Liberen a Kshamenk: la batalla por liberar a la última orca cautiva de América Latina
En el corazón de Argentina, Kshamenk, la última orca cautiva de América Latina, vive aislada. Su historia ha desatado un movimiento global que cuestiona la ética del cautiverio de las orcas y exige su liberación después de más de 30 años.
Kshamenk: una vida solitaria en cautiverio
Kshamenk ha pasado más de tres décadas en un tanque en el oceanario Mundo Marino en San Clemente del Tuyú, Argentina, lo que lo convierte en la última orca cautiva de América Latina. Capturado en 1992, Kshamenk inicialmente formaba parte de un grupo que supuestamente estaba varado en la costa argentina. Sin embargo, muchos activistas de los derechos de los animales refutan esta historia, alegando que fue capturado deliberadamente para entretenerse. La pérdida de su compañera en 2000 lo ha dejado solo durante más de 20 años, confinado en un tanque mucho más pequeño que su hábitat natural en el océano.
Recientemente, la orca se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el cautiverio de los mamíferos marinos. Una campaña en las redes sociales liderada por el grupo activista canadiense UrgentSeas ha ganado fuerza global, llamando la atención sobre la difícil situación de Kshamenk a través de clips virales que lo muestran apenas moviéndose en su tanque. Un video de lapso de tiempo compartido en TikTok, acompañado por el hashtag #FreeKshamenk, ha obtenido más de 184.000 respuestas, reavivando el debate sobre si Kshamenk debería permanecer en cautiverio o ser liberado de nuevo en la naturaleza.
UrgentSeas le dijo a CNN que el confinamiento de Kshamenk no es nada menos que una tortura. “Creemos firmemente que los animales socialmente complejos como las orcas no pertenecen al cautiverio. El confinamiento solitario es la forma más alta de tortura, y Kshamenk no se lo merece”, afirmó el grupo.
Sin embargo, Mundo Marino ha negado vehementemente las afirmaciones, afirmando que los videos fueron “manipulados maliciosamente” para crear una falsa impresión de la salud y los niveles de actividad de Kshamenk. El oceanario insiste en que la salud de la orca es estable, sin ninguna evidencia veterinaria que sugiera lo contrario. Sin embargo, la batalla entre activistas y Mundo Marino está lejos de ser nueva y tiene sus raíces en años de controversia en torno a la captura y el trato recibido por Kshamenk.
Un cambio global: el cautiverio ya no es la norma
La lucha por liberar a Kshamenk se produce en medio de una conversación global más amplia sobre la ética de mantener a los mamíferos marinos en cautiverio. En toda América Latina, los espectáculos de orcas se han eliminado gradualmente y muchos países han introducido regulaciones más estrictas contra la captura y exhibición de mamíferos marinos. Sin embargo, Kshamenk sigue en cautiverio.
Según el Proyecto Internacional de Mamíferos Marinos, solo 54 orcas permanecen en cautiverio, en comparación con las 166 capturadas desde 1961. La conciencia pública sobre los derechos de los animales ha crecido significativamente y los activistas argumentan que la historia de Kshamenk es una reliquia de una era pasada en la que el entretenimiento con animales se consideraba algo típico. Ahora, los países de América Latina han avanzado en los derechos de los animales, a menudo cerrando por completo los espectáculos marinos.
Sin embargo, la historia de Kshamenk es paralela a otros casos de alto perfil en la región. En México, la historia de Keiko, la orca que se hizo famosa por la película Liberen a Willy, despertó la atención mundial cuando los activistas hicieron campaña con éxito por su liberación. Aunque estuvo plagado de desafíos, el viaje de Keiko se convirtió en un faro de esperanza para los activistas por los derechos de los animales, mostrando que las orcas podían ser rehabilitadas y reintroducidas a la naturaleza. En Brasil, los parques marinos que alguna vez albergaron delfines y ballenas pequeñas han cerrado sus puertas, reconociendo las preocupaciones éticas que rodean el cautiverio de mamíferos marinos.
Los activistas sostienen que la situación de Kshamenk refleja estos casos pasados. A pesar de las afirmaciones de Mundo Marino de que liberarlo sería peligroso, muchos creen que con una planificación cuidadosa, Kshamenk aún podría prosperar en un santuario marino o incluso regresar a su hábitat natural, similar a lo que se intentó con Keiko.
