El “renacimiento” del lago Poopó en Bolivia
El lago Poopó está ubicado en el departamento de Oruro, en la provincia de Poopó, haciendo parte de lo que se conoce como el sistema TDPS (Titicaca, Desaguadero, Poopó y Salar), un conjunto de ríos en la zona del altiplano de los Andes en Bolivia. Se encuentra a unos 3700 metros sobre el nivel del mar, tiene una extensión de 2337 kilómetros cuadrados y una profundidad de 5 metros. Es conocido como “el ombligo del mundo” y fue cuna de terrazas agrícolas precolombinas y toda una historia indígena en el sector.
En diciembre de 2015, el presidente de Bolivia, Evo Morales, anunció la desaparición casi completa del lago Poopó, uno de los más importantes de América, después de una inspección realizada personalmente en el lugar. En enero de 2016, la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmó la evaporación total del lago, como lo habían advertido las autoridades locales y los científicos unos años atrás. Actualmente, el Poopó está inmerso en una tragedia ambiental sin precedentes, que amenaza con destruir todo un ecosistema natural y social, y que pone en alerta a todos los países vecinos sobre las consecuencias devastadoras del cambio climático.
Desde el inicio de la desertificación de la zona, surgieron una serie de investigaciones que apuntaban a las principales causas de su desaparición, señalando, principalmente, a las más de 300 empresas mineras que explotaban el sector. El proceso de minería ilegal, junto con las actividades gubernamentales de riego para la agricultura extensiva, implicó la desviación del agua del sistema de ríos y su posterior devolución con todos los metales pesados y contaminantes que cimentaron su desaparición. Teniendo en cuenta que los recursos hídricos del lugar no eran los adecuados para estas actividades, por sus altos índices de salinidad, se aceleró irremediablemente el proceso de desertificación. Además de esto, los científicos atribuyen el devastador suceso al cambio climático y a las pésimas políticas de gestión.
Las consecuencias ecológicas del suceso fueron menos alentadoras. Alrededor de 200 especies de aves y peces perecieron o tuvieron que migrar a otras zonas. Se estima que ocho municipios y varias comunidades se vieron afectados por su desaparición, ya que su fuente de alimento, su actividad económica y su hábitat natural dependían del lago.
A pesar del trágico panorama, en enero de 2017, el Ministro de Defensa de Bolivia anunció que el Poopó había recuperado el 70% de su nivel de agua, gracias a las lluvias que se habían presentado recientemente. Se avistaron aves sobrevolando el lugar, algunas embarcaciones e, incluso, humedales con agua. Sin embargo, en noviembre de 2016, el presidente boliviano decretó “estado de emergencia nacional”, pues el país sufre una de las peores sequías registradas en su historia desde hacía 25 años.
Las buenas noticias para el lago Poopó no duraron mucho. En febrero de 2017, se notificó que el lago volvía a desertificarse de manera apresurada. Las predicciones apuntan a que este proceso de fluctuación puede seguir sucediendo hasta su eventual desaparición. El desastre del lago Poopó es un indicio de lo que puede pasar con los recursos hídricos del mundo a causa del cambio climático. Esto se corrobora con el proceso de secamiento que también sufre el lago Titicaca en Bolivia y en otros lugares del mundo, como el mar de Aral, en Kazajistán.
LatinAmerican Post | Juan Felipe Guerrero C.