El caso del asesinato de la brasileña Marielle Franco desata una lucha por justicia y cambio
Cuando Marielle Franco, una joven concejala de Río de Janeiro, fue asesinada a tiros en marzo de 2018, el país quedó conmocionado. A finales de esa semana, cientos de miles de brasileños se unieron a decenas de protestas en todo el país. Fuera de Brasil, figuras políticas y culturales, como el expresidente de México, Vicente Fox, y el actor y director Danny Glover, se pronunciaron, señalando a Franco como un ejemplo de las consecuencias mortales del autoritarismo. En los últimos dos años, el caso se ha vuelto más complejo, avanzando lentamente en el sistema de justicia, pero las preguntas siguen sin respuesta fácil: ¿quién ordenó su asesinato y por qué su muerte resuena con tanta fuerza hoy?
El legado político de Marielle Franco
Se acercaron al auto en el que Marielle Franco estaba sentada y descargaron 13 balas. Cuatro la alcanzaron: dos en la cabeza y dos en el cuello. El conductor, Anderson Gomes, también fue asesinado: sus agresores le dispararon al menos tres veces en la espalda. Franco era concejala de Río de Janeiro y una de las activistas sociales más destacadas de Brasil. Denunciaba la violencia en las favelas de Río, condenaba a la policía militar que la apoyaba y presentaba una perspectiva política que contrastaba radicalmente con los prejuicios de la élite política de Brasil. Representaba una amenaza para aquellos que se beneficiaban de las divisiones sociales que Franco trabajaba incansablemente para desmantelar. El 14 de marzo de 2018, exactamente dos meses después del carnaval brasileño, su vida fue arrebatada en una lluvia de balas.
La muerte de Franco no fue un asesinato al azar. Fue un ataque premeditado. Su asesinato estaba diseñado para silenciar una voz que promovía la justicia social en Brasil. Al matar también a su conductor, el ataque fue un esfuerzo evidente por detener su influencia y, a modo de ejemplo, intimidar a otros. Desde el atentado y su funeral público, el asesinato de Franco ha sido considerado un acto político. Tras años de investigación y presión pública continua, dos expolicías, Ronnie Lessa y Élcio de Queiroz, fueron finalmente condenados la semana pasada, lo que marcó un paso importante hacia la justicia. Sin embargo, esta sentencia generó más preguntas que respuestas. La atención ahora se ha desplazado hacia quienes se cree que orquestaron su asesinato.
El crimen y sus implicaciones
Sin duda, el asesinato de Marielle Franco fue brutal, pero también estuvo meticulosamente planificado. Su asesino siguió su vehículo durante varios kilómetros antes de colocarse a su lado y abrir fuego. Lessa, un policía de carrera notorio por su conocimiento experto del mundo criminal de Río, disparó a Franco desde el asiento trasero, mientras su viejo compañero, de Queiroz, otro policía fuera de servicio, conducía. Fue un golpe rápido y profesional, y así lo consideraron los jurados, quienes lo calificaron como doble homicidio, intento de homicidio y uso ilegal de un vehículo clonado. Los asesinos de Franco recibieron sentencias muy largas. Fue un recordatorio brutal de los riesgos que corre cualquier activista brasileño dispuesto a desafiar el sistema.
En acuerdos de reducción de condena, ambos hombres confesaron el asesinato, y así fue como finalmente fueron condenados. Sin embargo, según la ley brasileña, que prohíbe las cadenas perpetuas, a pesar de las penas cercanas a 80 años para Lessa y de casi 60 años para de Queiroz, ambos hombres probablemente cumplirán no más de 30 años. El veredicto fue una victoria significativa para los seguidores y familiares de Franco, aunque no fue la resolución que buscaban. Muchos que siguen el caso aún esperan encontrar la respuesta a una pregunta más amplia: ¿quién planeó el crimen? ¿Y por qué?
Los hombres que pudieron haber ordenado el asesinato
Con base en estos hallazgos, el juicio cambió de enfoque, arrestando a los hermanos Chiquinho y Domingos Brazão, quienes supuestamente ordenaron el asesinato de Franco. Durante años, los hermanos Brazão dirigieron grupos de milicias en Río de Janeiro, que se lucran cobrando a los vecinos por servicios y brindando protección mediante el terror. Estos grupos extorsionan fondos para limpiar las calles y brindar seguridad en fiestas. Sin embargo, también ejercen influencia a través de una política de violencia, algo que Franco, con su activismo por los derechos de la tierra en las zonas pobres de la ciudad, confrontaba directamente.
Un detective de la Policía Federal, Guilhermo Catramby, quien investigó el caso, testificó que el trabajo de Franco en los derechos de la tierra amenazaba directamente los intereses de las milicias en el oeste de Río. Añadió que su defensa de los derechos en las favelas la puso “en confrontación directa” con las milicias. Las milicias supuestamente dirigidas por los hermanos Brazão, ahora encarcelados en espera de juicio, niegan las acusaciones. Lo mismo hace Rivaldo Barbosa, exjefe de policía en Río, a quien Lessa señaló como alguien que ayudó a sancionar los asesinatos. Si todas estas acusaciones pueden probarse, desvelarán una compleja red de poder, violencia y corrupción en el corazón del establecimiento brasileño.
La influencia perdurable de Marielle Franco
Pero su espíritu sigue siendo una inspiración para un movimiento en todo Brasil, comprometido no solo con las personas que ella luchó por proteger, sino también con la visión de un país diferente: uno caracterizado por los derechos iguales de los ciudadanos y un pluralismo que incluya las “vidas negras” como un hecho. Su hermana Anielle, ministra de igualdad racial en Brasil, trabaja para continuar la lucha de Franco y cuenta con el apoyo de los padres de Marielle, Alfredo y Elzi França. Su hija de 18 años, Anita França, hizo un llamado para buscar apoyo, no para volverse vengativos contra los asesinos de Franco, sino para continuar el trabajo que su familia comenzó por ella.
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Su familia y sus seguidores ven las condenas de sus asesinos como una victoria amarga en su búsqueda de justicia, más que como un camino hacia un cierre genuino. La trágica pérdida de Franco ha encendido a sus seguidores en su lucha constante por la verdad y la justicia. No solo buscan justicia para Franco, sino también para los innumerables otros cuyo sufrimiento permanece ignorado. La vida y la muerte prematura de Franco destacan una narrativa trágica que ha llegado a simbolizar la lucha persistente de Brasil por responsabilizarse de décadas de corrupción, violencia e injusticia.