AMÉRICAS

El Puerto de Posorja en Ecuador se Convierte en la Puerta de Entrada de la Cocaína a Europa Pese a los Escáneres

Una terminal de 1.200 millones de dólares fue concebida para blindar la costa ecuatoriana contra los traficantes. En cambio, las incautaciones de cocaína se han triplicado, los homicidios se han disparado, y los puertos europeos ahora señalan a Posorja como un punto de origen clave, revelando cómo las bandas y la corrupción superaron a la tecnología y la ambición.

De Pueblo Pesquero a Primera Línea

Hace seis años, Posorja era un tranquilo poblado pesquero donde las familias vivían del camarón, el atún y las mareas. Luego llegaron las grúas. El conglomerado Dubaití DP World obtuvo una concesión de 50 años para construir el primer puerto de aguas profundas de Ecuador. Cámaras y sistemas biométricos resguardaban sus puertas, y enormes escáneres prometían detectar contrabando antes de que saliera de la costa.

La transformación fue rápida. En 2024, Posorja se convirtió en uno de los centros marítimos más activos de Ecuador, recibiendo a Maersk y otras navieras globales. Pero también en algo más: un imán para la cocaína. Según cifras compartidas con OCCRP, solo en 2024 se incautaron 15,4 toneladas de cocaína en el distrito—casi el triple que el año anterior. Los homicidios se multiplicaron por trece en comparación con los cinco años previos a la apertura del puerto. Los vecinos dicen que dos o tres asesinatos por semana ya son rutina. “Antes era un lugar de paz”, dijo un residente. “Ahora las tiendas cierran temprano y todos tienen miedo”.

Los puertos europeos, destino final de esos envíos, ya marcan a Posorja como un origen prioritario, mostrando la dimensión global del problema. Lo que se presentó como una fortaleza contra el contrabando convirtió a Posorja en la primera línea de la guerra antidrogas de Ecuador.

Seguridad por Diseño, Explotada en la Práctica

Posorja debía ser el antídoto de Guayaquil, el históricamente vulnerable puerto del país. Pero los traficantes fueron más rápidos que los algoritmos. A los pocos meses de su inauguración en 2019, ya se colaban cargamentos de cocaína escondidos entre bananos y flores.

En 2024, aduanas de Róterdam—referente del comercio europeo de cocaína—registraron a Posorja como el principal puerto latinoamericano de origen para incautaciones, superando a Panamá y dejando atrás incluso a Guayaquil. Amberes detectó 14,6 toneladas vinculadas con Posorja ese año. Autoridades de Hamburgo y Bremerhaven también lo señalaron como foco creciente.

Analistas dijeron a OCCRP que la lógica era simple: un puerto competitivo, con conexiones rápidas a Europa, atrae automáticamente a las redes criminales. DP World insiste en que su terminal es “el puerto más seguro y tecnológicamente avanzado de Ecuador” y cita su cooperación con las autoridades. Pero una evaluación europea describió la rápida expansión de Posorja como “particularmente atractiva para el abuso criminal”, advirtiendo que la capacidad aduanera no puede seguir el ritmo del volumen de carga.

Los escáneres que antes simbolizaban vigilancia hoy reflejan una verdad dura: los puertos son tan seguros como las personas que los operan.

Pandillas, Corrupción y el Factor Humano

La tecnología tiene límites; los traficantes explotan a las personas. En Posorja, bandas como Los Choneros y Los Lobos libran una guerra en la sombra por el control logístico. Familias son amenazadas, pescadores coaccionados, camioneros intimidados.

El exjefe policial local, Mauricio Santamaría, dijo a OCCRP que las pandillas presionan a los residentes para servir de guardianes de droga o informantes. La retaliación contra el Estado es feroz: en marzo, hombres armados atacaron una base policial local e hirieron a un teniente.

Dentro del puerto, las unidades caninas son la defensa más confiable: los perros detectan droga disuelta en textiles o escondida en costuras de contenedores que los escáneres no ven. Y no pueden ser sobornados.

Fuera de las rejas, la intimidación se expande. En 2023, un camionero declaró que hombres armados subieron a su cabina, lo obligaron a entrar al puerto y le advirtieron que conocían a su familia. El cargamento—1,1 toneladas de cocaína—solo fue descubierto porque un perro lo detectó. Evaluaciones de riesgo de la UE ya clasifican la infiltración del personal portuario como “alta”, lo que ha llevado a implementar transporte en buses fuera de sitio y controles periódicos de patrimonio.

Un vecino resumió: “No sabes con quién hablas. Hay radares por todas partes, gente que da información a las bandas por unos dólares”.

 EFE@Ernesto Guzmán Jr.

Daños Colaterales en una Economía Portuaria

La geografía de Ecuador asegura la tentación. Situado entre Colombia y Perú, los dos mayores productores de cocaína del mundo, y siendo además el mayor exportador global de banano, el país es perfecto para los traficantes: contenedores infinitos, carga perecible y alto volumen de exportación. La unidad antidrogas de Europol ya ha etiquetado a Ecuador como “la puerta número uno” de la cocaína latinoamericana hacia Europa.

Posorja encarna esa paradoja. En solo los primeros cuatro meses de 2025, se incautaron más de 10 toneladas de cocaína camufladas en envíos de alimentos. Pero las incautaciones solo reflejan lo que se atrapa; la violencia en el pueblo sugiere que mucho más logra pasar. En los cinco años previos a la apertura del puerto, Posorja tuvo 13 asesinatos. Desde 2020, ya van más de 200, la mayoría vinculados a las drogas.

Para una comunidad de apenas 33.000 habitantes, el impacto es devastador. Casi la mitad depende directa o indirectamente del puerto: estibadores, choferes, empleados de gasolineras. Los problemas de seguridad del puerto no solo trajeron violencia, también dificultades económicas. Las tiendas cierran más temprano, las familias murmuran sobre asesinatos, y los editoriales lamentan la tranquilidad perdida de pescadores que antes solo temían a las mareas.

El gobierno señala el aumento de incautaciones como prueba de esfuerzo y culpa al mayor volumen de carga del riesgo de contaminación. Pero los vecinos ven otra cosa: un puerto fortaleza, hecho de acero y escáneres, vulnerado por bandas que entendieron desde el inicio que son las personas, no las máquinas, quienes deciden qué sale de un puerto.

En respuesta, autoridades y operadores han implementado más presencia policial, vigilancia reforzada y capacitación mejorada del personal.

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Ecuador construyó Posorja para exportar prosperidad. Por ahora, está exportando miedo. A menos que las autoridades logren escalar la integridad y la protección humana al mismo nivel que las grúas y los muelles, la joya portuaria del país corre el riesgo de convertirse en una autopista de cocaína sin salida.

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