La brecha del Darién, antes impenetrable, es ahora un camino peligroso para los migrantes
El Tapón del Darién, considerado durante mucho tiempo impenetrable, se ha convertido en una ruta crítica para los migrantes que huyen de situaciones desesperadas en América Latina. A medida que más personas arriesgan sus vidas cruzando esta traicionera jungla, las implicaciones globales de esta crisis migratoria son cada vez más nefastas.
El Tapón del Darién, una densa y peligrosa franja de selva que conecta el norte de Colombia con el sur de Panamá, ha sido durante mucho tiempo un obstáculo formidable para exploradores, ingenieros y aventureros. A lo largo de la historia, varios intentos de conquistar o navegar este terreno inhóspito han fracasado. Desde los exploradores españoles hasta los topógrafos modernos, Gap ha seguido siendo una barrera casi impenetrable, desafiando a quienes han tratado de domarla.
Uno de los primeros intentos de colonizar la región fue el de los escoceses a finales del siglo XVII, un esfuerzo que casi llevó a Escocia a la bancarrota. Más tarde, los topógrafos vieron el estrecho istmo de 110 millas como una ubicación lógica para un canal que conectara los océanos Atlántico y Pacífico. Sin embargo, el traicionero entorno del Darién resultó demasiado difícil de superar. En 1854, un grupo de ingenieros de la Marina de los Estados Unidos intentó encontrar una ruta para el canal a través de la región, pero se perdió; siete de ellos murieron de hambre.
Los peligros del Tapón del Darién se pusieron de relieve aún más durante la construcción de la Carretera Panamericana en la década de 1930. La carretera, que pretendía conectar América, sigue incompleta a través del Darién. Desde entonces, el enlace perdido de 66 millas se conoce como el “Brecha del Darién”, simbolizando los desafíos duraderos de la región.
A partir de la década de 1990, el Darién se convirtió en un refugio para las guerrillas marxistas de las FARC y los grupos paramilitares de derecha. Su aislamiento, combinado con la falta de control gubernamental, lo convirtió en un lugar ideal para que operaran los grupos armados. Gap se convirtió en una ruta crucial para el movimiento de armas y drogas, y cualquiera que se aventurara en el área sin permiso corría el riesgo de ser secuestrado o algo peor. A pesar de la retirada de las FARC tras un acuerdo de paz con el gobierno colombiano y la desmovilización oficial de los grupos paramilitares a mediados de la década de 2000, la región sigue controlada por organizaciones criminales como los Urabeños, que ahora dominan grandes sectores de Gap.
Una ruta migratoria peligrosa
Si bien históricamente se ha considerado intransitable el Tapón del Darién, se ha convertido en una ruta crítica para los migrantes que esperan llegar a Estados Unidos. Se espera que más de 800.000 personas crucen el Tapón del Darién este año, un aumento de más del 50% con respecto a las asombrosas cifras del año pasado. La mayoría de estos migrantes huyen de las condiciones desesperadas en sus países de origen, y los niños menores de cinco años son el grupo de más rápido crecimiento entre ellos.
Estados Unidos ha pasado años intentando frenar la migración presionando a los países latinoamericanos para que cierren rutas establecidas y nieguen visas a quienes intentan ingresar a Estados Unidos a través de países cercanos a su frontera. Sin embargo, en lugar de detener la migración, estos esfuerzos sólo han desviado a los migrantes a través del Tapón del Darién. La responsabilidad de gestionar esta migración ha recaído cada vez más en organizaciones criminales, que han capitalizado la situación.
El Clan del Golfo, ahora llamado Ejército Gaitanista de Colombia, controla efectivamente esta parte del norte de Colombia. Tradicionalmente involucrado en el movimiento de drogas y armas, el cartel ha ampliado sus operaciones para incluir la trata de personas. Han establecido infraestructura en todo Gap, incluidas escaleras en laderas, escaleras en acantilados y campamentos equipados con Wi-Fi. Estos servicios incluso se anuncian en TikTok y YouTube, lo que permite a los inmigrantes reservar sus viajes en línea.
Las rutas por el Tapón del Darién varían en dificultad y costo. El camino más agotador, viajar a pie a través de la jungla, cuesta actualmente alrededor de 300 dólares por persona. Aquellos que pueden permitirse más pueden optar por un viaje en barco por la costa, que cuesta más de 1.000 dólares. A pesar del alto costo y los riesgos extremos, cientos de miles de migrantes continúan intentando realizar el viaje cada año.
El costo humano de la migración a través del Darién
El viaje a través del Tapón del Darién es una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo. La selva es densa y montañosa, y las lluvias diarias provocan inundaciones repentinas que pueden arrastrar a grupos enteros de personas. Los migrantes enfrentan una serie de amenazas naturales, incluidas serpientes mortales y gatos de la jungla, y el costo físico de atravesar terrenos escarpados y accidentados. Los ataques cardíacos por esfuerzo excesivo son comunes y muchos migrantes se quedan sin comida y agua mucho antes de llegar al otro lado.
Además de los peligros naturales, los migrantes también deben enfrentar amenazas humanas. Los robos y las agresiones sexuales son frecuentes a lo largo de la ruta, ya que las bandas criminales se aprovechan de los viajeros vulnerables. Las autoridades panameñas recuperan periódicamente cadáveres de la selva, pero muchos más nunca son encontrados, devorados por el entorno implacable.
