El relator especial para la tortura pidió que se lleve a la justicia a las autoridades responsables de los abusos que aún comete Estados Unidos

En agosto del 2016 durante el mandato de Barack Obama se ordenó acelerar el cierre de la prisión que alberga a reos condenados gran parte por ataques terroristas.

Fue su caballo de batalla mientras fue senador, pero este cierre jamás llegó a darse, en que el mismo Obama ha señalado que el recIGNORE INTO “durante muchos años, ha sido claro que la prisión de Guantánamo no colabora con nuestra seguridad nacional sino que la socava (…) La primera vez que me postulé a la presidencia reconocí que la instalación debía ser cerrada. No era solo una opinión mía ni de la ultraizquierda, mi predecesor, el presidente George W.Bush, dijo que él quería cerrarla”.

Sin embargo, el plan por el bullado cierre de la cárcel de alta complejidad ubicada en Cuba no parece tener un movimiento más allá de la liberación de 15 reos en agosto del año pasado. Es por esto que el relator especial de la ONU para la tortura, Nils Melzer, ha señalado que Estados Unidos debe terminar con la “impunidad” y llevar a la justicia a las autoridades responsables de los crueles abusos que sufren. “Además de los efectos a largo plazo de la tortura anterior, se seguirían utilizando contra él ruidos y vibraciones, lo que ha dado como resultado constantes privaciones de sueño y desórdenes físicos y mentales, por los cuales (Al Baluchi) no recibe la atención médica adecuada”, señaló el relator en un escueto comunicado.

Melzer ha hecho hincapié en que los hechos de tortura y malos tratos contra los detenidos en la prisión estadounidense están prohibidos e instó a sacar a la luz todo tipo de política y prácticas llevadas en secreto para cerrar todo tipo de heridas. También reiteró su petición de entrar a Guantánamo y entrevistar a los mismos reos, situación que Estados Unidos ha rechazado categóricamente y que el mismo Congreso rechazó el traslado al país.

Una cárcel de larga historia

La prisión de Guantánamo es una historia de larga data, que ha tenido incluso problemas diplomáticos  y de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. La base militar se instaló a fines del siglo 19 en Cuba, para posteriormente operar como base con arriendo perpetuo en el territorio cubano. En el 2001 durante el gobierno de George W. Bush –posterior al fatídico ataque a las Torres Gemelas-, se decidió reacondicionar la base militar para burlar a los tribunales civiles de Estados Unidos y salvaguardas internacionales, donde los primeros reos llegaron en enero del 2002.

En el presente, el presidente Donald Trump ha rechazado el cierre de la cárcel, pero haría una reducción de costos, dado que, según las mismas palabras de Trump, Estados Unidos gasta aproximadamente cerca de 40 millones de dólares para el mantenimiento de la base militar. El mandatario ha señalado que debería ser Cuba quien se quede con la base y que la isla debería recompensar a Estados Unidos, debido que para él “se les está pagando un alquiler”.

Latin American Post | Gonzalo Silva

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