El juicio por la muerte de Maradona incluye a siete profesionales médicos argentinos acusados

La muerte de Diego Armando Maradona se encuentra ahora en el centro de un importante juicio. Siete trabajadores de la salud enfrentan cargos por homicidio. El tribunal de San Isidro decidirá si sus acciones, o la falta de ellas, contribuyeron a la repentina muerte de la querida figura argentina.
Preguntas sobre responsabilidad
Maradona pasó sus últimos días en una casa en Tigre, provincia de Buenos Aires, bajo lo que se suponía que era un plan intensivo de atención “domiciliaria”. En lugar de una hospitalización prolongada, el exfutbolista debía recuperarse en privado, asistido por un equipo de profesionales. Sin embargo, los fiscales alegan que este sistema falló. Para cuando Maradona falleció el 25 de noviembre de 2020, apenas unas semanas después de cumplir 60 años, ya sufría graves problemas cardíacos. Una autopsia reveló posteriormente una miocardiopatía dilatada y un edema pulmonar agudo. Ahora, con el inicio del juicio, la nación observa con una mezcla de tristeza, indignación y esperanza de que el proceso legal aclare si estos profesionales fueron negligentes y, de ser así, en qué medida.
Entre los acusados se encuentra Leopoldo Luque, un neurocirujano de 43 años y uno de los médicos principales de Maradona. Testigos afirman que Luque prefirió la atención domiciliaria en lugar de un tratamiento hospitalario, argumentando que este método era el más adecuado para la recuperación de Maradona. Sin embargo, algunos describen una situación más oscura. Alegan que Luque pasó por alto claros signos de insuficiencia cardíaca y no realizó pruebas adecuadas ni buscó especialistas para evaluar nuevas señales de advertencia. Además, se le acusa de falsificar la firma de Maradona en una solicitud de historial médico, lo que genera aún más dudas sobre su profesionalismo.
Otra figura clave es Agustina Cosachov, psiquiatra de 40 años identificada como una de las principales responsables en el equipo de tratamiento de Maradona. Se le acusa no solo de manejar de manera inadecuada la medicación del paciente, sino también de firmar un certificado médico para una visita que supuestamente nunca ocurrió. Según la acusación, Cosachov fue la única doctora presente en la casa de Maradona durante su crisis final, pero aparentemente no intervino para administrarle maniobras de reanimación, como exigirían las mejores prácticas médicas. Su abogado rechaza estas acusaciones, asegurando que ella actuó correctamente en la situación y confiaba en que otros especialistas brindaran la atención necesaria.
Un tercer protagonista es Carlos Díaz, un psicoanalista de 33 años especializado en tratamiento de adicciones. Incorporado al equipo médico solo un mes antes de la muerte de Maradona, Díaz está acusado de engañar a la familia sobre la gravedad de la condición del exfutbolista. Los fiscales sostienen que Díaz no recomendó una rehabilitación más integral y, en cambio, contribuyó a la confusión al cuestionar algunas de las directivas médicas de Cosachov. Aunque Díaz no ha abordado públicamente estas acusaciones en detalle, el tribunal examinará registros de comunicación y testimonios de testigos para determinar si subestimó intencionalmente el deterioro de Maradona.
Un plan de atención fragmentado
Más allá de los médicos, la fiscalía ha acusado a otros trabajadores de la salud de menor rango de complicidad en la falta de prevención de la muerte de Maradona. Uno de ellos es Pedro Di Spagna, clínico encargado de supervisar los controles básicos y chequeos durante la fase “domiciliaria”. Los registros muestran que solo realizó dos visitas en 14 días. Según la acusación, solicitó pruebas que nunca fueron confirmadas y dejó procedimientos sin completar cuando Maradona rechazó más controles. Di Spagna admite que sus visitas fueron limitadas, atribuyéndolo a la resistencia del paciente y a la falta de instrucciones claras de los especialistas de mayor nivel.
También están siendo juzgados el coordinador de enfermería Mariano Perroni y el enfermero Ricardo Almirón. Perroni está acusado de falsificar informes diarios que indicaban que Maradona recibía atención médica constante, mientras que Almirón supuestamente carecía del equipo e instrucciones esenciales para monitorear los signos vitales del paciente. Almirón ha declarado que fue sistemáticamente “dejado en la oscuridad”, sin autoridad real ni recursos, y que Maradona con frecuencia se negaba a permitirle entrar a su habitación. Esta cadena de mando confusa llevó a que cada cuidador creyera que otro se ocupaba de los problemas más urgentes del exfutbolista.
Por último, está Nancy Forlini, una gerente de 56 años de Swiss Medical, encargada de la estructura general de la atención domiciliaria de Maradona. Ella sostiene que la solicitud que recibió fue para “cuidado domiciliario”, no para una unidad de cuidados intensivos en el hogar. Según su testimonio, los médicos personales como Luque y Cosachov eran los responsables de tomar las decisiones principales, limitando su rol a una función administrativa. No obstante, la fiscalía argumenta que Forlini mostró “desinterés e indiferencia” ante una emergencia en aumento.
El trágico legado de una leyenda
Diego Maradona Jr., hijo del astro del fútbol, hizo una acusación dramática antes del juicio: “Le hicieron morir”, dijo en la televisión española, acusando a los imputados de haber causado la muerte de su padre. Afirma que muchas personas se beneficiaron en los días caóticos posteriores al fallecimiento de Maradona y señala la desaparición de “muchísima plata” en circunstancias sospechosas. Aunque estos asuntos financieros no son el objetivo principal de este juicio, reflejan el sentimiento de traición e indignación que rodea al caso.
Argentina lloró la pérdida de su ídolo nacional, recordado por el “Gol de la Mano de Dios” y por liderar a la Albiceleste en la victoria del Mundial de 1986. Sin embargo, este juicio obliga al país a cuestionar si el astro recibió la diligencia y el respeto que su frágil salud exigía. Los cargos de homicidio con dolo eventual sugieren que, desde una perspectiva legal, estos cuidadores podrían haber anticipado un desenlace fatal, pero aun así persistieron en decisiones riesgosas o negligentes. Los abogados de los acusados niegan categóricamente estas acusaciones, argumentando que hicieron lo mejor posible dadas las limitaciones y dificultades del caso.
Además de los siete acusados en este juicio, otro caso involucra a la enfermera Dahiana Madrid, quien solicitó un juicio por jurado. Esto indica que el proceso podría extenderse por un largo período, con numerosos testimonios, peritajes y declaraciones que ayudarán a moldear el veredicto. Mientras la justicia argentina avanza, el mundo observa, especialmente quienes valoran el legado de Maradona y desean comprender las circunstancias que rodearon su muerte.
Lea Tambien: El cuello de botella migratorio de México: Una lucha por el asilo
En última instancia, el resultado de este caso podría obligar al sector de la salud a replantear cómo se atiende a figuras famosas o a pacientes con enfermedades graves fuera del hospital. Podría forzar a familias, médicos y compañías de seguros a definir claramente sus responsabilidades y garantizar que los pacientes reciban la supervisión adecuada, independientemente de quién pague o dirija la atención. Por ahora, el juicio se erige como un hito solemne en la historia de Diego Armando Maradona, una leyenda perdurable cuya muerte prematura sigue envuelta en preguntas, dolor y una búsqueda de justicia.