AMÉRICAS

La transformación de América Latina: Asegurando un futuro de derechos reproductivos

Después de que Roe v. Wade fuera revocado en Estados Unidos, el panorama de los derechos reproductivos en América Latina captó la atención mundial. Importantes fallos judiciales y proyectos artísticos locales trajeron un impulso de esperanza y un avance claro.

Cambios en la legislación

Durante casi cinco décadas, la decisión de la Corte Suprema de EE. UU. en Roe v. Wade definió el derecho al aborto como un tema constitucional, estableciendo un referente no solo en América, sino en el mundo. Sin embargo, mientras Roe permanecía vigente, la mayoría de los países latinoamericanos solo permitían el aborto en circunstancias limitadas o lo prohibían por completo.

Ese panorama cambió drásticamente en 2020, cuando la legalización del aborto en Argentina generó un efecto dominó en la región. Desde entonces, México y Colombia han despenalizado el procedimiento, impulsando lo que los observadores llaman una “ola verde” de reformas.

La evolución legislativa en estos países sigue una tendencia global más amplia: desde el año 2000, más de 30 naciones han ampliado el acceso al aborto. En América Latina, tres de los cuatro países más poblados—Argentina, México y Colombia—ahora permiten la interrupción del embarazo en términos amplios. El país más grande de la región podría ser el próximo, ya que su Corte Suprema evalúa un plan para legalizar la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas a nivel nacional.

Sin embargo, este progreso enfrenta una fuerte oposición. Algunos países mantienen leyes estrictas. Nicaragua impone una prohibición total del aborto, mientras que Honduras ha reforzado su Constitución para dificultar su revocación. En noviembre de 2023, Perú reconoció los derechos del “no nacido” desde la concepción, lo que podría revertir los avances existentes. Mientras tanto, Estados Unidos destaca por haber restringido—en lugar de expandir—los derechos reproductivos al revocar Roe v. Wade.

Uruguay

Uno de los casos más innovadores en América Latina es Uruguay, donde el aborto fue completamente prohibido en 1938. Con el tiempo, las normas sociales cambiaron. Hoy, casi la mitad de la población se identifica como no afiliada, atea o agnóstica, reduciendo la influencia de la Iglesia católica. Aunque el presidente Tabaré Vázquez vetó una reforma del aborto en 2008, su sucesor, José “Pepe” Mujica, logró un momento histórico en 2012: Uruguay se convirtió en el segundo país de América Latina en legalizar el aborto voluntario, permitiéndolo hasta las 12 semanas de gestación.

Esta legislación fue objeto de intenso debate en ambos extremos del espectro político. Algunos críticos consideraban que debía incluir más disposiciones sobre adopción, mientras que los defensores del derecho a decidir se opusieron a los requisitos de consultas con un panel de expertos y a un período de reflexión obligatorio de cinco días. A pesar de estas discusiones, Uruguay se ha convertido en un modelo de cómo el diálogo pragmático puede moldear leyes que respeten la salud y autonomía de las mujeres.

Argentina

Aunque no fue el primer país de la región en legalizar el aborto, Argentina es vista como la cuna de la ola más reciente de reformas en derechos reproductivos. En 2005, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto adoptó el icónico pañuelo verde, un símbolo de salud pública y un llamado a la autonomía de las mujeres. Este pañuelo apareció en marchas masivas contra el feminicidio y la violencia de género, culminando en las manifestaciones de 2018 que dieron origen a la “Marea Verde”.

Ese mismo año, el Senado argentino rechazó por estrecho margen un proyecto para legalizar el aborto hasta las 14 semanas. Aunque el resultado decepcionó a los activistas, generó un debate nacional que cambió la opinión pública, haciendo que la mayoría de la población apoyara la despenalización. En 2020, el presidente Alberto Fernández respaldó una ley que permitió el aborto hasta la semana 14 de embarazo, consolidando a Argentina como líder en derechos reproductivos en la región.

