AMÉRICAS

La audaz prohibición de vapeadores desechables en Uruguay impulsa la conciencia ambiental

Durante años, nubes de vapor dulzón flotaron por la Avenida 18 de Julio de Montevideo. El mes pasado, desaparecieron de la noche a la mañana, barridas por la decisión de Uruguay de prohibir los vapeadores desechables, una señal de alerta para el resto de América Latina: los cigarrillos electrónicos de un solo uso ya no son bienvenidos.

Un nuevo impulso para leyes estrictas contra el tabaco

Uruguay fue aclamado en 2006 al convertirse en el primer país de América en prohibir fumar en interiores. Ahora, la ministra de Salud, Cristina Lustemberg, ha retomado ese espíritu pionero. En declaraciones a La Diaria, calificó a los vapes desechables como “una nueva trampa elegante” y anunció regulaciones que prohíben su importación, venta, publicidad e incluso el simple hecho de vapear en una playa desierta. Historiadores de la Universidad de la República subrayan la simetría histórica: en los 2000, el presidente Tabaré Vázquez enfrentó a las tabacaleras; veinte años después, sus sucesores desafían a una industria de nicotina más tecnológica, que apunta a adolescentes con sabores a chicle y empaques neón.

Uruguay no está solo. Brasil, México, Argentina y Venezuela han bloqueado o restringido el comercio de cigarrillos electrónicos desde 2022. ¿Qué cambió? Una encuesta de la OMS en 2023 reveló que el vapeo adolescente en varias capitales latinoamericanas ya supera el uso en adultos, revirtiendo años de avances en la lucha contra el cigarrillo tradicional. Los legisladores temen que la historia se repita: antes eran los carteles de Marlboro los que glamurizaban el humo; hoy son influencers de TikTok abriendo vapes pasteles del tamaño de un lápiz labial. El decreto uruguayo busca romper ese ciclo antes de que otra generación deba desaprender la dependencia.

Fuentes: Rueda de prensa del Ministerio de Salud, abril de 2025; Encuesta Mundial sobre el Tabaquismo en Jóvenes (OMS), 2023; Universidad de la República, Historia de la Política Antitabaco en Uruguay, 2024.

La sombra plástica de la nicotina

La urgencia sanitaria es evidente, pero las cifras ambientales son igual de preocupantes. Cada dispositivo desechable contiene una celda de ion de litio, un microcircuito con soldadura de plomo y tres mililitros de sales de nicotina suspendidas en propilenglicol. Científicos de la OPS estiman que América Latina desechó 120 millones de vapes de un solo uso en 2024: suficiente litio para alimentar 1.400 autos eléctricos. Una vez aplastadas en los vertederos, las baterías dañadas provocan incendios que se propagan por los residuos como fuego en cañaverales.

La bióloga marina Tatiana Píriz advierte de otro peligro: “Las tortugas marinas confunden las boquillas con medusas. Dentro encontramos fragmentos metálicos y residuos pegajosos de nicotina.” Su equipo, de la ONG uruguaya Océano Vivo, ha registrado diecisiete varamientos de este tipo desde enero. En teoría, se podrían reciclar los metales, pero los dispositivos están sellados con pegamento para reducir costos. Ingenieros municipales reconocen que no cuentan con herramientas para desarmarlos de forma segura. Por ello, la prohibición uruguaya actúa también como política ambiental de emergencia: cortar el flujo en la fuente y luego abordar los residuos que ya asfixian ríos y playas.

EFE@Tolga Akmen

De la reducción de daños a arma de doble filo

Los primeros estudios sobre cigarrillos electrónicos —entre ellos Selya et al., Addiction, 2018— sugerían que podían ayudar a fumadores veteranos a dejar el cigarrillo convencional. Esa promesa aún se mantiene para algunos adultos. Sin embargo, investigaciones más recientes, como las de la cardióloga María Hamann (Revista Médica del Cono Sur, 2023), señalan aumentos de presión arterial y daño endotelial en adolescentes vapeadores que nunca habían fumado antes.

Los datos escolares uruguayos reflejan lo mismo: el consumo de nicotina en noveno grado bajó en cigarrillos tradicionales pero subió un 6 % cuando los vapes saborizados llegaron a los kioscos. “Fuimos testigos de un sube y baja en salud pública”, dice el epidemiólogo Luis Raimondi. “Cada nube de durazno helado borraba parte de nuestro progreso.” La Organización Panamericana de la Salud advierte sobre una “deriva de iniciación”, en la que los adolescentes pasan de vapear a fumar cigarrillos sin filtro en busca de un golpe más fuerte, un patrón ya visto en Norteamérica y Europa. Al prohibir los desechables, las autoridades intentan quitar el peldaño más seductor de esa escalera, mientras se diseñan estrategias antinicotina más amplias.

Vapes clandestinos y el camino por delante

La prohibición genera atajos. Ya circulan grupos en Telegram que ofrecen “vapes fantasma” enviados vía Paraguay. El director de Aduanas, Eduardo Secco, promete reforzar los controles fronterizos, pero admite que el control por sí solo no sofocará la demanda. Uruguay planea campañas paralelas: talleres escolares sobre la ciencia de la nicotina y programas piloto para recolectar los medio millón de dispositivos ya tirados por el país. Mientras tanto, start-ups en São Paulo y Guadalajara desarrollan dispositivos recargables con carcasas de bioplástico y baterías removibles, apostando a que los reguladores preferirán artefactos diseñados para un reciclaje circular.

Defensores de la salud ven aquí una oportunidad para la coordinación regional. Las ganancias del mercado negro se reducen si los países del MERCOSUR adoptan códigos impositivos estándar y cadenas de suministro trazables—similar al sistema de seguimiento del tabaco en la UE. “Esto no se trata de una cruzada moral”, insiste Lustemberg. “Se trata de química, seguridad infantil y del planeta.” El éxito de la estrategia dependerá de un seguimiento implacable: incautar productos ilegales sin castigar a quienes intentan dejar de fumar, financiar laboratorios que estudien la toxicidad a largo plazo del vapeo y, sobre todo, convencer a los adolescentes de que un futuro biodegradable es más cool que un subidón desechable.

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Créditos: Reportaje: redacciones de Latin American Post y La Diaria. Referencias científicas: OMS, OPS, revista Addiction, Revista Médica del Cono Sur. Datos ambientales: ONG Océano Vivo, Dirección de Saneamiento de Montevideo. Análisis de políticas: Universidad de la República, Comisión de Salud del MERCOSUR.

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