Colombia y Venezuela: hermanos en la indignidad
Ante la crisis de refugiados venezolanos en Colombia cabe preguntarse ¿Qué hacer ante tan difícil situación?
El éxodo ilegal de venezolanos hacia Colombia ha determinado que los recursos destinados a los colombianos más pobres deban compartirse con los extranjeros, hermanándolos en una precaria situación laboral, social y de salud que se extiende rápidamente en Sucre, Cúcuta y en el sur del departamento de Atlántico.
Aunque el director de Migración Colombia, Christian Kruger, aseguró hace unos meses que Colombia está abierta a que los venezolanos que ingresen legalmente al país puedan conseguir trabajo y mejorar sus condiciones de vida, la realidad nos presenta un panorama muy difícil tanto para los venezolanos que llegan, como para los ciudadanos del país anfitrión que no estaba preparado para tan difícil distinción.
La mayoría de inmigrantes entra clandestinamente a territorio colombiano sin la visa laboral que les permita acceder a un trabajo legal, por lo que deben resignarse a trabajar en peluquerías, restaurantes, negocios informales, ventas ambulantes e incluso en la prostitución. Este hecho no solamente es injusto para los venezolanos en cuanto que sus patrones abusan de su condición de ilegalidad para pagarles sumas ínfimas, sino que desplaza a los ciudadanos en situación de pobreza a una pobreza aún mayor.
Lo primero que se hace notorio –después del cálido acento venezolano- es el hacinamiento. En casas donde antes vivían cinco personas pobres ahora se albergan quince, según la alcaldesa de Manatí (Sucre, Colombia), en declaraciones para la Revista Semana del 25 de marzo de 2017.
Tanto en Sucre como en la zona fronteriza de Cúcuta y en el sur del departamento de Atlántico donde el éxodo de venezolanos es más notorio, el problema de la atención en salud se ha agudizado, ya que con el mismo exiguo presupuesto las autoridades deben atender a una población necesitada que se ha triplicado en los últimos meses. Los venezolanos ya no son los ricos turistas de los setentas; son damnificados de una gran crisis política/ económica y han tenido que compartir la misma situación angustiosa de los colombianos más pobres.
¿Qué hacer ante tan difícil situación? ¿Endurecer las leyes migratorias para reducir el ingreso de venezolanos a Colombia? ¿Aumentar el presupuesto en salud, educación y vivienda incluyendo a los inmigrantes, aunque afecte otros presupuestos? ¿Debatir esta problemática en escenarios internacionales? En todo caso, cualquier decisión deberá tomar en cuenta lo que a veces parecen ignorar legislaciones y sistemas: la dignidad del ser humano.
LatinAmerican Post | Aura Acevedo M.
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