¿ELN pierde el argumento político?: así van los diálogos con el Gobierno de Gustavo Petro
El avance de las negociaciones entre el Gobierno de Gustavo Petro y el ELN se ha truncado por tomas de decisiones de ambas partes. Parece ser que el ELN no quiere aprovechar la oportunidad que se le presenta.
Foto: ELN
LatinAmerican Post | July Vanesa López Romero
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Durante los dos periodos presidenciales de Juan Manuel Santos, las negociaciones con el ELN dieron pocos frutos y se mantuvieron congeladas durante el gobierno Duque hasta que, después de 4 años de pausa, fueron retomadas por el gobierno del presidente Gustavo Petro. En octubre de 2022 se restablecieron las mesas de negociaciones en Caracas, y entonces pareció que el proceso avanzaría con grandes pasos, ya que ambas se demostraban en sintonía: un lenguaje similar, las mismas preocupaciones, ideales similares. Y claro, a grandes rasgos esto tenía mucho sentido, teniendo en cuenta que el gobierno Petro es la primera administración de izquierda en Colombia y que los ideales del ELN se encuentran por un camino similar (o por lo menos en comparación con la clase tradicional colombiana) en lo que respecta a temas políticos.
Pero al día de hoy, cuatro meses después de su reanudación, las negociaciones de paz se encuentran en crisis según sus mismos integrantes, y la paz total de Petro parece estar muy lejos a los 7 meses de su mandato presidencial.
¿Por qué es tan complicado negociar con el ELN?
Este grupo guerrillero nacido en 1964 y con ideales de extrema izquierda es reconocido en Colombia porque ha mantenido negociaciones con casi todos los gobiernos desde su nacimiento, pero con ninguno ha llegado a firmar un acuerdo que signifique o implique su desmovilización. Es más, tan solo una vez han firmado un acuerdo, el del final del gobierno Santos, en el que se estableció un cese al fuego bilateral por un periodo de 101 días.
Para Juan Camilo Restrepo, ex-ministro y ex-negociador con el ELN durante el proceso llevado en la presidencia de Santos, la dificultad al buscar un acuerdo con el ELN reside en que “a diferencia de lo que fue las FARC, [el ELN] es un grupo tremendamente ideologizado y sin ningún sentido pragmático […] no ha podido definir todavía qué es lo que quiere. Tiene unas formulaciones muy generales, muy vagas”, aseguró en una entrevista con El País.
Asimismo, existe una clara desconexión de los mandos del ELN con el país en el que sus actos son cometidos. Los cabecillas se encuentran en Cuba, por lo tanto no son ellos quienes viven el día a día de una vida armada y de violencia.
El hecho de que el grupo armado haya tenido tantas oportunidades para avanzar en negociaciones y llegar a acuerdos y que no haya aprovechado al máximo ninguna, da cuenta de lo poco clara que es la posición social y política que dicen tener, sobre todo en el marco de las conversaciones con un gobierno de izquierda, que puede acercarse más a sus requisitos y condiciones.
Esa dificultad es la que quizás llevó a que durante este nuevo intento el presidente Petro anunciara un cese al fuego en año nuevo sin que la decisión fuera ratificada por la guerrilla, lo que llevó al grupo armado a asegurar que las negociaciones estaban en crisis, aun cuando con el cierre de la primera etapa de las negociaciones hubo varios atentados por parte del ELN en las regiones más afectadas por el grupo. El ELN ya anunció que el cese bilateral deberá ser discutido para tomar decisiones respecto a él, la pregunta es en qué momento. La segunda etapa de la negociación se verá retrasada porque en México, lugar en el que se realizaría, la logística se atrasó, por lo que se espera que se tarden varias semanas más de lo esperado. Por ahora, se ha hablado de adelantar la mesa para finales de enero en Caracas, con el fin de tratar estos temas lo antes posible.
Si bien el actuar del Gobierno Petro fue poco calculado, pues evidentemente se cometió un gravísimo error al asumir una decisión unilateral como bilateral, la resistencia que ha mostrado el ELN deja muy en claro que el camino de las negociaciones para este acuerdo de paz estará lleno de baches y será más difícil de lo que se creía a pesar de que en esta ocasión sea un gobierno de izquierda el que está del otro lado. Además, este error demuestra una clara falla de comunicación, no solo entre ambas partes, sino en la estructura interna tanto del gobierno como la del ELN.
Si se quiere llegar a avanzar con estos acuerdos, será necesario que esa sintonía que se vio durante octubre no sea solo una pequeña puerta de esperanza, sino que se convierta en el pan de cada día durante el tedioso proceso que viene adelante. Las crisis, claro que estarán presentes, pero no son insuperables. El ELN debe mostrar interés y un accionar que vaya de acuerdo con eso que supuestamente busca.