CDMX: ¿cómo recuperar los sistemas acuíferos post-terremoto?
El subsuelo de la capital de México ha sufrido desde la Conquista
Las ciudad mas grande del mundo, Ciudad de México, es abastecida por millones de litros de agua por diversas “cuencas”, una cuenca son los espacios donde las lluvias caen hasta acumularse e integrarse a ríos, lagos o el mar. La ciudad de México esta rodeada de montañas y fue construida encima de un gran lago, el lago de “Texcoco”. Los pueblos prehispánicos originarios de la región demoraron muchos años en establecer una relación armónica con la gran cuenca del valle de México y por varias generaciones aprendieron los procesos de agricultura y convivencia con el gran flujo de agua que pasaba por la ciudad. Desde la invasión europea, lograda por Hernán Cortés en el nombre del rey Carlos I de España y en nombre del Imperio español entre 1519 y 1521, se derribó la avanzada ingeniería que los antiguos habían construido. Ellos decidieron tapar y cubrir los lagos, desarmonizando y doblegando los legendarios espacios de la ciudad.
Esta locación hoy está cubierta por una gran mancha urbana que desarrolló a través de los años una serie de desastres e inundaciones que también componen la historia de la ciudad. Los canales acuíferos que la sostienen descienden radicalmente 13 cm cada mes, alrededor de 3 millones de metros cúbicos de agua que haciendo sumas anuales, se llegan a extraer cifras inimaginables y desequilibradas de agua del subsuelo de la ciudad. Más aun porque en la actualidad esos canales están contaminados con diversos desechos tóxicos como aguas negras, basura, residuos industriales y diferentes tipos de bacterias, lo cual hace de estos ríos inservibles dentro del ecosistema.
Este abuso nocivo al subsuelo hace que en algunas zonas de la ciudad se hundan hasta 2.5 cm por mes (Satelite Sentinel ESA, Agencia Espacial Europea), causando un hundimiento de 15 cm a 30 cm por año. Así se revelaron, por ejemplo, en el Zócalo de la capital nuevos vestigios arqueológicos justo debajo de la catedral, en el corazón de la capital. Cabe mencionar que para recuperar un equilibrio en el flujo de las aguas subterráneas tendríamos que dejar de bombear y esperar 32 años.
En 1910 crearon un sistema de drenaje que funcionaba por medio de la presión que generaba la propia angulación y gravedad del valle, en el 2002 ya existía un hundimiento de 9 metros aproximadamente. Por lo tanto, tuvo que ser sustituido por partes e integrar un costoso sistema de bombas para extraer lo que antes subía por su propia cuenta.
El propio crecimiento de la ciudad es mayormente por “monstruos mobiliarios” autorizados en zonas de Riesgo, de materiales de bajo costo para ahorrarse gastos de presupuesto, muchos pasan procesos burocráticos gracias a los pagos corruptos o “bajo del agua“ que aceptan los funcionarios públicos de los diversos municipios. Estos edificios inmobiliarios reclaman mas agua de lo que el acuífero subterráneo puede tolerar y al agotarlo tendrán que buscarlo a más profundidad, inevitablemente creando así una enorme inestabilidad por los huecos de la tierra creando derrumbes “autorizados “ en plenas zonas sísmicas. A su vez, los desplazamientos del subsuelo y el transito de transporte pesado rompen tuberías creando fugas, dejando sin agua a 40 por ciento de las comunidades vecinas a estos predios, obligándolos a esperar que activen las bombas a presión, o llegue una pipa a suministrar el agua que procuran.
Después del terremoto del 2017, diversos ingenieros y arquitectos están buscando soluciones pro-ambientales para la recuperación de estos canales y cuencas naturales, destapándolos en lugar de extraer agua de ciudades vecinas y construyendo humedales vivos con filtros biológicos (como planta,s o gravas). La zona que ocupa la capital mexicana esta dentro de una cuenca con 7 lagos y 45 ríos, miles de hectáreas que necesitan ríos vivos, para tener ecosistemas con menos contaminación, la cual causa mas de 10 mil muertes año y menos riesgo de derrumbes ante los posibles sismos que seguirán ocurriendo en el futuro. Revivir los ríos para una aparente utópica CDMX del futuro costaría un estimado de 863 millones de dólares, un poco menos del presupuesto que termina en la construcción de calles y carreteras para uso automovilístico. Esta inversión traería beneficios sociales y ambientales a Ciudad de México, pues estos ríos no terminarían en drenajes y habría mas conciencia ambiental entre sus habitantes.
Latin American Post | Aldo Mauricio Leal Larroa
Copy edited by Laura Rocha Rueda