“Kshamenk ha estado encerrado en ese oceanario, entreteniendo a la gente desde su captura”, dijo el abogado de derechos de los animales Mauricio Trigo. “Y desde 2000, no ha visto otra orca”, agregó la activista Dalila Lewis. Para los grupos de derechos de los animales, este aislamiento es la mayor tragedia del cautiverio de Kshamenk.
Polémica por la captura de Kshamenk
El origen del cautiverio de Kshamenk sigue siendo un punto de discordia. Mundo Marino afirma que Kshamenk fue rescatada después de quedar varada con un grupo de orcas en 1992. Sin embargo, organizaciones de derechos de los animales, incluida la ONG Marine Animal Rights, refutan esta versión de los hechos. Según estos grupos, el varamiento de Kshamenk no fue un rescate sino una captura deliberada.
“Salieron a buscar una orca macho para Belén, la orca hembra que tenían en ese momento. Querían reproducción para tener más orcas y crear un espectáculo más grande. Esa es la pura verdad”, dijo María Rosa Golía, representante de Marine Animal Rights, en una entrevista con CNN.
Esta afirmación ha dado lugar a años de disputas legales. En 2023, varios grupos activistas, incluido Marine Animal Rights, presentaron una demanda contra Mundo Marino para detener sus espectáculos de orcas y presionar por la liberación de Kshamenk. Los activistas sostienen que el cautiverio de Kshamenk se basó en un pretexto falso y que la orca ha sido explotada con fines comerciales desde entonces. Sin embargo, Mundo Marino sostiene que la vida de Kshamenk es más segura dentro de los confines del oceanario. Después de la rehabilitación, el parque afirma que liberarlo en la naturaleza perjudicaría su supervivencia.
Sin embargo, estos argumentos no ayudan a calmar las preocupaciones de los activistas. Como las orcas son animales muy sociales que suelen vivir en grupos familiares muy unidos, el aislamiento de Kshamenk es un factor importante en sus peticiones de liberación. Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, las orcas en estado salvaje pueden vivir hasta 90 años, y los activistas creen que a Kshamenk todavía le quedan muchos años, siempre que pueda vivir en un entorno más adecuado.
“Kshamenk ha servido bien a Mundo Marino”, dijo UrgentSeas a CNN. “Ahora es el momento de que le devuelvan algo de dignidad a su vida. No tiene que morir solo en un tanque de hormigón. La gente de Argentina quiere algo mejor para él”.
Los desafíos de la supervivencia en la naturaleza
Liberar a una orca cautiva como Kshamenk en la naturaleza no es una tarea sencilla. Si bien los activistas por los derechos de los animales están apasionados por liberarlo, existen desafíos significativos asociados con la transición de un mamífero marino que ha pasado décadas en cautiverio a su hábitat natural. El caso de Keiko, la famosa orca de Free Willy, es una historia de advertencia para quienes presionan por la liberación de Kshamenk.
El viaje de Keiko hacia la libertad comenzó con un inmenso apoyo público y, después de años de cautiverio, fue liberado en la naturaleza en 2002. Sin embargo, la transición estuvo lejos de ser sencilla. Keiko luchó por reintegrarse a las manadas de orcas salvajes y no logró desarrollar las habilidades para cazar y socializar de manera efectiva. Aunque fue monitoreado y asistido, su capacidad para sobrevivir en la naturaleza se vio gravemente comprometida y, solo un año después de su liberación, Keiko falleció de neumonía. Su historia resalta la esperanza y los riesgos de liberar a las orcas cautivas, subrayando que la libertad no siempre es sinónimo de supervivencia.
Para Kshamenk, estos riesgos son igualmente reales. Al haber estado confinado en un tanque desde 1992, Kshamenk no ha tenido la oportunidad de cazar alimentos ni de navegar por el vasto y complejo entorno del océano abierto. Las orcas son criaturas sociales que dependen del apoyo y la interacción de sus manadas. Kshamenk ha estado privado de estas conexiones vitales durante más de dos décadas desde la muerte de su única compañera en 2000. Sus habilidades sociales pueden estar significativamente subdesarrolladas, lo que lo pone en riesgo de aislamiento en la naturaleza, lo que podría ser fatal para una orca acostumbrada a la vida en cautiverio.
