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Drama del día electoral en Bolivia explicado: Morales custodiado pese a una orden de arresto

En un día cargado de tensión, Evo Morales se dirigió a las urnas rodeado por un escudo humano de leales. Llevaba un marcador rojo, prometió anular su voto y desafió una orden de arresto que lo persigue a cada paso.

Un cordón sindical alrededor de un “padre político”

Llegaron al amanecer, con camisas blancas que atrapaban la primera luz mientras se desplegaban por las polvorientas calles de Lauca Ñ. Radios crepitaban, camionetas rugían en ralentí, motocicletas se alineaban en formación. Algunos sostenían en alto la wiphala multicolor de Bolivia; otros ajustaban la barrera humana con disciplina ensayada.

Su tarea era simple, su propósito absoluto: custodiar a Evo Morales, el expresidente al que aún llaman su “padre político”.

“No es solo Evo: él es nuestro padre ideológico, político, orgánico; por eso debemos cuidarlo. No es una obligación, es un deber”, dijo Germán Felipe Mamani a EFE, en el centro de la guardia de 150 personas que había entrenado para este día.

Esta “seguridad sindical”, nacida del mundo sindical que siempre fue bastión de Morales, lo acompañó desde Lauca Ñ hasta Villa 14 de Septiembre, el pueblo donde Morales ha votado por años. Se desplegaron en un cordón coreografiado, formando un muro vivo entre el expresidente y los curiosos. El muro se abría para los niños que corrían a saludar, y se cerraba de nuevo como un músculo.

El momento fue tanto festivo como defensivo. Allí estaba un líder enfrentando un peligro legal, pero todavía llevado en hombros por un movimiento que se niega a dejarlo caminar solo.

Una orden, un marcador rojo y el intento de anular

Sobre la jornada flotaba una orden judicial que los seguidores de Morales rechazan abiertamente. Enfrenta una orden de arresto en un caso de trata de personas vinculado a una presunta relación con una menor, con quien se dice que tuvo un hijo en 2016 mientras estaba en el poder. Morales insiste en que el caso se cerró en 2020 y que solo fue reactivado para bloquear su regreso a la papeleta. Para él, se trata menos de justicia que de sabotaje político.

Así que llevó su propia arma: un marcador rojo. Lo levantaba con frecuencia, agitándolo como una bandera. Su propósito era simbólico pero agudo: lo usaría para anular su voto, y animaba a sus seguidores a hacer lo mismo.

El voto nulo, explicó, era la expresión colectiva de las bases que lo querían como candidato pero se vieron marginadas mientras ocho contendientes copaban la papeleta. Anular el voto, dijo a EFE, no era abstención sino protesta, una forma de hablar desde dentro del proceso mientras se rechazaban sus términos.

Al mismo tiempo, lanzó sospechas sobre la presencia militar y policial en los centros de votación. “Confío en la elección”, dijo, “pero carece de legitimidad”. La contradicción resumía la tensión: Morales llamando a la participación cívica con una mano, y a la anulación con la otra. Si esa postura contará como ruido o como fuerza solo se sabrá cuando se cuenten los votos.

De un micrófono radial a la fila electoral

Antes de unirse a la fila electoral, Morales habló frente a un micrófono. Su programa radial de los domingos, un ritual transmitido desde un local sindical cerca de Villa 14, se desarrolló como de costumbre. Techos de calamina vibraban con la retroalimentación mientras legisladores y dirigentes del Trópico se sentaban en sillas plegables. El programa era mitad sermón, mitad sesión estratégica, con su voz amplificada en la mañana.

A las 9:15 a.m., su caravana llegó a la Escuela Villa 14 de Septiembre. La guardia se cerró, creando dos corredores: uno para Morales y su séquito, otro para periodistas y celulares alzados entre la multitud.

Los aplausos recorrieron a los votantes ya alineados contra la pared de la escuela. Algunos se sorprendieron al ver al expresidente en su recinto. Los jurados electorales parpadearon sorprendidos cuando Morales se acercó a su mesa asignada.

La guardia lo mantuvo en movimiento, guiándolo para emitir su voto. Cuando salió minutos después, el marcador rojo volvía a estar visible, levantado en el aire como un veredicto. La escena capturaba la disonancia de Bolivia: un simple patio escolar convertido en escenario de la política nacional, un proceso legal acechando cada paso, y un movimiento que se niega a disolverse incluso mientras el Estado insiste en imponer su autoridad. Que no hubiera intento de arresto solo subrayaba por qué el escudo humano estaba allí.

Lo que viene después del voto

Cuando su voto fue emitido y su marcador mostrado, Morales regresó a Lauca Ñ, donde sus seguidores preparaban una vigilia para esperar los resultados. Para el miércoles, su bloque Evo Pueblo prometió una reunión nacional para interpretar la votación y definir estrategia.

Los intereses oficiales del día eran enormes: los bolivianos elegían presidente, vicepresidente y nueva legislatura para el periodo 2025–2030. Pero en el bastión de Morales, el Trópico de Cochabamba, las preguntas eran más punzantes: ¿Podría el movimiento mostrar fuerza sin fracturarse? ¿Podría el Estado garantizar un voto justo mientras aplicaba la ley contra su figura más polarizadora?

La coreografía reveló la tensión. Una guardia sindical, radios zumbando. Banderas y aplausos en las calles. Un marcador rojo levantado en alto como si fuera una antorcha. Para Germán Felipe Mamani, que habló de deber con EFE con el tono sencillo de un campesino explicando su cosecha, proteger a Morales es a la vez obligación y fe. El sistema legal, en contraste, habla en órdenes, cargos y artículos de código. Entre esos registros se encuentra el electorado mismo, viendo cómo la política se juega no en tribunales o palacios sino en patios escolares y en las ondas radiales.

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Sea cual sea el resultado final, Morales y sus aliados ya han enmarcado el voto nulo como su veredicto: contra una papeleta que rechazan, contra un proceso en el que desconfían, y a favor de un movimiento que creen aún marca el destino de Bolivia. El muro humano del domingo—filas de camisas blancas y un marcador rojo alzado—fue menos un espectáculo que un alegato inicial en la lucha que viene.

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