Para los directivos de la institución la normativa pretende eliminar distracciones y evitar casos de acoso sexual, pero no existe evidencia de que la forma de vestir de una mujer pueda afectar su proceso de aprendizaje

Con el objetivo de disminuir la distracción de alumnos y profesores, una universidad de Perú prohibió a hombres y mujeres el uso de ropa “provocativa” y niega el acceso a los estudiantes que no se acojan a un estricto código de vestuario. La medida no solo desató polémica a nivel nacional, también encendió una vez más las alarmas sobre el incremento de violencia y represión que vive a diario gran parte de la población femenina en América Latina. 

Read in english: Peru: A university forbids wearing "provocative" clothing and the measure has been highly criticized

Para los directivos de la Universidad Amazónica Madre de Dios en Perú, los jóvenes que usen dentro de las instalaciones pantalones rotos, sandalias, blusas que exhiban los hombros o la espalda, prendas transparentes y minifaldas se convierten en un elemento distractor para compañeros y docentes. Además, dicen que motivan con esto posibles casos de agresión de género o acoso sexual.

La iniciativa, más que promulgar ideas en torno a la defensa de los derechos humanos, ocasionó críticas por parte de organizaciones feministas y estudiantes de la institución, quienes denunciaron ante la Secretaría Universitaria de Perú -órgano encargado de vigilar las entidades de educación superior-, que la restricción coarta la libertad de expresión de los alumnos y limita su capacidad de desarrollar identidad. 

En unión al rechazo de la particular prohibición, la Organización Feminista Flora Tristán manifestó mediante un comunicado que “nos parece cuestionable que se haya dado esta medida que no hace sino reflejar el machismo de la sociedad, porque la ropa no es la culpable de algún tipo de agresión o acoso hacia la mujer”. 

De la misma manera, en una entrevista para NTN24, la activista del Centro de la Mujer Peruana, Clea Guerra, calificó la normativa como “una intromisión en pleno siglo XXI a la libertad de las personas” y un acto retrogrado y machista. También indicó que aunque la prohibición va dirigida tanto para hombres como para mujeres, es la población femenina la más perjudicada. 

¿Dime qué te pones y te diré quién eres?

No existen estudios ni investigaciones capaces de determinar de manera certera que la forma de vestir de una mujer puede afectar su proceso de aprendizaje o desmejorar su desempeño laboral. De lo que sí se tienen registros claros es el porcentaje de mujeres que han sufrido de abuso u hostigamiento en la calle, en el trabajo, la universidad, o hasta en el mismo círculo familiar. 

De acuerdo con argumentos otorgados para CNN de Yeliz Osman, coordinadora del programa Ciudades Seguras de ONU Mujeres para México, los abusos contra la mujer en Latinoamérica están normalizados e incluso las autoridades protagonizan casos de acoso sexual. 

Según Osman, solo en México 9 de cada 10 mujeres ha experimentado en algún momento hostigamiento. Mientras tanto, en Brasil, un estudio realizado por ActionAid determinó que el 86% de las mujeres encuestadas habían sido víctimas de acoso y violencia de género en lugares públicos; y el 84% admitió haber sido acosada sexualmente por un agente policial. 

Un informe presentado en febrero por Amnistía Internacional señaló que el acoso sexual en las universidades es más frecuente de lo que se considera. Las jóvenes no denuncian el acoso porque los centros educativos tienden a proteger a sus docentes cuando se encuentran involucrados en algún caso de este tipo, y en la mayoría de las ocasiones la víctima no identifica que está siendo violentada de esta manera. 

Si bien el término acoso sexual se utiliza para describir una serie de comportamientos violentos principalmente dirigidos contra la mujer, Amnistía Internacional lo define como un comportamiento no deseado que tiene consecuencias negativas para la víctima y el cual convierte determinado espacio en un lugar hostil, degradante, humillante y peligroso para la persona atacada. 

LatinAmerican Post | Krishna Jaramillo

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