Celebrando la Diversidad: Desfile de Carnaval Jiska Anata en La Paz, Bolivia
En medio de los vibrantes ritmos de las diversas celebraciones del carnaval de Bolivia, el Desfile Jisk’a Anata en La Paz ocupó un lugar central, defendiendo la inclusión con bailarines, incluidos aquellos con discapacidades, que recorrieron las calles de la ciudad.
Celebrando la Diversidad Cultural en La Paz
En el corazón de La Paz, el tapiz cultural de Bolivia se desplegó cuando el Desfile de Carnaval Jisk’a Anata salió a las calles, infundiendo a la ciudad una explosión de colores, ritmos y mensajes de inclusión. Encabezado por autoridades municipales junto con el ‘Tawaqu’, que simboliza la reina del festival, el desfile mostró el rico patrimonio cultural de Bolivia con especial atención a la diversidad y las costumbres tradicionales andinas.
Con un telón de fondo de cielos grises que amenazaban lluvia, comenzó la procesión, con Pamela Gutiérrez, una afroboliviana, encarnando el espíritu de la festividad como el ‘Tawaqu’ de este año. En sus palabras a Efe, Gutiérrez expresó su alegría por representar su cultura y enfatizó la importancia de Jisk’a Anata para celebrar las diversas tradiciones y el espíritu carnavalesco, al mismo tiempo que es consciente de conservar el agua durante la reciente sequía.
Acompañando la procesión estaban grupos de pepinos, ch’utas y cholitas, figuras centrales del carnaval de La Paz. El ‘Pepino’, adornado con máscaras y trajes vibrantes, simbolizaba la alegría y la vitalidad urbana. Al mismo tiempo, la ‘ch’uta’ y la ‘cholita’ introdujeron costumbres tradicionales aymaras, incluida la gratitud a la ‘Pachamama’, la Madre Tierra, por sus generosidades, una práctica profundamente arraigada en la región occidental de Bolivia.
Uniendo pasado y presente a través de la danza
Las ‘ch’uta’, caracterizadas por atuendos distintivos y movimientos rítmicos, bailaron junto a una o dos ‘cholitas’, emblemáticas mujeres aymaras luciendo sus mejores galas. Juntos, agregaron riqueza cultural a las festividades, uniendo el pasado y el presente a través de la danza y la tradición.
Con origen hace tres décadas, Jisk’a Anata extrae su esencia de las tradiciones aymaras y marca el inicio de la temporada de carnaval en el mundo andino. Como explicó Juan Carlos Tapia, presidente de la Sociedad Andina de Conjuntos Folclóricos, la fiesta coincide con el inicio de la temporada de cosecha en las zonas rurales, simbolizada por la recolección de los ‘llullus’, las primeras papas.
La festividad se extiende más allá de La Paz, y el martes se anuncia el ‘Jach’a Anata’ o Gran Carnaval, dedicado a honrar a la Madre Tierra, una tradición que ahora se observa en regiones de Bolivia y entre los bolivianos en el extranjero.
Con la participación de 67 fraternidades o grupos y 32 formas de danza, Jisk’a Anata personifica el diverso paisaje cultural de Bolivia. Tapia lo afirma con orgullo como el evento folclórico más inclusivo del país, con la participación de grupos como bailarines con discapacidad visual, testimonio de su compromiso con la diversidad y la accesibilidad.
Una mezcla de danzas
El desfile incluyó una mezcla de danzas indígenas andinas como ‘khantus’, ‘tarkeadas’ y ‘moseñadas’, intercaladas con las favoritas contemporáneas como ‘diablada’, ‘kullawada’, ‘morenada’, ‘caporales’, ‘tinkus’ y ‘salay.’
Si bien varias regiones de Bolivia organizan desfiles de carnaval similares, el pináculo del folclore boliviano sigue siendo el Carnaval de Oruro. Declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO en 2001, el Carnaval de Oruro atrae tanto a lugareños como a turistas para presenciar su deslumbrante exhibición de danzas tradicionales y patrimonio cultural.
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Mientras la temporada de carnaval de Bolivia continúa cautivando con su diversidad y vitalidad cultural, eventos como Jisk’a Anata sirven como recordatorios conmovedores del poder de la tradición, la inclusión y la celebración para fomentar la unidad en medio de la diversidad.