Pero el futuro sigue siendo incierto. En noviembre de 2023, el ultraderechista libertario Javier Milei ganó la presidencia con la promesa de convocar un referéndum para revocar la ley de 2020. Enfrenta importantes obstáculos legales—la Constitución argentina no permite iniciativas populares en materia penal—pero su postura muestra que el debate sobre el aborto en Argentina aún no ha terminado.

Movimientos sociales que impulsan el cambio

Los cambios legislativos son cruciales, pero la acción ciudadana y el arte también desempeñan un papel clave en la transformación de la percepción sobre los derechos reproductivos en América Latina. En México, la Corte Suprema dictaminó en 2023 que criminalizar el aborto a nivel federal es inconstitucional. Este fallo requiere que los servicios de salud pública federales ofrezcan procedimientos gratuitos, aunque 20 de los 32 estados aún lo consideran un delito en sus códigos penales. La implementación llevará tiempo, pero el impulso social favorece la reforma.

Incluso antes de esta decisión, activistas en ciudades como Oaxaca y Ciudad de México sentaron las bases al aprobar medidas de despenalización a nivel estatal. Redes comunitarias han brindado durante años recursos, asesoramiento e incluso acceso a procedimientos seguros con misoprostol cuando las opciones legales eran limitadas. Después del fallo de 2023, estos grupos ganaron más legitimidad, lo que les dio confianza para presionar por reformas en otros estados mexicanos.

Colombia

En febrero de 2022, la Corte Constitucional de Colombia despenalizó el aborto hasta las 24 semanas. Esta victoria fue impulsada por el movimiento Causa Justa, que demostró cómo la prohibición afectaba gravemente a mujeres pobres y vulnerables. Fue un logro que tomó décadas: sus raíces se remontan a 2006, cuando la Corte permitió el aborto en casos de violación, incesto, malformaciones fetales o riesgos para la salud de la mujer.

Fuera del ámbito legal, Colombia muestra cómo el arte y la narrativa pueden cambiar la cultura. Mujeres Imparables, en su cuarta edición, recoge historias de mujeres—migrantes, afrodescendientes y sobrevivientes de trata de personas—que accedieron a servicios de aborto a pesar de enormes dificultades. Escritoras como Catalina Ruiz Navarro y Lina Botero han documentado estas experiencias, mientras que artistas como Laura Ortiz y Katherine Martínez han ilustrado sus luchas y victorias.

Al transformar textos legales en relatos humanos, Mujeres Imparables busca eliminar el estigma en torno a la salud reproductiva. Laura Castro, coordinadora de La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, destaca la importancia de celebrar estos avances en un momento en que los derechos reproductivos enfrentan amenazas en distintas partes del mundo. Este enfoque resuena con el movimiento latinoamericano en general: generar conciencia y empatía a través del arte, la cultura y el testimonio personal.

Chile

La experiencia de Chile muestra la dificultad de aprobar y mantener reformas. El país no permitió el aborto hasta 2017, cuando los legisladores lo aceptaron en tres casos: si el embarazo pone en riesgo la vida de la persona gestante, si el feto tiene malformaciones graves o si el embarazo es producto de una violación. A pesar de este avance, la implementación sigue siendo complicada. Muchas mujeres, especialmente aquellas con poco conocimiento legal o en situación de exclusión social, recurren a métodos clandestinos.

Estos problemas se intensifican con los intentos de cambiar la Constitución. En 2022, un borrador que garantizaba el acceso al aborto no obtuvo suficiente apoyo en el referéndum. La propuesta más reciente—respaldada por una mayoría conservadora en el consejo constitucional—incluye un lenguaje que parece proteger el derecho a la vida “de quien va a nacer”, dejando incierto el futuro de los derechos reproductivos. Mientras los chilenos votaban en diciembre de 2023, el debate sobre el aborto seguía siendo un tema central en la política nacional.

