Entienda el problema del tráfico ilegal de armas en Centroamérica
¿Por qué las armas compradas legalmente en Estados Unidos terminan en las manos de carteles y bandas criminales de América Central?
De manera general, se debe tener claro que la problemática del tránsito ilícito de armas no sólo concierne a los países centroamericanos, sino que también está vinculado Estados Unidos y su complejo militar industrial. El cual facilita la distribución ilegal de armas de largo y corto alcance a través de la frontera México-Estadounidense hacia el denominado triangulo de la muerte: Guatemala, Honduras y el Salvador.
En décadas anteriores se han desplegado una serie de iniciativas con el objetivo de mitigar el tráfico ilegal de armas. Proyectos como el Proceso de Contadora (1983) en el que se asumieron compromisos conjuntos para fomentar la prohibición de armas y el tratado marco para la seguridad democrática en Centroamérica (1995) sentaron los primeros precedentes para combatir esta problemática que va en creciente auge. Por eso, en los últimos años se han fortalecido los lazos de cooperación de México y Guatemala con el ATF (Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives) de Estados Unidos, en un intento por intensificar las políticas en contra del comercio y tránsito ilegal de armas.
Según un estudio de tráfico de armas del Centro de Investigación Woodrow Wilson, en sus reportes para las Américas, señala que el tráfico de armas de EEUU hacia Guatemala se está incrementando rápidamente. El estudio demuestra que las armas no solo pasan a México sino que también se dirigen a Honduras y El Salvador, focalizando un área de transito identificada por EEUU como corredor. Sin embargo, la mayor parte de las armas ilícitas en Guatemala termina en manos de bandas de crimen organizado y narcotraficantes mexicanos que se han establecido en ese territorio, para emplearlas en la protección de la droga que pasa por dicho corredor hacia EEUU, de acuerdo con el informe de las Naciones Unidas de 2012.
El Salvador, Honduras y Guatemala poseen la capacidad para dotar a cada persona perteneciente a grupos del crimen organizado con siete pistolas respectivamente. Además, de un millón de armas que circulan en Guatemala, solo alrededor de 450 mil están registradas. En ese país, 8 de cada 10 homicidios se llevan a cabo con armas de fuego y entre 4 y 22 homicidios pueden vincularse a una misma arma, según el ministerio del interior de dicho país.
México por otro lado, mantiene una tasa bastante elevada de homicidios con armas de fuego adquiridas ilegalmente. Según el estudio de tráfico de armas del Centro Woodrow Wilson para las Américas, desde el 2006 hasta el 2014 se han incautado alrededor de 4.813 armas ilícitas (de todo tipo) en la frontera méxico-estadounidense, de las cuales 2.518 eran armas largas, más específicamente rifles de asalto (AK-47) con 1.602 retenciones, como también, incautaciones de 225.423 municiones.
Además de lo anterior, estudios realizados por investigadores del Centro Johns Hopkins sobre políticas de armas, los Estados fronterizos con las tasas más altas de exportación de armas ilícitas en EEUU son Arizona, Nuevo México y Texas. Dichos Estados son atractivos para los traficantes de armas, debido a la baja prohibición a la hora de adquirir lotes de armamento, los cuales terminaran en manos de carteles de drogas y bandas criminales que operan a lo largo de Centroamérica acrecentando el crimen transnacional.
Como se menciono, no solo es México y Guatemala los que aportan los altos índices de tráfico y transito ilícito de armas. Honduras y El Salvador y en general la región centroamericana reflejan la gran problemática del cambio de las dinámicas delincuenciales y es por esto que en Centroamérica se ha agudizado la situación de inseguridad. Este ha pasado de ser un corredor de armas y municiones desde el norte (Estados Unidos y México) hacia el sur (Guatemala, Honduras, Salvador) a convertirse en productor, almacenador y distribuidor de drogas, así como también en proveedor de armas ilícitas hacia el Norte. Así se ha constituido un círculo vicioso.
Aparte de lo anterior, las rutas tradicionales terrestres han sido modificadas y cambiadas parcialmente por las marítimas y aéreas donde las estructuras delincuenciales se benefician de la debilidad y porosidad de las fronteras, para así sacar el mayor provecho de la incapacidad estatal para controlar el libre tránsito de armas de fuego.
Finalmente, la responsabilidad de la proliferación de armas de fuego en los diferentes mercados clandestinos de los países citados es compartida con los Estados Unidos. México, Guatemala, Salvador y Honduras son receptores directos de armas del mayor productor en el mundo, donde las políticas estadounidenses son demasiado laxas a la hora de controlar las adquisiciones de grandes cantidades de armas. Solo trabajos conjuntos podrán arrojar resultados positivos al momento de ejercer controles de armas en las fronteras y dentro de los países.
Lo anterior se ha venido reforzando y concretando paulatinamente con colaboraciones mutuas entre los Estados implicados México, Guatemala y Honduras con la ATF con la finalidad de reducir la intensidad del tráfico y establecer y mantener un monitoreo constante de las estructuras criminales-mafiosas que las dirigen.
Latin American Post | Camilo Salazar
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