Los Marcos buscan el perdón de la historia
La familia del exdictador filipino Ferdinand Marcos intenta limpiar su oscuro pasado
En la larga historia de gobiernos hereditarios que han gobernado Filipinas, destaca un apellido que resuena más fuerte que Macapagal o Aquino, y es Marcos. Este apellido siempre irá unido al nombre de Ferdinand, quien dirigió los designios de este archipiélago durante más de dos décadas, durante 1965-1986. En ese periodo Marcos ordenó que miles de opositores fueran encarcelados, torturados y asesinados. Además, sustrajo unos 5.000 millones de dólares de las arcas públicas. Todo ello con la complicidad y beneplácito de su mujer, Imelda Marcos –la mujer de los mil pares de zapatos- quienes huyeron a Hawai cuando se dieron cuenta de que no eran IGNORE INTOcables.
A pesar de que han pasado 30 años desde la muerte de Ferdinand, el matrimonio Marcos generó, y genera, una profunda repulsa en el país. Este odio se avivó cuando hace un año el actual presidente, el polémico Rodrigo Duterte, autorizó que el cuerpo del sátrapa fuera trasladado desde Hawai para ser sepultado en suelo filipino, despertando la ira de sus detractores.
Por el contrario, su viuda Imelda, que hoy tiene 88 años, poco a poco ha conseguido ganar la simpatía del pueblo filipino desde que decidió volver de su exilio en 1991. Las nuevas generaciones no parecen recordar las atrocidades que su marido cometió y ven a Imelda como un símbolo vivo del último medio siglo de la historia del país.
Muchos de los habitantes que recuerdan el sangriento legado de los Marcos ven inadmisible que el tirano descanse en suelo patrio y, sobre todo que lo haga en el Cementerio de los Héroes de Manila. El cementerio es un lugar casi sagrado, pues allí reposan los cuerpos de quienes dieron su vida por el país durante la invasión japonesa en la Segunda Guerra Mundial.
Desde su regreso a Filipinas a principio de los 90, la familia Marcos no solo ha evitado la cárcel, sino que ha logrado volver al ruedo político. Imelda es congresista de la provincia de Ilocos Norte, antiguo feudo de su marido. Allí mismo, su hija Imee Marcos es gobernadora desde el año 2010. Su hermano, Ferdinand Marcos Jr. (de 60 años), quedó muy cerca de ser vicepresidente del país en 2016 y ya se perfila como candidato a las elecciones generales que tendrán lugar dentro de cinco años.
Los Marcos y sus seguidores llevan años intentando blanquear su pasado, exagerando los logros y minimizando los daños cometidos. Su estrategia se basa en despreciar a sus rivales y hacer creer a la juventud que los años de Ferdinand fueron una “época dorada”. Así lo cree JayJay Lyric Tandoc, taxista de 32 años: “el presidente Marcos construyó carreteras y hospitales, apostó por la educación y apoyó a los pobres, había seguridad y Filipinas era una nación respetada. Sí, robó, como han hecho muchos, pero era un hombre fuerte lo que el país necesitaba, como el actual presidente Duterte”, sentenció.
Otros, sin embargo, se horrorizan al pensar en una posible vuelta del clan. Ramón Casiple, del Instituto para la Reforma Electoral y Política, lo tiene claro: “fue una ‘época dorada’ para quienes estaban de acuerdo con ellos. Sus compinches vivieron bien, con muchas comodidades, pero no así la gran parte de la población”.
Amnistía Internacional calcula que el régimen encarceló a 70.000 personas, torturó a 34.000 y asesinó a unas 3.240, además, la deuda pública de Filipinas paso de 2.000 a 30.000 millones, mientras los Marcos y sus socios se hacían increíblemente ricos.
LatinAmerican Post | José María González Alonso
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