AMÉRICAS

Jamaica enfrenta el debate sobre la monarquía: críticos exigen una ruptura total con el colonialismo

Mientras Jamaica avanza con una legislación para destituir al rey Carlos como jefe de Estado, algunos ciudadanos argumentan que el proyecto de ley propuesto es solo un paso parcial hacia la verdadera soberanía. Desde distintos sectores de la isla, surgen llamados a reformas más profundas y a la eliminación total de los lazos heredados de la era colonial.

Un pasado marcado por lazos coloniales

La historia de Jamaica con la monarquía británica se remonta a siglos de dominio colonial. La isla estuvo bajo el control de España hasta 1655, cuando las fuerzas inglesas la tomaron. Durante los siglos siguientes, cientos de miles de africanos esclavizados fueron traídos para trabajar en las plantaciones de azúcar, generando riqueza para el imperio pero dejando profundas desigualdades socioeconómicas. Incluso después de la emancipación en 1838, Gran Bretaña mantuvo su dominio político, consolidándose en la monarquía constitucional actual.

Jamaica obtuvo oficialmente su independencia en 1962, en el marco de una ola global de naciones que se liberaban del control colonial. Sin embargo, al igual que otras 13 excolonias británicas, el país aún reconoce al monarca—ahora el rey Carlos III—como su jefe de Estado. Para muchos, este vínculo sigue siendo un recordatorio de un pasado doloroso. Los críticos sostienen que perpetúa un vestigio del control colonial, aunque el poder directo de la monarquía sea mínimo. En la última década, el sentimiento en Jamaica ha cambiado, impulsado por crecientes debates sobre reparaciones por la esclavitud, movimientos de descolonización más amplios y ejemplos como el de Barbados, que en 2021 eliminó a la reina Isabel II como su jefa de Estado.

Más recientemente, el gobierno del primer ministro Andrew Holness presentó un proyecto de ley para reemplazar al rey Carlos con un presidente jamaicano. Según datos de entrevistas de Reuters, el apoyo a la eliminación del monarca ha aumentado significativamente, pasando de alrededor del 40% hace una década al 56% en la actualidad. Muchos de los casi 3 millones de habitantes de la isla ven esto como una oportunidad para definir plenamente lo que significa ser jamaicano, libre de vestigios coloniales obsoletos. Sin embargo, algunos activistas y partidos de oposición consideran que la medida no es suficiente y exigen una “descolonización total”, que incluya un método más democrático para elegir al futuro presidente de Jamaica y la eliminación del Consejo Privado de Londres como la máxima corte del país.

El Proyecto de Ley del Gobierno y las Críticas Emergentes

Presentado en diciembre de 2022, el nuevo proyecto de ley propone eliminar el cargo de gobernador general—representante del rey Carlos en Jamaica—y establecer en su lugar un presidente jamaicano. Según la legislación, el primer ministro y el líder de la oposición consultarían sobre un candidato presidencial. Si no alcanzan un acuerdo, la oposición podría proponer un nombre. En última instancia, si no hay consenso, el primer ministro puede elegir un candidato que una mayoría simple del Parlamento aprobaría. Una vez que el Parlamento apruebe la ley, se deberá celebrar un referéndum en el que se requiere el apoyo de dos tercios de los votantes.

Desde su presentación, algunos han cuestionado sus limitaciones. Steven Golding, líder de la Universal Negro Improvement Association—fundada hace más de un siglo por el activista jamaicano Marcus Garvey—expresó su preocupación sobre la adopción de un “presidente titular” en lugar del monarca. En una entrevista con Reuters, Golding advirtió: “Debemos asegurarnos de que no sea una cirugía cosmética… no queremos cambiar a un monarca británico por un presidente títere. Me gustaría ver un presidente ejecutivo, elegido directamente por el pueblo”. Este sentimiento coincide con la postura de quienes creen que, tras siglos de dominio externo, los jamaicanos merecen una democracia directa en todos los niveles políticos.

Miembros del Partido Nacional del Pueblo (PNP), el principal partido de oposición, compartieron esta postura. Donna Scott-Mottley, portavoz de justicia del PNP, describió la estructura propuesta como una que “compromete todo”. Le preocupa que el primer ministro pueda, en esencia, elegir al presidente, silenciando la voz del pueblo. “Si quieres que tu mano derecha se convierta en presidente, simplemente lo nominas”, dijo a Reuters. De manera similar, el ex primer ministro P. J. Patterson criticó el enfoque, advirtiendo que cualquier funcionario en ese rol podría funcionar como “un títere del primer ministro”.

Según la legislación jamaicana, el proyecto de ley debe aprobarse con una mayoría de dos tercios en la Cámara de Representantes—donde el gobernante Partido Laborista de Jamaica (JLP) actualmente tiene suficientes escaños—y en el Senado. Incluso si el Senado lo rechaza, el gobierno aún podría convocar un referéndum. Las encuestas sugieren que la mayoría de los jamaicanos apoyan la eliminación de la monarquía, pero los críticos advierten que el respaldo podría disminuir si el acuerdo final se percibe como superficial.

