Medio ambiente

Los temores de la sequía de La Niña resurgen en Argentina y más allá

Los productores de granos de Argentina se están preparando para otra sequía potencialmente devastadora, ya que los pronósticos señalan una alta probabilidad de que se produzca un fuerte episodio climático de La Niña a finales de este año, lo que genera preocupaciones en un sector agrícola latinoamericano que ya se está tambaleando por los recientes extremos climáticos.

La siniestra sombra de La Niña

El repetido espectro de La Niña se cierne sobre Argentina, señalando una posible sequía para la vital región de las Pampas del país y provocando malestar en los centros agrícolas de América Latina. Dado que la economía argentina depende en gran medida de las exportaciones agrícolas, la amenaza de La Niña genera alarmas a nivel local y en todo el continente, donde la agricultura constituye la columna vertebral de muchas economías.

Los agricultores de Argentina, ya golpeados por tres años consecutivos de los duros impactos de La Niña, enfrentan con temor la perspectiva de otra sequía más. Los recuerdos de las diezmadas cosechas de 2022/23 los persiguen mientras la bolsa de granos de Rosario predice un 77% de posibilidades de que La Niña regrese para octubre. Este patrón climático, marcado por temperaturas de la superficie del mar más frías que el promedio en el Océano Pacífico, generalmente produce condiciones más secas para Argentina, poniendo en peligro las próximas cosechas.

Vulnerabilidad regional y ramificaciones económicas

Sin embargo, la difícil situación de Argentina no es un incidente aislado. El dominio de La Niña se extiende a Brasil, Uruguay y Paraguay, lo que pone de relieve una vulnerabilidad regional. Brasil, otro gigante agrícola, ha sufrido una reducción de los rendimientos de la soja y el café debido a las sequías inducidas por La Niña, lo que ha afectado a los mercados mundiales que dependen de estos productos básicos. Uruguay y Paraguay también enfrentan las nefastas consecuencias de la disminución de las precipitaciones, lo que subraya la interconexión de las economías agrícolas de América del Sur.

En medio de este ciclo de escasez, la actual fase de El Niño ofrece un respiro temporal, ya que el aumento de las precipitaciones impulsa la producción de soja y maíz en Argentina. La Bolsa de Rosario pronostica con optimismo cosechas sustanciales para la temporada 2023/24. Sin embargo, el inminente regreso de La Niña amenaza con socavar estos logros, reviviendo los temores de una perturbación agrícola generalizada.

El impacto histórico de La Niña en América Latina subraya un patrón de desafíos recurrentes. Desde la reducción a la mitad de la producción agrícola de Argentina durante los recientes acontecimientos hasta los campos afectados por la sequía de Brasil y las importantes pérdidas de producción de trigo de Uruguay, el potencial destructivo de La Niña es evidente. Estos patrones requieren un cambio hacia la preparación y la resiliencia frente a la imprevisibilidad del clima.

Hacia una respuesta regional unida

Abordar las implicaciones más amplias de La Niña implica abordar la escasez de agua, los riesgos de incendios forestales y las crisis económicas. Estos desafíos exigen un enfoque regional unido ante la adversidad climática, enfatizando la importancia de compartir mejores prácticas, sistemas de alerta temprana y un marco de colaboración para la seguridad alimentaria.

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Mientras América Latina se prepara para el posible regreso de La Niña, la atención se centra en las prácticas agrícolas sostenibles y la cooperación regional. Al fortalecer los mecanismos de alerta temprana y adoptar técnicas resistentes a la sequía, el continente puede afrontar mejor las amenazas cíclicas que plantean La Niña y El Niño, salvaguardando su legado agrícola y garantizando la estabilidad económica. La carrera contra el tiempo para prepararse para el impacto de La Niña no se trata sólo de capear la tormenta sino de sentar las bases para un futuro agrícola más resiliente y sostenible en toda América Latina.

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