La salud de la Paz en Colombia
El Gobierno colombiano ha afiliado a 10.218 excombatientes al sistema de salud para recibir atención
Alberto*, un excombatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hoy transformado en partido político legal, no pudo ocultar su alegría cuando, después de años de no recibir atención médica especializada, tuvo acceso a una muy necesitada cirugía en su brazo fracturado. Cómo él, miles de excombatientes se benefician hoy por hoy del proceso de reincorporación socioeconómica y el consecuente acceso a los medicamentos y procedimientos de un plan de beneficios de salud; el mismo de todos los colombianos.
Este, en apariencia simple hecho, es sIGNORE INTOmático de un hecho mucho más profundo: o bien la salud puede convertirse en un puente para la paz y la reconciliación o, por el contrario, su negación puede resquebrajar la confianza entre las partes antes confrontadas. Las más recientes declaraciones de Jean Arnault, Jefe de la Misión de verificación de los acuerdos de paz de la ONU, son reflejo de este doble potencial que tiene la salud: el pasado 21 de noviembre destacó los avances en la afiliación a salud de 10.218 excombatientes, pero también manifestó su preocupación por las limitaciones en la atención de algunos casos graves.
La advertencia no es menor. Descuidar las necesidades en salud de la población en proceso de reincorporación podría poner la implementación de los acuerdos de paz en cuidados intensivos. Sólo una adecuada salud puede transformar a los excombatientes en una fuerza laboral productiva que aporte a la construcción de paz. Solo una adecuada atención a las excombatientes embarazadas puede hacer realidad la promesa de una nueva vida en familia.
Salud, reconciliación y confianza
Por eso mismo, en el año que ha transcurrido desde la firma del acuerdo de paz, la salud se ha convertido en un silencioso pero crucial vehículo legitimador del proceso. El gobierno colombiano, por ejemplo, ha desplegado equipos médicos hacia los denominados Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, territorios donde se concentra gran parte de la población excombatiente. Lo ha hecho, además, con la doble intención de atender a los excombatientes y de promover la reconciliación, pues la oferta en salud se ha extendido a la población rural campesina que habita en zonas aledañas.
Foto: Puesto de Salud de Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación en Remedios (Antioquia), cortesía de Andrés Forero
El Ministerio de Salud y Protección Social creó una reglamentación especial para garantizar la afiliación expedita al régimen subsidiado de salud de la población excombatiente. Con los decretos 1937 de 2016 y 294 de 2017, miles de excombatientes lograron afiliarse incluso antes de contar con un documento de identidad. Estos poco publicitados hechos han jugado un rol central en la construcción de confianza entre las FARC y el Gobierno.
En efecto, otros casos como los de El Salvador y Guatemala, dan fe del rol que tiene la salud en la construcción de confianza con acciones como la vacunación de niños en medio de la declaración de un alto al fuego. Hoy, estas exitosas experiencias están protocolizadas por la Organización Mundial para la Salud bajo el rótulo de “salud un puente para la paz”.
Los retos: acceso en zonas apartadas
Con todo, el camino no es de rosas. La salud en el marco del proceso de paz tiene enormes retos. La población excombatiente tiene una alta carga de la enfermedad, en particular aquellos que han resultado heridos por la guerra o que presentan enfermedades crónicas, no han logrado satisfacer la totalidad de sus necesidades en salud. Aunque hay importantes esfuerzos del Estado, garantizar el acceso efectivo a servicios de salud en las zonas más apartadas y más afectadas por el conflicto constituye un importante desafío para el desarrollo de Colombia y la efectiva construcción de paz.
Con ocasión de la presentación de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional en Colombia, el Ministro de Salud y Protección Social recalcó los enormes avances en los principales indicadores de salud en los últimas dos décadas en Colombia. Montar a los excombatientes , víctimas y, en general, a los pobladores de las zonas más apartadas en el bus de las mejoras en salud es, quizás, la principal tarea del sector salud en el postconflicto.
Mientras el país se debate por las condiciones para el montaje de un sistema de justicia especial para la paz, no debe olvidar la menos obvia centralidad que tiene la salud en este proceso. Sólo así el diagnóstico de la implementación de los acuerdos será el mismo que el de Alberto: favorable.
*el nombre ha sido cambiado por consideraciones de confidencialidad.
Latin American Post | Camilo Sánchez Meertens
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