Bukele de El Salvador comienza polémico segundo mandato en medio de gran popularidad
A pesar de las prohibiciones constitucionales, Nayib Bukele comenzará su segundo mandato consecutivo como presidente de El Salvador el 1 de junio. Cuenta con el respaldo de un fuerte apoyo popular y un Congreso que se ha otorgado poderes para acelerar las reformas constitucionales.
Nayib Bukele comenzará su segundo mandato consecutivo como presidente de El Salvador el 1 de junio de 2024. Este hito, logrado a pesar de las prohibiciones constitucionales y en medio de acusaciones de irregularidades electorales, marca un momento significativo en el panorama político del país. Una amplia base de apoyo popular respalda la reelección de Bukele, pero también ha generado preocupación entre los analistas sobre la consolidación de un modelo autoritario en El Salvador.
El regreso de Bukele al poder ha sido facilitado por los jueces de la Sala Constitucional, designados por su partido, Nuevas Ideas (NI), quienes alteraron su interpretación para permitir su reelección consecutiva. Esta medida ha sido controvertida y los críticos argumentan que socava los principios democráticos consagrados en la Constitución.
Óscar Picardo, director del Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia, sugiere que el nuevo mandato de Bukele podría afianzar aún más un “modelo bastante autoritario” con espacios democráticos limitados. “Creo que el régimen se seguirá consolidando, caracterizado por un control absoluto y un miedo generalizado, especialmente entre los sectores empresarial y académico”, dijo Picardo en una entrevista con Efe. Añadió que esta atmósfera de miedo y represión de la disidencia es perjudicial para la democracia.
Paralelos históricos y gobernanza contemporánea
El estilo de gobierno de Bukele ha sido comparado con los regímenes autoritarios del pasado de América Latina. Su centralización del poder, supresión de la oposición y uso de retórica populista reflejan las tácticas de los líderes de las décadas de 1970 y 1980 que gobernaron por medios similares.
Sin embargo, la popularidad de Bukele sigue siendo alta, principalmente debido a su aparente éxito en mejorar la seguridad. Bajo su administración, se han realizado esfuerzos significativos para abordar la violencia de las pandillas, un problema generalizado que anteriormente había paralizado a gran parte del país. El público ha apreciado ampliamente estas medidas, incluso cuando han dado lugar a numerosas violaciones de derechos humanos.
Reformas constitucionales e incertidumbre política
La Asamblea Legislativa, dominada por los aliados de Bukele, se ha otorgado recientemente el poder de acelerar reformas constitucionales. Los expertos jurídicos han dado la alarma, argumentando que esto viola los principios fundamentales de la Constitución. Picardo expresó preocupación por las posibles implicaciones de estas reformas, incluida la posibilidad de una reelección indefinida u otros cambios imprevistos.
La incertidumbre que rodea a estas enmiendas constitucionales se suma al ya volátil ambiente político de El Salvador. Mientras Bukele comienza su nuevo mandato, el país enfrenta una coyuntura crítica con implicaciones significativas para sus instituciones democráticas y su gobernanza.
A pesar de los sólidos índices de aprobación de Bukele, los desafíos económicos cobran gran importancia. Según Picardo, la situación financiera podría convertirse en una importante vulnerabilidad para la administración de Bukele. “El factor económico es hoy crucial para determinar el futuro”, afirmó. “Si el gobierno no aborda este problema, corre el riesgo de perder el apoyo popular”.
Las políticas económicas de la administración han sido analizadas, particularmente en lo que respecta a la inversión extranjera y la gestión de la deuda; el uso altamente controvertido de Bitcoin como moneda de curso legal ha enfrentado críticas y escepticismo a nivel nacional e internacional. Además, las acusaciones de corrupción y mala gestión han generado preocupaciones sobre la estabilidad económica del país.
Popularidad y opinión pública
La popularidad de Bukele se ha mantenido notablemente alta. En marzo del año anterior, una encuesta de opinión pública realizada por la Unidad de Investigación Social del diario local La Prensa Gráfica (LPG) mostró que el 91% de los salvadoreños aprobaba su desempeño. Esta aprobación generalizada persiste a pesar de las críticas a sus acciones contra la gobernabilidad democrática, como la supresión de información y la búsqueda de la reelección inmediata.
El análisis de LPG señaló que la imagen de Bukele no se había visto significativamente dañada por estas acciones controvertidas, la adopción de medidas impopulares como Bitcoin o el compromiso de dos de sus funcionarios con líderes de pandillas. Esto sugiere una relación compleja entre la percepción del público sobre la administración de Bukele y la aprobación de su liderazgo.
La trayectoria política de Bukele puede verse dentro del contexto más amplio de la gobernanza latinoamericana, donde el populismo y las tácticas de hombre fuerte han sido un tema recurrente. Los líderes de toda la región a menudo han empleado estrategias similares para consolidar el poder, presentándose como defensores del pueblo y socavando las instituciones democráticas.
La historia de América Latina está repleta de ejemplos de ese tipo de gobernanza, desde las dictaduras militares del siglo XX hasta los regímenes populistas de las últimas décadas. El enfoque de Bukele se hace eco de estos patrones y plantea interrogantes sobre la resiliencia de las normas democráticas y el futuro de la gobernanza política en la región.
Logros de seguridad frente a deficiencias económicas
Uno de los logros importantes de Bukele ha sido la reducción de la violencia relacionada con las pandillas. La postura agresiva de su administración contra las pandillas ha llevado a una disminución notable en las tasas de criminalidad, brindando una sensación de seguridad que muchos salvadoreños no habían experimentado en años. Este logro ha sido la piedra angular de su popularidad.
Sin embargo, los críticos argumentan que este enfoque en la seguridad se ha producido a expensas de otras áreas críticas, como la educación y el desarrollo económico. Picardo destacó la necesidad de que la administración equilibre sus logros en seguridad con esfuerzos para garantizar la estabilidad financiera y mejorar los resultados educativos. “El gobierno debe priorizar la estabilidad económica y la creación de empleo para garantizar un enfoque equilibrado de la gobernanza”, señaló.
Mientras Bukele se embarca en su nuevo mandato, el futuro de El Salvador pende de un delicado equilibrio. La administración enfrenta el doble desafío de mantener sus logros en materia de seguridad y al mismo tiempo abordar los problemas económicos que podrían socavar su apoyo popular. La posibilidad de nuevos cambios constitucionales y la centralización del poder plantean riesgos adicionales para el marco democrático del país.
Los próximos años serán críticos para determinar si Bukele puede afrontar con éxito estos desafíos. Su capacidad para equilibrar medidas populistas con políticas económicas sostenibles y gobernabilidad democrática será clave para el éxito y la estabilidad a largo plazo de su administración.
Una coyuntura crítica para El Salvador
El segundo mandato de Nayib Bukele como presidente de El Salvador representa un momento crítico para el país. Con un fuerte apoyo popular y logros significativos en materia de seguridad, Bukele se encuentra a la vanguardia de la política salvadoreña. Sin embargo, los desafíos futuros, particularmente en materia de estabilidad económica y gobernabilidad democrática, pondrán a prueba su liderazgo y la resiliencia de las instituciones políticas de El Salvador.
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El contexto más amplio de la historia y la gobernanza de América Latina subraya la importancia de este momento. A medida que Bukele continúa dando forma al futuro de El Salvador, las implicaciones de las acciones de su administración resonarán más allá de las fronteras del país, influyendo en el discurso regional más amplio sobre populismo, democracia y gobernabilidad.