Los petroleros fantasma de Venezuela burlan las sanciones de Trump, y Caracas vuelve a aprender
Las sanciones de EE. UU. buscaban asfixiar el flujo de efectivo petrolero de Venezuela, pero las exportaciones subieron de 495,000 barriles diarios a cerca de un millón. Tras la incautación de un petrolero, el “bloqueo total y completo” de Trump endurece el Caribe, poniendo a prueba a comerciantes, marinos y familias otra vez esta temporada.
De la presión a las alternativas
En 2019, Donald Trump sancionó la industria petrolera de Venezuela para presionar a Nicolás Maduro, y las exportaciones cayeron a unos 495,000 barriles diarios. En un país petrolero, esa cifra no es abstracta: se filtra en los sueldos, la comida importada y el combustible que mantiene en marcha hospitales y autobuses a lo largo de la costa.
Seis años después, las sanciones siguen, pero las exportaciones se han recuperado a cerca de un millón de barriles diarios, informa BBC Mundo. La escala sigue siendo menor: Venezuela producía unos tres millones de barriles diarios en 1998, antes de que Hugo Chávez llegara al poder, y para finales de 2018 las exportaciones superaban los 1.1 millones de barriles diarios. El cambio también es táctico. Investigaciones en Energy Policy y Marine Policy han señalado que las sanciones suelen generar mercados de descuento e intermediarios, no resultados políticos claros.

Dentro de la flota fantasma
Ahí es donde entra la flota fantasma. La BBC vincula la estrategia de Venezuela con un patrón más amplio que también usan productores sancionados como Rusia e Irán. S&P Global estima que uno de cada cinco petroleros en el mundo participa en el traslado de crudo sancionado; la BBC cita una división interna de 10% dedicado solo al petróleo venezolano, 20% al iraní, 50% al ruso y 20% que puede mezclar fuentes. La firma marítima Windward calcula que la flota clandestina ronda los 1,300 buques.
La evasión, en el mar, es burocrática. Los barcos rotan nombres y banderas para eludir el escrutinio. El petrolero incautado frente a Venezuela, informó la BBC citando a CBS News, operaba como The Skipper. CBS News, según resumió la BBC, dijo que el Tesoro de EE. UU. lo sancionó en 2022, alegando que formaba parte de una red de contrabando vinculada al financiamiento de la Guardia Revolucionaria de Irán y Hezbolá. El barco antes usó los nombres Adisa y The Tokyo, y estaba vinculado al magnate petrolero ruso sancionado Viktor Artemov. La fiscal general de EE. UU., Pam Bondi, dijo en X que transportaba petróleo de Venezuela e Irán.
Los detalles pueden volverse surrealistas. The Skipper tiene unos 20 años; la BBC señala que los grandes transportistas suelen vender petroleros después de 15 años y desguazarlos cerca de los 25, dejando los cascos más viejos para rutas de mayor riesgo. Algunos operadores se convierten en “barcos zombis”, robando identidades y transmitiendo números de registro de la Organización Marítima Internacional. En abril, un petrolero que se hacía llamar Varada llegó a aguas cercanas a Malasia tras salir de Venezuela; enarbolaba la bandera de Comoras y tenía 32 años. Una investigación de Bloomberg citada por la BBC halló que el verdadero Varada fue desguazado en 2017 en Bangladesh. Las flotas fantasma también transfieren carga de barco a barco en alta mar y pueden apagar la identificación automática; expertos dijeron a BBC Mundo que esto ayudó a ocultar envíos venezolanos a China durante el primer mandato de Trump.

Un bloqueo con repercusiones
Entonces, la semana pasada, el comercio oculto se topó con la fuerza. Unidades estadounidenses interceptaron y confiscaron un petrolero frente a la costa de Venezuela, informó la BBC. En la Casa Blanca, Trump lo calificó de inédito: “Acabamos de incautar un petrolero frente a la costa de Venezuela, un gran petrolero—muy grande, de hecho el más grande jamás incautado”, dijo, según la BBC. El gobierno de Maduro denunció la acción como “un robo descarado y un acto de piratería”, y anunció que apelaría ante organismos internacionales.
Según la BBC, Trump ordenó un “bloqueo total y completo” a los petroleros sancionados que entren o salgan de Venezuela. La decisión agudiza tensiones que han crecido desde agosto, cuando Washington desplegó fuerzas en el Caribe, oficialmente para operaciones antidrogas. Muchos analistas ven otra cosa: un impulso para un cambio político en Caracas. Para exportadores y tripulaciones, el efecto inmediato es simple: más riesgo, más secreto y mayores descuentos.
Un informe de Transparencia Venezuela, citado por la BBC y basado en observaciones portuarias de octubre, muestra cuán activa es esa zona gris. Contó 71 petroleros extranjeros visibles en puertos de PDVSA, incluidos 15 bajo sanciones y nueve vinculados a patrones de flota fantasma. También reportó un promedio de 24 petroleros operando furtivamente cerca de tres puertos con señales apagadas, y detectó seis transferencias de barco a barco cerca de Bahía Amuay. Predominaron las banderas de conveniencia: 29 barcos bajo Panamá, seis bajo Comoras y cinco bajo Malta. Transparencia Venezuela señaló que 38 buques pasaron más de 20 días sin atracar, en contraste con los barcos vinculados a Chevron—autorizados por Washington para operar en Venezuela—que cargan y zarpan en un máximo de seis días. “La permanencia prolongada en las áreas portuarias del país, sin llegar directamente a los terminales petroleros, genera serias dudas sobre el tipo de operaciones que realizan esos barcos”, dijo el grupo, según cita la BBC. La BBC agrega que la incautación se realizó desde el portaaviones Gerald Ford, descrito como el más grande del mundo—un recordatorio en alta mar de que, en esta región, la energía y el poder viajan juntos.
En toda Venezuela, la flota fantasma no es una abstracción; es el lado oculto de la supervivencia. Ya sea que la presión endurezca a Caracas o la debilite, el Caribe sigue en movimiento—llevando riesgos, oportunidades y consecuencias hasta cocinas tierra adentro.
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