Colombia: ¿paraíso del turismo sexual?
Según Unicef, en Colombia hay 35 mil menores explotados sexualmente: ¿se puede frenar este fenómeno?
Cada año en promedio más de 3,5 millones de visitantes llegan a Colombia. El país rico en fauna, flora, gastronomía, destinos paradisiacos y cosmopolitas, atrae a turistas de todas partes del mundo que llegan a la nación en búsqueda de descanso y experiencias multisensoriales. Sin embargo, hay una problemática que parece estar convirtiéndose en la principal atracción y el país del sur parece no tener una estrategia clara para contener la situación: el turismo sexual.
Colombia es el cuarto país de América Latina en donde el negocio del turismo sexual es más fuerte y ‘rentable’. En ciudades como Cartagena, Medellín y Bogotá, la prostitución salió de las sombras y ahora es común ver este tipo de transacción dinero-sexo en lujosos hoteles, restaurantes y principales avenidas. Este flagelo ha avanzado al punto de ver organizadores independientes ofertando el turismo sexual de manera abierta para un público exclusivo dispuesto a pagar miles de dólares por unas cuantas horas de ‘placer’. Así, un reciente video promocional que ofrece una fiesta con sexo y alcohol en una isla de Cartagena ha generado indignación en Colombia. El evento denominado ‘Sex Island’, promete a los turistas tres días de sexo, drogas y alcohol ilimitado, además de dos mujeres por cada hombre. La fiesta enmarcada en un contexto totalmente ilegal, ofrece un cupo limitado para 30 hombres y el costo ha pagar es de 5 mil dólares por persona.
El video promocional, el cual ya ha sido suspendido de varias plataformas en Internet, muestra lugares como el Aeropuerto Internacional de Cartagena, la Avenida Santander y un ambiente “paradisiaco” entre mujeres semidesnudas que atienden a hombres en un yate en el medio del Caribe. El evento que pretende realizarse del 24 al 27 de noviembre está siendo investigado de cerca por la Interpol, Migración y la Policía Nacional, quienes trabajan en conjunto para deportar a todos los turistas que planeen asistir a la fiesta e identificar a los organizadores y redes de trata de personas detrás de éste.
Entre la decisión y la obligación
Según investigaciones de la Unicef, en Colombia 35 mil menores son explotadas sexualmente. Muchas de estas víctimas son engañadas por las organizaciones delictivas que las contactan principalmente mediante redes sociales, ofreciéndoles trabajos como meseras, asistentes o en viveros, sin mencionar nunca el contexto sexual al que se verán forzadas a vincularse. Otras, en cambio, son seducidas por módicas sumas de dinero, a cambio de tomarse fotos o trabajar como ‘damas de compañía’.
Las niñas entre 12 y 14 años son las más vulnerables. Los proxenetas cobran a sus clientes altas sumas de dinero por conseguir una menor en este rango de edad para satisfacer sus aberraciones, pero las menores reciben ínfimas sumas monetarias debido a su “inexperiencia” en el negocio. Es así como entre el consentimiento propio y la obligación, miles de jóvenes caen en redes de trata de personas. En una tarde de trabajo sexual en ciudades como Cartagena, una mujer puede ganarse lo que devenga un colombiano promedio durante un mes de trabajo.
Con la gestión de la Policía Nacional, desde 2013 más de 700 jóvenes han sido retiradas de la prostitución en las calles de Cartagena. En el caso de las menores de edad las autoridades intervienen de manera directa por medio de controles y labores de inteligencia para judicializar a los implicados. A las mayores de edad, se les ofrecen oportunidades educativas y laborales para que voluntariamente se alejen de estas redes sexuales que distorsionan el futuro de una nación y el de sí mismas.
Latin American Post | Krishna Jaramillo
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