Reparaciones y la Lucha por una Soberanía Verdadera

Un factor que intensifica el debate es la campaña paralela por reparaciones. Generaciones de jamaicanos—especialmente historiadores, académicos y activistas—han argumentado que los siglos de esclavitud impuestos por Gran Bretaña impulsaron la prosperidad del imperio, dejando al mismo tiempo profundas cicatrices socioeconómicas en la isla. Líderes africanos y otras naciones del Caribe han exigido cada vez más disculpas, compensaciones o apoyo para el desarrollo por parte de las antiguas potencias coloniales. Sin embargo, el gobierno británico no concede reparaciones oficiales, señalando que la ayuda humanitaria y el desarrollo económico son suficientes.

Los Jamaicanos Quieren Más que un Símbolo de Cambio

Cuando intentan poner fin a la monarquía, los jamaicanos buscan más que un simple gesto simbólico. Sus partidarios argumentan que, para corregir las injusticias heredadas de la esclavitud, es necesario examinar de cerca las antiguas políticas coloniales. Algunos abogan por una transformación radical que no solo destrone al rey Carlos, sino que también elimine el uso del Consejo Privado de Gran Bretaña como la corte de apelaciones suprema de Jamaica. Para muchos abogados locales y ciudadanos comunes, este es un punto de fricción, ya que viajar a Londres para apelar decisiones judiciales es costoso y complicado.

El Consejo Privado, con sede en Londres, sigue siendo el tribunal final para algunos miembros de la Commonwealth, incluida Jamaica. Los opositores al statu quo lo ven como una institución colonial remanente que perjudica a la población local. En contraste, el Tribunal de Justicia del Caribe (CCJ), con sede en Trinidad, ha sido establecido como una alternativa regional. Varias naciones caribeñas—Belice, Barbados y Guyana—ya confían en el CCJ. El profesor Christopher Charles, psicólogo político y social de la Universidad de las Indias Occidentales, dijo a Reuters que mantener el Consejo Privado “es como querer divorciarse mientras se sigue teniendo una habitación en la casa matrimonial”.

A pesar de estos argumentos, el gobierno de Holness ha propuesto abordar la cuestión judicial en reformas “graduales” posteriores, separadas del debate sobre la monarquía. Los críticos dentro del PNP consideran esta estrategia insuficiente y advierten que un referéndum que omita la reforma judicial podría disminuir el entusiasmo público. Haile Mika’el Cujo, un activista por el cambio constitucional, dijo a Reuters: “La gente no va a firmar esto si seguimos con el Consejo Privado”. Teme que, si los jamaicanos ven el proyecto de ley para eliminar la monarquía como incompleto, opten por abstenerse o votar en contra.

Perspectivas y el Camino a Seguir

El gobierno jamaicano planea celebrar un referéndum sobre la monarquía el próximo año, aunque podría enfrentar retrasos si una elección general interfiere. Si el público aprueba el proyecto de ley, marcaría uno de los cambios constitucionales más importantes desde la independencia. Sin embargo, el resultado depende de si los críticos que exigen reformas más profundas siguen apoyando la iniciativa. El Partido Laborista de Jamaica de Holness tiene una mayoría cómoda en la Cámara Baja, pero la medida podría enredarse en maniobras del Senado o quedar eclipsada por la campaña electoral.

El debate refleja una conversación más amplia sobre la identidad de Jamaica. Para un país que ha contribuido con importantes exportaciones culturales—reggae, rastafarismo y pensamiento panafricano—algunos consideran que la presencia de la monarquía es incompatible con esa esencia. Durante décadas, los líderes políticos jamaicanos han expresado el sueño de construir un Estado plenamente jamaicano, sin autoridad simbólica externa. Reemplazar al rey Carlos con un presidente jamaicano reflejaría claramente esa visión. Sin embargo, queda una pregunta clave: ¿Debe ese presidente ser solo una figura ceremonial o debería tener el poder de tomar decisiones que respondan a las necesidades del país?

El Palacio de Buckingham suele dejar estas decisiones en manos de las naciones locales. El príncipe William, ahora primero en la línea de sucesión al trono, ha declarado que respeta “cualquier decisión que tomen las naciones caribeñas sobre su futuro”.

Si bien es poco probable que el Reino Unido ofrezca compensaciones, los partidarios de la monarquía afirman que la Corona atrae turistas y mantiene la estabilidad. Sin embargo, estos argumentos pierden fuerza a medida que la población de Jamaica cambia y las generaciones más jóvenes impulsan una independencia total.

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En última instancia, eliminar al rey Carlos de la constitución de Jamaica sería más que una simple sustitución de jefes de Estado. Representa una aspiración de larga data para una “descolonización total”, como la describió el líder del PNP, Mark Golding. Para muchos, la monarquía es solo una parte del sistema colonial, y acabar con ella implica también enfrentar otras instituciones heredadas, como el Consejo Privado. Si cada paso se concreta, Jamaica podrá asegurar su avance hacia el autogobierno en lo político, lo legal y lo cultural.

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