Los riesgos para la salud también plantean un desafío importante. Las orcas en cautiverio a menudo desarrollan sistemas inmunológicos comprometidos, al haber estado protegidas de los patógenos naturales presentes en sus hábitats oceánicos. Reintroducir a Kshamenk en la naturaleza podría exponerlo a enfermedades para las que su cuerpo no está preparado, y los activistas reconocen que su supervivencia podría verse en peligro si no se maneja con cuidado.
La rehabilitación y la liberación gradual en un santuario marino podrían ofrecer un camino más seguro y viable para Kshamenk. Los santuarios marinos proporcionan un entorno controlado y seminatural donde la orca puede adaptarse a una vida más parecida a la que habría experimentado en la naturaleza sin los peligros del océano abierto. Aquí, Kshamenk podría recuperar algunos de sus instintos mientras está protegido de las amenazas que conlleva un regreso completo a la naturaleza.
“Es importante considerar el bienestar a largo plazo de Kshamenk”, dijo la bióloga marina Dra. Andrea Suárez en una entrevista con CNN. “Si bien todos queremos ver a las orcas libres, debemos asegurarnos de que tengan la mejor oportunidad de supervivencia. Una liberación abrupta en la naturaleza podría ser tan cruel como el cautiverio si conduce a una muerte temprana”.
Los grupos de derechos de los animales, incluido UrgentSeas, siguen teniendo esperanzas. Creen que con los recursos y el apoyo adecuados, Kshamenk podría prosperar en un santuario y eventualmente aprender las habilidades necesarias para vivir en un entorno más natural. Incluso si no puede reintegrarse completamente a la naturaleza, argumentan que trasladarlo a un santuario mejoraría significativamente su calidad de vida, permitiéndole escapar del tanque confinado donde ha pasado la mayor parte de sus 35 años.
¿Qué le espera a Kshamenk?
La cuestión del futuro de Kshamenk sigue sin resolverse, ya que los activistas y Mundo Marino están enzarzados en una batalla por su destino. Las organizaciones de derechos de los animales están presionando para que se lo libere en un santuario marino especialmente diseñado, similar a los esfuerzos realizados para Keiko. Este enfoque ofrece una solución más equilibrada, que le permite a Kshamenk vivir el resto de sus días en un entorno controlado que replica mejor su hábitat natural sin los riesgos totales de la naturaleza.
Sin embargo, Mundo Marino sostiene que Kshamenk está más seguro en cautiverio. El oceanario argumenta que liberarlo en la naturaleza podría provocar graves complicaciones de salud, o incluso la muerte, debido al tiempo prolongado que pasa fuera de su entorno natural. Mundo Marino afirma que la supervivencia de Kshamenk en la naturaleza estaría plagada de desafíos, no solo por sus habilidades sociales y de caza poco desarrolladas, sino también por su posible exposición a patógenos y cambios ambientales que su cuerpo podría no ser capaz de soportar.
A pesar de estas preocupaciones, las organizaciones de derechos de los animales, incluida UrgentSeas, no se desaniman. Están comprometidos a explorar todas las opciones para la liberación de Kshamenk, enfatizando la posibilidad de trasladarlo a un santuario marino. Un santuario de este tipo le ofrecería una existencia más natural y digna, al tiempo que mitigaría los peligros de una liberación inmediata en la naturaleza.
“Kshamenk ya no necesita entretener a la gente”, dijo Golía de Marine Animal Rights. “Le debemos al menos intentar darle una vida digna de una criatura tan extraordinaria”.
Aunque la logística de crear un santuario marino es compleja y costosa, los activistas creen que el esfuerzo vale la pena. Argumentan que Kshamenk ha prestado años de servicio al oceanario. Ahora, es hora de que Mundo Marino devuelva algo de dignidad a su vida permitiéndole vivir en un entorno más natural, aunque siga siendo algo controlado.
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El caso de Kshamenk pone de relieve las preocupaciones éticas más amplias en torno al cautiverio de mamíferos marinos. Si bien su historia es única, refleja las luchas de las orcas de todo el mundo que han sido sacadas de sus hábitats salvajes y obligadas a vivir en cautiverio. Aún está por verse si Kshamenk tendrá o no una segunda oportunidad de vivir en un entorno más natural. Aun así, el creciente movimiento para liberarlo es un testimonio de las actitudes cambiantes de América Latina hacia los derechos de los animales.