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La crianza argentina de los niños espías y el regreso sorpresa a Rusia

Los hijos de espías rusos, criados en Argentina y Eslovenia, descubrieron su verdadera nacionalidad en pleno vuelo hacia Moscú después de un importante intercambio de prisioneros.

Los hijos de una pareja de espías rusos regresaron a casa la semana pasada después del intercambio de prisioneros más importante entre Occidente y Rusia desde la Guerra Fría. Criados en Argentina y Eslovenia, los niños descubrieron su nacionalidad rusa sólo durante el vuelo a Moscú. Artem Viktorovich Dultsev y Anna Valerevna Dultseva se habían hecho pasar por una pareja argentina en Eslovenia antes de ser encarcelados. Sus hijos, que no estaban familiarizados con la cultura y la política rusas, preguntaron a sus padres. Los saludaron a su llegada a Moscú, revelando su desconocimiento sobre el presidente Vladimir Putin, como afirmó el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.

Artem y Anna, conocidos en Argentina como María Mayer y Ludwig Gisch, llevaban años mimetizándose con sus vidas asumidas. Su historia comenzó en Argentina, donde se presentaron como una típica pareja argentina. Sus hijos, Sofía y Gabriel, nacieron en Argentina, crecieron hablando español y estaban profundamente arraigados en la cultura argentina. La pareja se mudó a Eslovenia en 2017, donde Artem estableció una nueva empresa de TI y Anna dirigió una galería de arte en línea, todo bajo sus alias argentinos.

La vida de la familia en Eslovenia parecía normal hasta 2022, cuando la policía eslovena arrestó a Artem y Anna por cargos de espionaje. El arresto reveló sus verdaderas identidades como espías rusos, rompiendo la fachada que habían mantenido durante años. Desconociendo la verdadera profesión de sus padres, sus hijos continuaron viviendo su vida cotidiana, ajenos a los acontecimientos que cambiarían drásticamente su futuro.

La vida en Eslovenia y el arresto

En Eslovenia, la pareja continuó sus actividades clandestinas manteniendo la apariencia de una familia normal y corriente. Su integración en la sociedad eslovena pareció perfecta y utilizaron Ljubljana como base de operaciones. No fue hasta su arresto en 2022 que salió a la luz el alcance total de sus actividades de espionaje. La pareja se declaró culpable de cargos de espionaje y fueron sentenciados a 19 meses de prisión cada uno. Debido a la condena cumplida, fueron puestos en libertad y se les ordenó abandonar Eslovenia.

El arresto y la posterior sentencia resaltaron la naturaleza intensa y a menudo compleja del trabajo de espionaje encubierto. A diferencia de los diplomáticos y otros funcionarios con cobertura legal e inmunidad diplomática, los “ilegales” como Artem y Anna operaban completamente bajo el radar, haciendo importantes sacrificios personales. Esta dedicación a su servicio significó que incluso sus hijos no conocieran sus verdaderas identidades y la naturaleza de su trabajo.

Regreso a Rusia y una nueva realidad

El intercambio de prisioneros a gran escala entre Rusia y Occidente facilitó el regreso de Artem, Anna y sus hijos a Rusia. El intercambio involucró a 24 personas encarceladas en siete países e incluyó a figuras notables como el reportero del Wall Street Journal Evan Gershkovich. El regreso de la familia Dultsev marcó un momento significativo en este intercambio, poniendo de relieve las complejidades personales y políticas de tales negociaciones internacionales.

Las vidas de Sofía y Gabriel cambiaron drásticamente cuando fueron arrancados de su entorno familiar y trasladados en avión a Moscú. Sólo en pleno vuelo se enteraron de su verdadera nacionalidad rusa. La confusión de los niños al llegar, resaltada por su falta de familiaridad con el presidente Putin, subrayó la profunda desconexión cultural que sentían. Se criaron en Argentina y Eslovenia y no tuvieron exposición previa a la cultura o política rusa.

Su llegada a Moscú estuvo marcada por una cálida bienvenida y el presidente Putin saludó a la familia. El saludo del presidente en español, “Buenas noches”, destinado a consolar a los niños, enfatizó aún más las circunstancias inusuales de su crianza. Los esfuerzos del Kremlin por reintegrar a la familia a la sociedad rusa serán sin duda una transición desafiante para Sofía y Gabriel, quienes ahora deben adaptarse a un entorno e identidad completamente nuevos.

Las implicaciones más amplias

La historia de la familia Dultsev arroja luz sobre las implicaciones más amplias del espionaje y las relaciones internacionales. El uso de “ilegales” en el trabajo de inteligencia demuestra hasta dónde llegarán los países para recopilar información e influir en los acontecimientos globales. Los sacrificios personales realizados por estos agentes, incluida la doble vida y el mantenimiento de sus verdaderas identidades ocultas incluso a sus familias, ponen de relieve lo mucho que está en juego en el espionaje.

La experiencia de los niños también subraya el impacto humano de las operaciones políticas y de inteligencia. Criados en Argentina y Eslovenia, Sofía y Gabriel ahora enfrentan la difícil tarea de adaptarse a la vida en Rusia, un país con el que no tenían ninguna conexión previa. Su historia es un conmovedor recordatorio de las vidas inocentes afectadas por la compleja red de espionaje internacional y maniobras políticas.

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El regreso de la familia Dultsev a Rusia tras un importante intercambio de prisioneros pone de relieve las complejidades personales y políticas del espionaje. Para los niños criados como argentinos y repentinamente empujados a una nueva realidad, la transición será una experiencia desafiante y transformadora. Su historia ofrece una perspectiva única sobre el lado humano de las relaciones internacionales y el impacto de gran alcance de las actividades de espionaje.

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