Estos son los Gobiernos más militarizados de Latinoamérica
Con el fin de mostrar más poder del que la constitución les confiere, los jefes de Estado y gobierno puede que incluyan a varios militares en algunos ministerios para asegurar lealtad en las decisiones que necesiten de un apoyo mayoritario.
Foto: REUTERS
LatinAmerican Post | David García Pedraza
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El brazo militar de un país es una de las organizaciones más importantes, ya que consolida el territorio y la soberanía, y protege a la población de una nación, tres elementos fundamentales para la formación de un Estado. Al vérsele como un referente de poder no es descabellado imaginar la necesidad de tener aliados a personas que hayan sido parte de la milicia nacional.
En la opinión pública es bien visto que la cartera del ministerio de Defensa, o de Guerra, esté al mando de un militar confiable y destacado que apoye y aconseje al jefe de Estado en caso de que la soberanía nacional esté en peligro y que pueda dirigir a las fuerzas militares con cautela y precisión. Sin embargo, cuando un presidente se rodea mayoritariamente de militares en cargos públicos, se considera un signo de alerta a nivel democrático.
Esta situación la está viviendo actualmente (y desde hace varios años) el Ejecutivo en Venezuela, donde el presidente Nicolás Maduro tiene al frente a catorce militares. Algunos de estos ministerios son: Defensa, Relaciones Exteriores, Desarrollo Minero, Vivienda, Transporte, y el más reciente, el del Petróleo. En cifras, el 42% del poder Ejecutivo venezolano está en manos de militares, tanto activos como retirados, lo cual se traduce en el máximo histórico de uniformados haciendo presencia en los ministerios.
Gracias a una publicación de la ONG Control Ciudadano en octubre de 2020, el gabinete venezolano contaba con el 26% de carteras a manos de militares, en septiembre de 2021 subió a 22%, en enero de 2023 a 36% y en solo dos meses subió en un 6%. Lo cuestionable es el poco o nulo conocimiento que algunos militares tienen de acuerdo al ministerio al que llegan, no obstante, a Nicolás Maduro no parece importarle esta situación todo con tal de tener a sus aliados en los puestos adecuados.
¿Cómo está el panorama de militares políticos en Latinoamérica?
Con el rumbo que varias democracias latinoamericanas han tomado en los últimos años, de pasar de gobiernos de izquierda a derecha y viceversa, los militares obedecen al principio de fidelidad, lealtad a la bandera y al jefe de Estado (que en la región es el mismo presidente de la República). Por este motivo es crucial tener al ejército presente en situaciones gubernamentales porque se darían casos de insurrección o golpes militares en caso de que no haya una correcta comunicación entre el Estado y su mano armada.
Sin embargo, esto no significa que el Estado deba estar rodeado de militares políticos, y América Latina entiende bien esta situación. Suele ser común que el ministerio de Defensa esté al mando de un uniformado, como por ejemplo en México, no obstante en países como Argentina, Brasil, Chile y Colombia este puesto está ocupado por abogados, diplomáticos y políticos. Es más, estos cuatro países junto con Bolivia no tienen a algún militar o uniformado en el gabinete presidencial.
En el caso de Guatemala se cuenta con un militar en medio del gabinete, mientras Nicaragua y Perú cuentan con dos cada uno. Estas naciones también mantienen una participación militar baja en el seno de sus ministerios.
Uno de los casos más llamativos de número de militares políticos fue el de Brasil bajo la administración de Jair Bolsonaro, militar retirado y expresidente de la nación más poblada de América Latina. Durante su mandato de 2019 a 2022 tuvo en su gabinete a siete militares, tanto activos como retirados, y luego de su baja presidencial, el actual mandato de Lula Da Silva redujo a cero la participación militar en la conformación de la nueva administración brasileña.
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La diferencia entre izquierda, centro y derecha es ajena a los militares
En perspectiva, el Brasil del pasado, de derecha, y la Venezuela del presente, de izquierda, han tenido a los uniformados dentro su círculo más cercano en el Ejecutivo, de entrada se podría decir que no hay alguna manera de sentenciar que el poder militar es usado solamente por alguna corriente o ideología política.
En la actualidad los países que han girado hacia los gobiernos de izquierda y de centro, como Brasil, Chile y Colombia, han bajado la participación militar en sus gabinetes, aun así conocen y entienden que esta fuerza armada es de vital importancia para el presente y futuro de las naciones.
En el caso contrario, donde se giró de la derecha a la izquierda, como en Nicaragua hace varios años, se intensificó la imagen militar en la política. Caso muy similar al venezolano, en la cual, a pesar de que la izquierda ha gobernado desde Hugo Chávez, la política a manos de militares ha ido subiendo cada vez más.
Con los puestos Ejecutivos otorgados a militares puede que se intensifique la oposición venezolana y la veeduría regional para intentar controlar y apaciguar esta situación. Como lo sucedido con la separación de Iglesia y Estado en el siglo pasado, antepasado y comienzos del actual, los jefes de Estado y la población conocen las amenazas democráticas que existen cuando las fuerzas armadas tienen alta participación en temas públicos.
En una nación, todos los actores son importantes, desde el ciudadano hasta el jefe de Estado. Es allí donde el principio de lealtad que defienden los militares se debe notar con un gran valor de apropiación, ya que esta fuerza armada se ha creado para proteger a toda una nación, sin importar la religión, posición política – económica o social que cada individuo posea. El problema es cuando este principio se ve afectado por las órdenes de los altos mandos, llegando a tal punto de acabar con esa misma nación que se les exhortó cuidar.