México: un año sangriento
El presente año marca un hito de violencia que deja a México como el segundo país más violento del mundo
El 2017 se consolida, aun restando mes y medio para culminar, como el año más violento del periodo de gobierno del presidente de México Enrique Peña Nieto. La violencia se deriva principalmente del crimen organizado y de los homicidios por la guerra de carteles.
Durante todo el sexenio de Peña Nieto, el número de carpetas de investigación por homicidio asciendió a 75.475. Esta cifra es casi 20 por ciento superior frente a los 63.094 homicidios registrados durante la presidencia de Felipe Calderón. Un aumento que preocupa, teniendo en cuenta la llamada guerra contra el narcotráfico que inicio desde el presidente Calderón, pero que con los resultados no demuestra para nada avances en la materia.
Si se toman los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), México se acerca a su momento más fatal en décadas; la guerra contra el narcotráfico ya supera las 100.000 muertes, los 30.000 desaparecidos y miles de millones de dólares mal usados en la lucha contra el crimen organizado. Pese a los esfuerzos, las movilizaciones de personal de seguridad a los focos de violencia, los números no tienden a disminuir.
Antes de llegar a la presidencia, Peña Nieto aseguró que su prioridad sería la de cambiar la imagen que proyecta el país al mundo y que la transformaría en una nación líder en temas energéticos, educativos, comerciales y de telecomunicaciones. Su estrategia sí funcionó, pero por poco tiempo. Si bien sus reformas avanzaron sin inconveniente mayor en el congreso, la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014 marcó el punto de quiebre frente al tema de seguridad. El mundo ya no confiaba en el discurso de Peña Nieto y contrario a lo que intentaba mostrar al mundo y al país, la seguridad se estaba desquebrajando.
Los números totales de homicidios siguen aumentando y los bastiones de seguridad se han reducido. Los Cabos, en Baja California Sur, Cancún, en Quinta Roo, Huatulco, en Oaxaca eran, hasta hace poco, regiones que ofrecían condiciones óptimas para los turistas y para los locales por ofrecer garantías de seguridad, hoy en día ya están siendo afectados por los crímenes del narcotráfico.
Son más de 18.000 las personas asesinadas en México durante 2017
“El gobierno de Peña Nieto subestimó muy seriamente, o malentendió, la naturaleza del problema que vivía México”, afirma David Shirk, profesor de la Universidad de San Diego que ha estudiado la guerra contra el narcotráfico en México. “Pensaron que con usar mercadotecnia cambiarían la conversación y enfocarían la atención de la gente en todas las cosas buenas que estaban pasando para alejarla del problema de violencia que pensaron era exagerado, no se puede tapar el sol con un dedo”, sostiene Shirk al hablar de los ideales que tenía Peña Nieto cuando tomó posesión del cargo presidencial.
El gobierno mexicano afirma que ha encarado a la violencia con toda la seriedad y con todas las herramientas que tiene a su alcance. Pero el aumento en los homicidios está acompañado con otros factores influyentes: la debilidad de la policía local y estatal, la fractura de los grupos criminales después de que sus líderes han sido arrestados, el incremento en la demanda de drogas en Estados Unidos y el flujo de dinero y armas.
Desde el ejecutivo se dio la orden de enviar más Marina, Ejército y Policía Federal a los lugares con mayor presencia delincuencial y con altos índices de homicidios. El resultado fue que a inicios de 2017 había más operativos por parte de la fuerza pública, pero no había los resultados que se esperaban. Los homicidios desde el comienzo de año estaban en aumento, y en comparación inmediata con el año anterior, la fuerza pública no estaba contrarrestando la tasa de mortalidad.
Latin American Post | Carlos Eduardo Gómez Avella
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