Lagos: ecosistemas que agonizan
La desaparición y la pérdida de agua de estos cuerpos acuáticos es motivo de preocupación de algunos expertos
Hace 28 años, el Mar de Aral era uno de los lagos más grandes del mundo. El cuerpo de agua, localizado entre Kazajistán y Uzbekistán contaba con 68 mil kilómetros cuadrados. Hoy de él solo queda un 10%. Al igual que le ocurrió a este cuerpo acuático, son muchos los lagos en el mundo que se enfrentan a una amenaza constante que esta a punto de desaparecerlos y la lucha hasta ahora parece estar más perdida que ganada.
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Este tipo de ecosistemas caracterizados por contar con flujos de agua provenientes de ríos, quebradas o aguas subterráneas, no solo se han enfrentado a los cambios climáticos, que amenazan a diario con secarlos, como ocurre en la actualidad con el Lago Tanganica en África, cuyas aguas se han calentado tanto que apenas sobreviven sus peces. Pero estos cambios climáticos no siempre se encuentran vinculados con el calentamiento global, también puede ocurrir y ser normal la sequía temporal de estos. Jamer Zuñiga Galindo hidrogeólogo de Siamcol asegura que “esto es un proceso normal del ciclo hidrológico del área específica y el que se seque o no el cuerpo de agua es un hecho que depende de la diferencia entre la precipitación y al evaporación; esto es, entre el agua que le llega al lago y el agua que este pierde por evaporación y escorrentía”.
Por su parte, Oscar Orlando Briceño Amarillo, geólogo de la Universidad Nacional de Colombia, con máster en Conservación y Gestión del Medio Ambiente, se considera más escéptico con respecto al calentamiento global: “En Colombia tenemos el fenómeno del niño y de la niña que son independientes al calentamiento global, pues de ellos su registro de aparición, data desde épocas precolombinas. Cuando hay fenómeno del niño en la zona andina colombiana se bajan las precipitaciones o sea, hay menos lluvia y al haber menos lluvia los cuerpos de agua también descienden”.
No obstante, estas causas no son las únicas que amenazan a los cuerpos de agua, la intervención del hombre es primordial para esto. En el caso del Mar Aral, fueron los habitantes de la zona quienes desviaron las aguas que lo alimentaban hasta dejar apenas la huella en la arena de lo que en algún momento fue este cuerpo de agua. Pero así como el ser humano le roba el agua a los lagos para destinar el recurso en usos agropecuarios, también se ha encargado de destruirlos con sus propias manos, como sucedió en el sector El Lago en Bogotá que antiguamente era un cuerpo de agua que fue rellenado para cimentar uno de los barrios más prestigiosos de los años 70.
La desaparición de estos ecosistemas no solo es una amenaza para el lago en sí mismo, como ocurre en este momento con la sequía del lago Poppó en Bolivia o el Lago Urmía en Irán. Cuando desaparece un lago, no solo la flora y la fauna se afectan, sino también desaparecen culturas y comunidades que usualmente subsisten gracias a la pesca o el turismo.
Para evitarlo es menester que los gobiernos unan fuerzas en pro de la protección de los mismos, así lo afirma Briceño, pues “No se puede permitir que un ecosistema tan delicado sea intervenido al parecer de las personas. Hay que establecer controles. Y esas intervenciones deben estar dadas por las problemáticas específicas que cada cuerpo de agua padece”. De esta manera, según Zúñiga, deben ser tenidas en cuenta la protección del volumen de agua disponible que alimenta el ecosistema y las zonas de importancia ambiental alrededor de los mismos. En segundo lugar, es menester regular la explotación de los ecosistemas y limitar las actividades del ser humano sobre todo en las zonas de ríos o quebradas, donde las actividades agrícolas-pecuarias pueden aportar cantidades importantes de contaminantes como son agroquímicos pesticidas y nitratos que pueden terminar por acabar los lagos.
Latin American Post | Maria Alejandra Gomez
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