Las desgarradoras experiencias de los migrantes que han hecho el viaje resaltan la desesperación que los lleva a intentar una travesía tan peligrosa. Incluso aquellos que están relativamente sanos y preparados a menudo se sienten abrumados por los desafíos del Darién. Para las familias con niños pequeños, los riesgos son aún mayores. Una joven llamada Susej viajaba por el Darién con su madre luego de huir de Venezuela. Como muchos otros, habían intentado reasentarse en otras partes de América Latina, sólo para encontrar que las condiciones económicas eran insostenibles. Como les quedaban pocas opciones, recurrieron al Darién como último recurso.
A pesar de los peligros, muchos migrantes desconocen la magnitud de los riesgos antes de emprender su viaje. Los contrabandistas a menudo restan importancia a los desafíos, engañando a la gente haciéndoles creer que cruzar será más fácil de lo que realmente es. Sin embargo, una vez en la jungla, la realidad rápidamente se impone. Los migrantes se ven obligados a navegar en un entorno impredecible y traicionero con poco o ningún apoyo.
Las implicaciones globales de la crisis migratoria del Darién
La crisis migratoria en el Tapón del Darién no es sólo una cuestión regional: tiene implicaciones globales. Si bien los esfuerzos de Estados Unidos para frenar la migración en su frontera sur han llevado a una disminución significativa de los cruces fronterizos ilegales desde México, esto ha hecho poco para detener el flujo de migrantes a través del Tapón del Darién. Las causas subyacentes de la migración (inestabilidad política, colapso económico y violencia en países como Venezuela) continúan impulsando a las personas a asumir riesgos extremos en busca de seguridad y oportunidades.
Los intentos de detener la migración haciéndola más difícil no han logrado los resultados deseados. Más bien, estos esfuerzos sólo han aumentado el poder y la influencia de las organizaciones criminales, que se benefician de la desesperación de los migrantes. A medida que más personas intentan cruzar cada año, el número de víctimas sigue aumentando.
Los desafíos que enfrenta la comunidad internacional para abordar esta crisis son importantes. Las Naciones Unidas han tratado de advertir a los migrantes sobre los peligros que se avecinan colocando funcionarios en las estaciones de autobuses y otros puntos de control a lo largo de la ruta hacia el Tapón del Darién. Sin embargo, estos esfuerzos han sido en gran medida ineficaces. Los migrantes, impulsados por un sentimiento de desesperación, están dispuestos a correr riesgos extraordinarios para llegar a su destino.
En muchos casos, los migrantes desconocen las políticas y restricciones vigentes en la frontera de Estados Unidos. Si bien algunos migrantes habían oído hablar de la aplicación CBP One, una herramienta introducida por la administración Biden para permitir a las personas solicitar permiso para volar a la frontera de Estados Unidos y buscar asilo, muchos desconocían las restricciones más estrictas implementadas en junio. Para quienes huyen de circunstancias de vida o muerte, estas políticas suelen ser irrelevantes. Su principal preocupación es la supervivencia y seguirán buscando cualquier ruta que les ofrezca la posibilidad de una vida mejor.
La situación en el Tapón del Darién subraya la complejidad de la crisis migratoria global. Si bien los esfuerzos para abordar las causas fundamentales de la migración han tenido cierto éxito en la reducción de los flujos desde Centroamérica, las condiciones en otras partes del mundo han empeorado, lo que ha llevado a un aumento de la migración desde países como Venezuela, Haití y Ecuador. Esta dinámica cambiante pone de relieve los desafíos de gestionar la migración a escala global, donde los esfuerzos por abordar una crisis a menudo conducen al surgimiento de otras nuevas.
Un llamado a la acción global
La crisis migratoria en el Tapón del Darién es un crudo recordatorio del costo humano de la migración forzada. Los peligros que enfrentan los migrantes en la selva son consecuencia no sólo del duro entorno sino también de las políticas defectuosas que no han abordado las causas profundas de la migración. Es probable que la situación empeore en los próximos años, cuando más personas intenten el viaje y se pierdan más vidas.
Abordar esta crisis requerirá una respuesta global coordinada. Las naciones ricas, incluido Estados Unidos, deben reconocer que dificultar la migración no impide que las personas huyan de situaciones desesperadas. Más bien, los empuja a manos de delincuentes y aumenta los riesgos que enfrentan en el camino. Para abordar verdaderamente el problema, la comunidad internacional debe centrarse en mejorar las condiciones en los países de origen de los migrantes, proporcionar vías seguras y legales para quienes buscan asilo y responsabilizar a las organizaciones criminales por su explotación de personas vulnerables.
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A medida que el número de migrantes que cruzan el Tapón del Darién sigue aumentando, la necesidad de actuar se vuelve cada vez más urgente. El mundo no puede permitirse el lujo de hacer la vista gorda ante el sufrimiento de quienes se ven obligados a arriesgar sus vidas en busca de seguridad. Es hora de adoptar un nuevo enfoque, uno que dé prioridad a los derechos humanos y la dignidad y que aborde las causas subyacentes de la migración en lugar de limitarse a tratar sus síntomas. Hay demasiado en juego para hacer lo contrario.