El gas: un puente roto entre el carbón y las energías verdes
Todo indica que las energías renovables dominarán antes de lo pensado
Mientras la matriz energética del mundo va cambiando en la medida en que los gobiernos cierran las puertas a los combustibles fósiles, todo indica que las energías renovables dominarán antes de lo pensado.
Países, como Francia, anuncian que los vehículos al año 2030 serán propulsados con motores eléctricos. China, por su parte, afirma a través de su primer ministro, Li Keqiang, que “nuestras palabras tienen peso y nuestras acciones deben tener éxito”, refiriéndose a los compromisos adquiridos por el gigante asiático en la COP 21 de Francia en el 2015.
China consume la misma cantidad de carbón que el resto del mundo. Por esta razón, es que pasa de relevante a indispensable que su gobierno adopte las medidas necesarias para “frenar su adicción al carbón”, como lo mencionó Isabel Hilton, fundadora de Chinadialogue; es en esa vía que el mayor aportante de emisiones de CO2 a la atmósfera se comprometió en reducir su consumo en un 60% al 2020 marcando la pauta para el mundo.
A pesar de la decisión de Trump de desconocer el Cambio Climático y evitar reducir los aportes en CO2 del segundo país con mayores emisiones del planeta, estados como California se han dedicado a evaluar e implementar cambios en la matriz energética con toda firmeza.
Una cuarta parte de la energía requerida por California es generada mediante una canasta energética compuesta por energías renovables o no convencionales; electricidad solar, eólica y geotérmica se combinan para producir el 25% de la energía requerida por ese estado norteamericano mientras que un tercio se produce a partir de gas.
Sólo un 10% de la energía de California se produce a través de las hidroeléctricas, fuente de energía cada día más incierta por la falta de regularidad en las precipitaciones año tras año. El uso de nuevas fuentes de energía en el 2017 creció en ese estado en un 10% con respecto al año anterior.
Pero existen países que consideran que la transición para dejar atrás el uso de combustibles debe hacerse lentamente, trazando un puente entre el carbón y las llamadas energías verdes a través una balanza: disminuye el uso del carbón, se incrementa el uso del gas y alternamente se van implementando energías no convencionales como la solar, la eólica, la mareomotriz o la geotérmica, entre otras.
Esta fórmula, que pretende que el tránsito sea lento, por la necesidad de inversión de grandes recursos iniciales y el alto costo de sistemas de almacenamiento de energía, como las baterías, parece estar siendo desvirtuada y se evidencia la necesidad de replantear.
La reducción en emisiones entre el carbón y el gas es mínima, casi nula. Si bien es cierto que alejarse del carbón representa un gran avance en cuanto a la desaceleración del calentamiento global por la reducción de emisiones, la explotación de gas contribuye generosamente al cambio climático gracias a las constantes fugas de metano CH4, que resulta 96 veces más potente como efecto invernadero que el mismo CO2.
Políticas como las adoptadas por California quien obliga a los proveedores de electricidad a diseñar planes con el propósito de cumplir metas establecidas es una gran muestra de cómo se puede ir migrando del combustible del siglo XIX a los combustibles del siglo XXI. El gobierno estatal fijó la ruta comprometiéndose a reducir en un 40% las emisiones de CO2 con respecto a las de 1990 y que sus fuentes de producción eléctrica fueran de al menos el 50% para el año 2030.
En el caso de Colombia, el gigante multinacional BHP Billiton accionista de El Cerrejón, una mina que ha causado grandes impactos ambientales al norte del país suramericano, ha anunciado su intención de retirarse de la Asociación Mundial del Carbón por estar en desacuerdo con la hoja de ruta que ese gremio sigue pretendiendo en el mundo a pesar del anuncio de más de 20 países de dejar de consumir ese contaminante combustible.
Latin American Post | Alberto Castaño Camacho
Copy edited by Susana Cicchetto