Amazonía: un tesoro ambiental a la deriva regional
Ante los alarmantes indicadores de contaminación en el Amazonas ¿Quién se hace cargo en la región del preciado recurso?
La importancia que tiene el Amazonas (término para abarcar tanto el Río como la cuenca del mismo y el entorno tropical boscoso) para la región latinoamericana no se limita a la narrativa ancestral de los pueblos autóctonos que nos advierten de las necesidades de preservación de las tradiciones culturales adheridas a ese espacio territorial. La relevancia ambiental de la región amazónica deriva de los procesos naturales de oxigenación de los residuos de dióxido de carbono, que en gran medida producimos toda la humanidad. Esto es totalmente comprendido dentro de la gran cantidad de informes de organizaciones de la sociedad civil, entes gubernamentales e instituciones regionales que procuran visibilizar esta importancia.
Sin embargo, históricamente la medida institucional de los gobiernos que parte de su territorio se encuentra este gran tesoro ambiental (especialmente Brasil, quien posee la mayoría de territorio), ha sido aprovecharse de los recursos primarios procedentes del bosque. Se ha recurrido, en gran medida, a su explotación forestal para extraer madera, tanto así que ante la preocupación del mundo después de la irrupción de la agenda ambiental en la escena política mundial en las décadas de los sesenta y setenta, se empezaron esfuerzos que no han sido eficientes.
Uno de esos esfuerzos es la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) incentivada por Brasil, que además de abarcar la problemática de la deforestación, busca integrar a las comunidades de la región a las actividades económicas estableciendo un desarrollo sostenible de la misma. Sin embargo, ante la gran capacidad internacional por parte de ONGs globales, dichos esfuerzos han quedado a la deriva, debido a que la organización tiene como característica clave su dependencia presidencialista en gran medida de Brasil.
La reactivación de la OTCA desde el año 2006, provino del llamado ascenso brasileño como potencia regional, pero que dependía claramente del liderazgo presidencial del ex mandatario Luiz Inacio Lula Da Silva y posteriormente Dilma Rousseff, pero entendiendo el clima político de Brasil en el que se han activado procesos de destitución y nombramientos polémicos en el Palacio do Planalto, la organización ha estado a la deriva que preocupa a los ambientalistas.
Actualmente, la región esta presta a que actores legales y no legales, exploten de manera incontrolada los recursos hídricos y forestales de la región. En Perú, la explotación ilegal con mercurio; en Colombia, la deforestación para los cultivos ilícitos de grupos ilegales; y en Brasil, la deforestación para la expansión urbana de los estados amazónicos, son parte de ese acelerado proceso de destrucción que necesita un control venido desde los altos poderes regionales.
La conciencia global ambiental debe invitar a la región a rediseñar herramientas de control a una región que es pretendida como un seguro ambiental de entes globales terceros como ONGs venidos de países del norte; como un recurso económico para la explotación de commodities de empresas globales; y como fuente investigativa de grandes farmacias internacionales. La conciencia regional de la Amazonía necesita entender ese tesoro como el recurso más importante que tiene Suramérica, por lo que abandonar los procesos inherentes a esa región es una invitación a que terceros destruyan la riqueza del continente.
Latin American Post | David Leonardo Carmona Barragán
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