Mirando al futuro: Desafíos y optimismo

A pesar de algunos avances, la resistencia persiste. Nicaragua prohíbe el aborto desde 2006 y castiga con prisión tanto a médicos como a pacientes. Honduras endureció sus leyes en 2021 al requerir una mayoría calificada para eliminar la prohibición, aunque la presidenta Xiomara Castro hizo un pequeño cambio al levantar la restricción sobre la anticoncepción de emergencia. En Perú, una nueva ley reconoce derechos desde la concepción, lo que podría limitar aún más el acceso al aborto.

Estos casos reflejan que América Latina sigue caminos distintos en materia de derechos reproductivos. La tendencia general sugiere que la salud de las mujeres es una preocupación colectiva, más allá de la política o la religión. Incluso en países con leyes estrictas, los movimientos locales persisten, gestionan líneas de ayuda, ofrecen asesoramiento legal y brindan atención médica. Este activismo demuestra cómo la combinación de comunidad, arte y legislación puede cambiar normas y transformar sociedades profundamente.

Un ejemplo claro del poder del trabajo cultural es el uso de expresiones artísticas para cambiar la narrativa. Al compartir historias a través de palabras, ilustraciones y representaciones en vivo, activistas amplifican las voces de las mujeres y desafían visiones tradicionales. Estas iniciativas demuestran que el aborto no es solo una cuestión moral, sino una realidad de salud pública. De este modo, los enfoques basados en el cuidado y la empatía fortalecen la solidaridad y modifican percepciones de maneras que los datos o las leyes no pueden lograr por sí solos.

La esperanza en el esfuerzo latinoamericano por los derechos reproductivos proviene, en parte, de reformas que priorizan a grupos marginados y de bajos recursos. Por ejemplo, la ley argentina garantiza servicios de aborto gratuitos para reducir las desigualdades que afectan a las mujeres más pobres. En México, la orden de la Suprema Corte exige que los centros de salud federales realicen procedimientos sin costo. En Colombia, Causa Justa defiende el acceso al aborto seguro y legal como una necesidad esencial para las mujeres en situaciones económicas o sociales difíciles.

Esta combinación de cambios legales con activismo comunitario ha generado avances sólidos. Aunque existen amenazas, como las que representa el nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, la demanda por el derecho a decidir sigue siendo firme. Los grupos locales continúan fortaleciendo sus redes, y los logros en un país inspiran movimientos similares en otros.

En Brasil, una decisión pendiente de la Corte Suprema sobre la legalización del aborto hasta las 12 semanas podría marcar un cambio crucial para millones de mujeres. Si se aprueba, tres de los países más grandes de la región—México, Colombia y Brasil—se unirán a Argentina en la consolidación del acceso al aborto legal. Esta unión podría fortalecer la cooperación internacional, impulsar el activismo comunitario y ofrecer una mayor resistencia ante intentos de retroceso.

En conjunto, la trayectoria de América Latina es tanto esperanzadora como instructiva. Las experiencias de Uruguay, Argentina, México, Colombia y otros países demuestran que la transformación ocurre cuando confluyen distintos actores: tribunales, legislaturas, grupos comunitarios, artistas y ciudadanos comunes que se resisten a la pérdida de derechos. Incluso en lugares donde el cambio ha sido lento o está en peligro, las semillas del progreso siguen germinando.

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A través del arte, los testimonios personales y el respaldo colectivo, los activistas han logrado cambiar la conversación sobre los derechos reproductivos. Su optimismo no es ingenuo, sino el resultado de victorias legales reales y cambios sociales visibles. Aunque el camino aún es incierto, la voluntad compartida es profunda. El panorama cambiante de América Latina ofrece lecciones que trascienden fronteras: cuando las personas se unen para defender el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos, no solo transforman las leyes, sino que redefinen la sociedad misma, generando una esperanza genuina.

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