Plásticos amenazan aguas de Malpelo en el Pacífico colombiano
El Arctic Sunrise de Greenpeace viajó más de 40 horas hasta el santuario de Malpelo en Colombia, descubriendo una alarmante contaminación plástica y pesca ilegal, destacando desafíos ambientales urgentes en los ecosistemas marinos de América Latina.
Arctic Sunrise de Greenpeace se embarcó en una importante expedición a la isla Malpelo, frente a la costa del Pacífico de Colombia, en una conmovedora revelación de la difícil situación ambiental que enfrentan los santuarios marinos de América Latina. Después de navegar durante más de 40 horas a través de aguas repletas de delfines, atunes y mantarrayas, la tripulación se enfrentó a una cruda realidad: las aguas del santuario estaban contaminadas con siete tipos de plásticos y los barcos pesqueros ilegales violaron sus áreas protegidas.
Exponiendo la contaminación plástica: un viaje de descubrimiento
Este viaje, dirigido por un equipo diverso de ambientalistas, científicos, ingenieros y fotógrafos, expuso la sombría infiltración de desechos plásticos en estas aguas remotas. Entre los habitantes naturales del océano, encontraron “escuelas” flotantes de biberones, bolsas, pañales, restos de pesca, biberones, tazas y envoltorios de bocadillos. El avistamiento de barcos pesqueros ilegales subrayó aún más la vulnerabilidad del santuario a la explotación humana.
Tatiana Céspedes, coordinadora de la campaña de Greenpeace en Colombia, compartió con Efe su asombro y destacó la tragedia de encontrar tales residuos en la recóndita belleza de la isla de Malpelo, a 500 kilómetros de la costa. El inquietante descubrimiento de la misión fue la presencia de microplásticos, que se identificaron utilizando una Manta Net para recolectar y analizar muestras de agua. Un detector de polímeros infrarrojos reveló que las aguas albergaban los siete tipos principales de plásticos, lo que representaba una amenaza para la vida marina, incluidas las tortugas, los tiburones y las ballenas.
La tripulación multinacional del Arctic Sunrise, procedente de 14 países diferentes, fue testigo de primera mano del peligro que suponen los residuos plásticos para las rutas de migración marina y los ecosistemas. Este viaje marcó la misión inaugural del barco a Colombia, con el objetivo de abogar por la protección del Pacífico colombiano, estudiar sus condiciones marinas e instar al gobierno nacional a ratificar el Tratado Oceánico Global, adoptado por las Naciones Unidas en 2023.
Llamada a la acción
Céspedes destacó el carácter global de la misión de Greenpeace, con su flota de tres barcos tripulados por tripulaciones internacionales. Esta expedición documentó las realidades tangibles de la contaminación plástica y la pesca ilegal en aguas colombianas, lo que generó alarmas sobre estos problemas generalizados.
El Arctic Sunrise, originalmente llamado Polarbjørn (Oso Polar), fue construido en 1975 para la caza de focas, una industria a la que Greenpeace se opuso con vehemencia. En 1995, Greenpeace compró clandestinamente y reutilizó la embarcación para esfuerzos de conservación. La apneista colombiana Sofía Gómez, quien se sumó a la misión, expresó su sorpresa por el estado del océano y destacó que el cuidado marítimo comienza en casa, lejos de la visibilidad directa del mar.
En colaboración con los Parques Nacionales Naturales y la Fundación Malpelo, la expedición recolectó muestras para un análisis en profundidad, con el objetivo de profundizar la comprensión e impulsar la acción. Los hallazgos sirven como un llamado de atención para tomar medidas urgentes para salvaguardar la salud y la sostenibilidad de los océanos, instando a los gobiernos y ciudadanos a rectificar las prácticas plásticas perjudiciales.
Esta incursión en el santuario de Malpelo es más que una cuestión local; refleja un desafío continental. Con sus extensas costas y su biodiversidad marina, América Latina se encuentra en una encrucijada. Países como Brasil, México y Chile, cada uno con ecosistemas marinos únicos, enfrentan amenazas similares de contaminación y pesca ilegal, lo que subraya la necesidad de cooperación regional y una gobernanza ambiental sólida.
La desembocadura del río Amazonas y los arrecifes de coral de Brasil, el Gran Arrecife Maya de México y las islas Juan Fernández y Desventuradas de Chile son hábitats críticos que enfrentan la peor parte de las presiones inducidas por el hombre. Estos sitios, como Malpelo, son vitales por sus especies endémicas y su importancia ambiental global, lo que influye en la regulación del clima y la biodiversidad.
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El viaje del Arctic Sunrise a Malpelo es un microcosmos de los desafíos ambientales más amplios que enfrentan los ambientes marinos de América Latina. Ilustra los destinos entrelazados de las actividades terrestres y la salud acuática, destacando cómo el uso de plástico en zonas continentales y las prácticas de gestión de residuos pueden tener impactos de gran alcance en santuarios oceánicos distantes.
La expedición de Greenpeace a la isla Malpelo es un poderoso testimonio de las crisis ambientales que azotan los océanos de América Latina. Subraya la necesidad urgente de una acción integral y colectiva para combatir la contaminación plástica y la pesca ilegal, salvaguardando los tesoros marinos de la región para las generaciones futuras. A medida que la comunidad global avanza hacia una mayor conciencia ambiental, el destino de los mares de América Latina y su vida diversa está en juego, lo que exige una postura unificada para proteger estos preciosos reinos azules del impacto humano.