (SPÖ), 26,9%, y el ultranacionalista Partido Liberal (FPÖ) con 26% respectivamente. El ÖVP, durante campaña, usó un discurso tosco en contra inmigrantes y extranjeros acercándose a la extrema derecha, aunque hubo sus diferencias y choques en la contienda electoral.
La candidatura de Sebastian Kurz, de tan sólo 31 años y que le ha otorgado el título de niño prodigio, permitió al partido volver a ser el más votado del país, situación que no sucedía desde el 2002. El nuevo canciller austriaco se convertirá así en el mandatario más joven del mundo.
Pero el giro a la derecha de Austria es mucho más profundo. Mejorando sus resultados de 2013, el FPÖ ha obtenido un 26% de los votos que le sitúan como tercera fuerza del país, cerca de su mejor registro histórico obtenido en 1999. Esta victoria les abre las puertas del gobierno para formar una coalición con conservadores como la que ya funcionó entre 1999 y el 2006; teniendo en cuenta el discurso de Kurz, la posibilidad de dicha coalición no es remota.
A diferencia de otros países de la Unión Europea, en Austria la presencia política de la ultraderecha no es anormal y por el contrario es una fuerza bastante fuerte que los pactos con esta no son recurrentes. Incluso, los socialdemócratas, SPÖ, quienes acusaron al FPÖ de “volcar a la población contra las minorías”, no han descartado llegar a acuerdos para este nuevo periodo.
Los resultados del 15 de octubre sólo permiten dos posibles escenarios. Se puede repetir una Gran Coalición como la que ha gobernado Austria durante la última década o la extrema derecha regresa al poder. La segunda parece la opción preferida en Viena, teniendo en cuenta los discursos y la campaña que se utilizó. Aunque FPÖ y ÖVP se criticaron en campaña peleando por el voto conservador e islamófobo, sobre el papel tienen más similitudes que discrepancias en materia migratoria, pues ambos quieres frenar la llegada de migrantes a Austria.
Incluso estando en la oposición, el FPÖ ha marcado la agenda política que debe llevarse, pues le ha servido su posición para traer temas relevantes al parlamento, así como llegar a distanciarse de las políticas de la Unión Europea. El discurso de la ultraderecha quiere limitar al extranjero y usar el sentimiento nacionalista para acariciar el poder. En Austria, cerrar las fronteras y reducir ayudas a los refugiados ya no es patrimonio de los extremistas, pues Kurz como ministro de asuntos exteriores impulsó las medidas para cerrar el paso de estos.
De entrar en el gobierno, esta fórmula derechista chocará fuertemente con la canciller alemana Angela Merkel, que ve como la ultraderecha decide la agenda política de Europa central. Además, el FPÖ en campaña suscito la posibilidad de unirse al Grupo de Visegrado, alianza formada por Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia, que les distanciaría de Bruselas y que comparten un sentimiento anti migratorio bastante marcado.
De conformidad con la tradición, después de las elecciones, el actual canciller Christian Kern ofreció su renuncia y la de su gobierno al presidente Alexander Van der Bellen. Siguiendo el protocolo, el presidente pidió al gobierno continuar hasta la formación del nuevo gobierno. Ahora el presidente en dialogo con los partidos, le pide al que obtuvo la mayoría, el ÖVP, hacerse cargo de formar un gobierno, allí se materializaran las alianzas mencionadas.
Van der Bellen, como es tradición tiene que dialogar con los líderes de todos los partidos y sugerir que las políticas que surjan para llevar las riendas del país vayan en línea con las políticas de la Unión Europea, aunque no necesariamente esto suceda el presidente debe buscar armonía entre las dos partes.
Latin American Post | Carlos Eduardo Gómez Avella
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